Capítulo 35

202 20 18
                                    

    - Eres una sinvergüenza, maldita, vendes moles - dijo Lucrécia entre dientes, dirigiendo una mirada sanguinaria a Márcia - Pensé que después de lograr tener todos los bienes de la familia Lombardo a nombre de tus mocosos, tú no se manteria contacto, debe estar bastante satisfecha porque la detención de Esteban te convirtió en dueña de casi todo lo que le pertenecía.

   Márcia simplemente puso los ojos en blanco ante semejante tontería, al parecer Lucrécia no ha cambiado nada, pensó la pelirroja, mirando de arriba abajo a su ex cuñada.

-¡¿Ha pasado casi una década y aún guardas rencor por haber sido desheredada?!  – respondió Márcia, incapaz de contener el sarcasmo en su voz y en la sonrisa que apareció en sus labios ante el rostro disgustado de Lucrécia – no es mi culpa que mis hijos sean los únicos herederos...

- Ya ni tu crees en esto, hasta porqué, como si no fuera suficiente haber tenido dos, y encima diste a luz a uno más… de hecho, ¡¿dónde está la mocosa?!  – preguntó irónicamente, viendo las miradas enojadas que le dirigían Márcia e Inês.

- ¡No te atrevas a acercarte a mi hija!  – dijo la abogada entre dientes, apretando el puño y acercándose lentamente.

- Márcia...- dijo Inês, llamando la atención de su ex cuñada, sujetándola ligeramente por la muñeca – No vale la pena.  – dijo en tono de advertencia.

- No necesito que me defiendas ahora, debiste hacerlo hace mucho tiempo , pero me diste la espalda, ¡no vengas a jugar a Santa Inés ahora!  – escupió furiosa con un tono de voz amargo y una mirada fugaz a su hermana, quien retrocedió ante la mirada intimidante.

- No tengo nada que temer, no soy yo la que está en libertad condicional...- suspira la abogada, atrayendo el ceño fruncido de su ex cuñada - Libertad esta que podría terminar con una denuncia, por allanamiento de morada, porque estoy segura que no fuiste invitada por Inês a estar aquí, ¡¿o sí?!  – sonrió sarcásticamente, mirando el rostro angustiado de Lucrécia, seguido del suspiro de Inês.

- No, ella no fue invitada.  – afirmó la morena, suavizando su expresión facial.

- ¿Tienes cinco minutos para salir de aquí por tu cuenta o prefieres retirarte en una furgoneta de la policía?  – advirtió nuevamente la abogada.

- ¡¿No te desharás de mí tan fácilmente y podrías terminar con mi libertad condicional, si quieres que mi abogado haga lo mismo con tu nuevo “protegido”?!, “exmarido”?!… ¡¿“amante”?! ...ninguno de ustedes debe saber con certeza lo que son uno para el otro ahora.  – se rió falsamente de la situación, tratando de llegar a Marcia por todos los medios, sin embargo, aunque sus palabras quedaran grabadas en la mente de la pelirroja, ella nunca mostraría debilidad frente a Lucrécia.

- Al menos somos “algo” que no se puede decir de ti y de tu pasión enfermiza.  – dijo Márcia, provocando la reacción inmediata de su oponente, quien la agarró por la muñeca, apretándola con fuerza.

- ¡Cállate, cierra esa maldita boca, antes de que te calle para siempre!  - Lucrécia gruñe con impaciencia.

- Incluso podría callarme si dejas de darme pruebas para denunciarte, allanamiento de morada, violencia... y amenazas...- dijo ironicamente, tirando bruscamente de su muñeca, desprendiéndose de las manos de su ex cuñada, señalando la marca que dejó.

   La mujer se tragó sus palabras, miró el rostro de su hermana, quien se asustó y finalmente comenzó a salir del lugar, pero antes de irse advirtió;

- Cuidado, el peligro vive al lado...

Aunque el tono de voz de Lucrécia era aterrador, Márcia no se dejó intimidar.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora