Capítulo 30

393 29 106
                                    

 
Generalmente las notas están al final, pero las quería poner al principio para que sepan que quiero muchos comentarios, porque el capítulo lo merece, podría dejarlos en agonía dividiendo este capítulo en dos, pero no soy una mala persona, así que esta todo de una vez.  Deja tu comentario y gracias por leer.

  Márcia y Lúcia se abrazaron durante mucho tiempo, la pelirroja sintió que al envolver a su hija en sus brazos, tenía el poder de alejar cualquier peligro;  aunque no era cierto, eso era lo que ella quería hacer, protegerla de todo lo que pudiera lastimarla, como cuando ella aún era apenas una bebé y dependía de ella para todo.  Desde el momento en que los niños ya no caben en su regazo, protegerlos se convierte en una tarea aún más difícil.

- Oye, yo también quiero un abrazo – dijo Rafita, mirando la escena al inicio del pasillo.

- Ven Rafita, te compartiré a mi madre – silabó la joven en tono juguetón y provocativo.

-¡Mami también es mía!  – respondió la pequeña cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

- Hay Mamá para las dos, tengo dos brazos, uno para cada princesa, ven hija – le tendió la mano a la niña, quien rápidamente corrió hacia su madre.  - ¡¿Has visto?!  ¡Se adapta a ambos!

- Mamá, ¿estás segura que no bebiste durante el embarazo de Rafaela?  ¡Porque qué genio tan difícil tiene!  – bromeó Lúcia, soltando una risa que contagió a su madre, la niña solo se limitó a sacarle la lengua a su hermana mayor.

- ¡No!, es culpa de tu padre, ¡ustedes tres son iguales a él!  – contrarresta la pelirroja, conteniendo una risa.

- Tiene sentido – reconoció la joven.

- Mamá, ¿puedo llamar a tía Inês?  Quiero verla.  – pregunta la pequeña separándose del abrazo.

- Sí se puede, pero no le pidas regalos a tu tía, te estás poniendo muy mimada.  – advierte Márcia, señalando con el dedo a la niña.

- ¡Pero no pido, mi tía es quien me regala, mamá!  – Se defiende Rafita.  – Simplemente me muestro como una chica educada y lo acepto con gusto.

- Fingí creer, pero estás advertida.  – advierte nuevamente, entregándole el celular a la chica, quien asiente y sale corriendo a su habitación.

- Vamos a la cocina, te preparo chocolate caliente – dijo Márcia, tomando a Lúcia de la mano, como si fuera una niña pequeña.

- Vamos mamá.

Márcia empezó a prepararse cuando notó que Lúcia estaba un poco aireada, con la mirada fija como si estuviera pensando en algo.  Enfrió un poco el chocolate y lo sirvió en dos tazas, sentándose al lado de su hija.

- ¿Por qué estabas tan callada, hija?  – preguntó preocupada.

- No es nada, solo estaba pensando...

- ¿Y puedo saber qué?

- Estaba pensando en lo que decía mi padre y cómo lo decía, siempre traté de imaginar cómo sería si mi padre fuera diferente, menos enojado y griton, y ahora que tengo este padre;  No sé cómo actuar…- respiró hondo, tomando el primer sorbo del chocolate caliente.

- Hay muchas cosas de las que necesitan hablar y perdonarse, pero lo más importante ya hiciste, dejarlo actuar como lo que nunca dejó de ser, su padre.  – señaló Márcia, repitiendo la misma acción que su hija.

- Creo que todavía es muy pronto para querer tocar en el pasado, pero aunque no haya sido intencional, creo que accidentalmente inicié las cosas.  – reconoció Lúcia con una sonrisa tímida.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora