Capitulo 10

236 24 7
                                    

  Fueron largos segundos, donde ambos pudieron mezclar lágrimas, dolor, pero principalmente amor;  en su versión más genuina y pura;  Mirar sus debilidades y enfrentar sus imperfecciones era demasiado doloroso, pero cuando sentían un acuerdo mutuo entre lo que ambos sentían, era más que reconfortante. Enmascarar quiénes eran y lo que sentían se había convertido en más que un hábito, era una necesidad. , una garantía de protección contra el mundo, pero principalmente contra ellos mismos, pero esta protección no era necesaria cuando estaban uno frente al otro.

   Los sollozos silenciosos de Esteban disminuyeron poco a poco, al igual que los temblores en sus manos y todo el pánico desapareció por completo al ritmo de las caricias de Márcia en su cabello.

   La sensación de paz los inundó a ambos y Márcia apoyó su cabeza en el pecho de Esteban, quien comenzó a acariciar suavemente los mechones rojos, a cualquiera que los observara de lejos parecían una pareja armoniosa y apasionada, como lo habían sido hace tantos años y en partes, ambos se sentían así.  Es como si los años hubieran permitido la madurez necesaria para que se produjera ese momento, sin tener que mantener ninguna postura y permitirse ser frágil.

   - Es una lástima… - dice el moreno rompiendo el cómodo silencio que se había establecido.

- ¿Qué es una lastima?  – pregunta Márcia con voz suave mientras acaricia el pecho de Esteban.

- Que fue necesaria tanta desgracia para que esto sucediera – suspira el eslizón mientras intenta encontrar una posición cómoda para su mano esposada.

- ¿Eso qué?  – pregunta la pelirroja, un poco confundida.

- Que yo recuerde, el más lento de los dos era yo – responde divertido el hombre, mostrando una leve sonrisa.

-¡ESTEBAN!  – lo regaña Márcia con voz divertida.

- Lo que quería decir es que... es triste que hayan pasado tantas cosas malas para que podamos revelarnos completamente nuestra fragilidad el uno al otro.  Incluso cuando estábamos casados, no recuerdo que esto sucediera, en ninguna de las bodas… – dice el moreno, retorciéndose ligeramente por el dolor en su espalda baja.

   Al sentir el incómodo movimiento por parte de Esteban, Marcia se levanta suavemente y busca la mirada de su expareja.

- Sí... es una lástima... todo lo que perdimos por nuestras propias elecciones o convicciones de lo que creíamos que era mejor.  – dice la abogada con amargura, sintiendo que sus ojos se humedecen nuevamente y soltando la mano del pelinegro.
 
   Esteban sintió la ausencia del tacto de la pelirroja como un shock de realidad, algo que rompió la reconfortante burbuja en la que los dos habían estado sumergidos y los devolvió a la dura realidad.

- Y lo peor es que... no hay nadie a quien culpar si no nosotros...ya sabes lo tortuoso que es pensar que podría haber pasado el resto de mi vida bebiendo vino contigo… – dijo Esteban espontáneamente, buscando el toque. de las manos del abogado nuevamente.
 
   Márcia retrocedió ante el toque del pelinegro, como si el más simple contacto pudiera quemar, esta actitud provocó que una mirada de decepción apareciera en los intensos ojos marrones de su expareja.

- A mí... no me gusta pensar en lo que pudo haber sido... es más doloroso – dijo lentamente la pelirroja – Creo que mi visita no te hizo bien… – dijo la mujer, mirando el monitor de presión arterial que comenzó a mostrar pitidos, mostrando la presión arterial baja.

- No… es normal, sube mucho y luego baja mucho, es por la anemia, no te preocupes, por cierto me gusta hablar contigo… admiro tu capacidad para sacar a relucir el Lo mejor en mí…aunque no tenga tantas cosas buenas aquí – señaló el moreno con el dedo en su propio corazón.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora