3. Fracaso

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Betty salió de su habitación y caminó a lo largo del pasillo tocando tres puertas distintas. Segundos despues se abieron revelando a los tres hermanos y les pidió que salieran.

- Tengo dos cosas para decirles. -los miró seria. - La primera es que en la casa que encontró su padre en Riverdale solo hay tres habitaciones, por lo que ustedes dos van a compartir habitación. -señaló a las dos más chicas.

- ¿Qué? ¡No! -se quejó Sophie.

- ¡Pero mamá! -exclamó Selena.

Ambas se quejaron al mismo tiempo y Stefan sonrió egocéntrico, pero cuando Betty les dedicó una mirada retadora ellas guardaron silencio.

- Lo otro es que la casa no es tan espaciosa, por lo que no tendremos vestidores, así que la ropa que ya no quieran por favor apartenla que la vamos a donar. -explicó.

- ¡Estás loca! -Selena exclamó. - No voy a dejar ni una sola de mis prendas, mi ropa Chanel, Gucci, Dior... ¡Fendi! -se quejó. - Ni sueñes que daré mi ropa de marca a personas muertas de hambre.

Betty miró a su hija incrédula, ¿Ella de verdad había dicho eso? Se preguntó a sí misma, pero antes de que pudiese hablar, Stefan se le adelantó.

- Si, mamá, prefiero quemarla toda antes de regalarla a gente mal oliente... -bufó.

La rubia los miró indignada. - Por Dios, juro que no los reconozco y no sé de donde han sacado esa personalidad de mierda que piensan que por tener dinero son más que los demás, pero pues, bienvenidos al mundo real, ya no hay dinero, no habrá ropa de marca y ustedes comenzarán a entender lo que es tener humildad. -los señaló retadora. - Vayan ahora a separar todo lo que si donaremos o juro por dios que donaré absolutamente todo lo que hay en sus vestidores y ustedes llegarán a Riverdale solo con la ropa que están usando ahora mismo.

Selena bufó y entró a su habitación dando un portazo. Betty miró a sus otros dos hijos.

- Vayan. -ordenó seria.

Esa noche, Betty seguía ordenando sus cosas en cajas, separando lo que se llevaría de lo que donaría en cajas distintas.

Estaba sentada en la orilla de la cama con todas sus cosas alrededor de toda la habitación, cuando Jughead salió del baño con una toalla alrededor de su cintura, a lo que Betty levantó su mirada.

- Lo siento. -murmuró ella desviando su mirada de él rapidamente.

El enarcó una ceja y se preguntó internamente en que momento habían pasado de hablar siempre, de contarse todo, de estar abrazados cada que podían a no tenerse confianza, hasta el punto en el que ella se disculpaba por mirarlo semidesnudo.

Suspiró, pero decidió no decir nada. Fue a su closet y tomó su ropa para entrar al baño de nuevo y vestirse. Al salir, se sentó junto a ella en la cama.

- ¿Que haremos? -ella preguntó de repente.

- ¿Con qué?

- ¿Que haremos, Jug? -lo miró. - Digo, perdimos todo, nos mudaremos de ciudad y... No hemos siquiera hablado de lo que haremos. -miró al piso. - No me has hablado de tus planes. -murmuró algo dolida.

El tragó en seco. ¿Por qué escuchar eso de ella había dolido tanto?

- Si, cierto... -asintió como recordando. - Yo... Hablé con nuestros padres. Papá me dijo que iba a hablar con unos amigos que tienen una granja a las afueras del pueblo y bueno, trabajaría allá con los animales y esas cosas. -explicó. - Por lo que me dijo pagan bien, al menos con eso nos alcanzaría para comer, y tú, si estás de acuerdo, puedes trabajar con tu madre en el Heraldo.

Promesas | Bughead | +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora