1. Culpa

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- ¡Tus hijos te necesitan, Forsythe! -se quejó ella con molestia. - ¿¡O es que acaso no te importan!? -cuestionó furiosa.

El rodeó sus ojos cansado. - ¿Tu de verdad crees que yo me voy de aquí cada día a las 7:00 AM y vuelvo a las 9:00 PM por gusto? ¿Eh? -soltó una risa sin gracia. - ¡No, mierda! Me voy porque trabajo y me vuelvo mierda para cumplir todos sus jodidos caprichos diariamente. -la señaló.

- No te estoy diciendo que no lo hagas. -ella negó cruzada de brazos. - Solo te pido que le des la atención que tus hijos y nuestro matrimonio se merecen. -exigió seria. - Porque eso es otra cosa que se está yendo a la mierda... -murmuró desviando su mirada de él.

El pelinegro pasó sus manos por su cara con cansancio. - ¿Que esperas que haga, Elizabeth? -preguntó con total seriedad. - Si quieres me quedo aquí con ustedes y nos morimos de hambre. -ofreció sarcástico.

Betty soltó una risa sin gracia. - Esa jodida empresa y tu adicción a ella nos va a joder la vida, ¿Me estás escuchando? -se acercó retadora para mirarlo fijamente y dejó uno de sus dedos contra el pecho de su esposo. - Nos va a destruir. A nosotros, a nuestro matrimonio, a nuestra familia, ¡Todo! Y si algún día me voy, Jughead, me llevaré a mis hijos y te quedarás solo con tu riqueza y tu mierda de empresa.

Ella estaba por irse, enojada, cuando las palabras que el soltó, hicieron que parara en seco.

- No te preocupes. -el se encogió de hombros. - Lo hemos perdido todo. -dijo sin más.

- ¿Que? -cuestionó ella, sin voltear a verlo.

- La jodida empresa de la que tanto te quejas y paga el techo sobre nuestras cabezas y la comida en nuestra mesa ya la perdí. No queda nada de ella.

- ¿De que hablas? -preguntó confundida, volteándose a él de nuevo.

- Ya me escuchaste, Betty. -la miró a los ojos y ella supo que estaba hablando en serio. - Quebró totalmente.

- ¿Por qué no me habías dicho? -preguntó acercándose.

- Porque lo sé desde ayer y lo estoy asimilando además de intentando arreglarlo sin resultados. -se encogió de hombros. - Pero como ahora cada vez que cruzo esa jodida puerta. -señaló la puerta de la mansión. - Lo único que escucho son tus gritos y reclamos, no había podido decírtelo.

Ella rió sin gracia. - ¿Te guardaste por más de un día algo tan "insignificante" como que quebró la empresa y no tenemos nada? -preguntó viendo como el se alejaba dispuesto a subir las escaleras.

El suspiró mirando al piso, luego de subir el primer escalón. - Elizabeth... Estoy cansado. -dijo y la miró. - Mañana hablaré con ustedes y les explicaré todo, ahora iré a dormir.

- Jughead, no, mierda, ¿Como estás tan tranquilo? -se acercó algo desesperada. - ¿Que vamos a hacer?

- Elizabeth. -soltó demandante haciendo que ella dejara de caminar. - Iré a dormir y hablamos mañana. Punto.

- ¡Eres un jodido imbécil! -exclamó ella con molestia, mirándo con sus ojos cristalizados como el subía las escaleras.

Jughead solo subió las escaleras, intentando silenciar de su cabeza los gritos, quejas y reclamos de su esposa. Entró en su habitación y así, con la misma ropa que tenía se tiró en la cama donde se durmió profundamente en solo segundos.

En la mañana, todos estaban en la mesa para desayunar, solo faltaba una de los tres hermanos Jones.

Ya estaba Stefan, el hijo mayor. El era muy parecido a su padre, la forma de su rostro y su cabello con mechones rebeldes, siempre tenía ese típico mechón cayendo por su frente al igual que su padre, la diferencia era que él era castaño y tenía ojos verdes como los de su madre.

Promesas | Bughead | +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora