18. Ilusión

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- Y... ¿Que debo hacer? -Stefan le preguntó a su padre cuando llegaron al lugar.

Jughead lo miró con una sonrisa burlona y comenzó a caminar, haciendo una seña para que lo siguiera y eso hizo.

Lo guió por toda la granja hasta llegar al final donde estaban unos establos, y al menos seis caballos adentro, tres de cada lado y separados uno del otro.

- Limpiar allí dentro. -señaló el separado de un caballo.

- No creo que sean tan... -comenzó a hablar acercándose lentamente a la rejilla que evitaba que el caballo saliera. - Difícil. -hizo una mueca al ver las montañas de estiércol y cubrió su nariz. - Huele horrible.

- Te deseo suerte, campeón. -Jughead dejó dos palmadas en la espalda de su hijo. - Yo iré a ordeñar a las vacas al otro lado de la granja, si me necesitas ve a buscarme y... No dejes salir a ningún caballo porque no sabes manejarlos aún.

- ¿Y como hago?

- Cierra esa puerta. -señaló la puerta principal del establo.

- ¿Quieres que me encierre con los caballos?

- No te harán nada si no los molestas. Ya yo iré a hacer mis cosas, no pierdas el tiempo, que además de esta hay muchas tareas más por hacer. -recomendó y se fue de ahí.

Stefan tomó aire con un suspiro largo y miró al caballo frente a él con una mueca, acercándose a tomar una pala grande al fondo del establo.

- No... Sé si... -Selena tambaleaba sus brazos con una bandeja en su mano, en la cual tenía dos batidos y una hamburguesa. - Pueda llevarlo a la mesa. -terminó la frase.

Tabitha llegó hasta ella para ayudarla a tomar la bandeja que estuvo a punto de caer al piso con la comida.

- Tienes que formar un equilibrio, peso por toda la bandeja o sino se caerá. -explicó, dejando el plato con la hamburguesa en medio y un batido a cada lado. - Y caminar con seguridad.

La pelinegra asintió tomando la bandeja en su mano. Tomó una profunda respiración y dio dos pasos. - ¿Así? -miró a Tabitha.

La mayor rió pero asintió. - Si, así. -sonrió. Cuando Selena se dirigió a la mesa que debía atender, Tabitha se fue tras la mesada y vió a Sophie contando unas monedas. - ¿Tú cómo vas? -enarcó una ceja.

- Bien... Creo. -murmuró.

- Ven, te ayudó. -Tabitha contó el dinero y luego miró a la pelinegra. - Mira, las monedas van aquí adentro. -abrió la caja registradora. - Y aquí está el apartado para cada billete dependiendo de su valor.

- Pero tardo mucho. -hizo una mueca. - Cuando alguien paga.

- Es fácil, tomas la calculadora y mientras la persona pide anotas los precios y vas sumando. -le tendió una calculadora. - Puedes hacerlo de manera mental como hacías, pero así tardas más. -explicó.

Sophie suspiró y asintió. - Bueno, lo haré así la próxima vez.

- Hola, quisiera un café grande. -un hombre habló llamando la atención de las dos mujeres, quienes lo miraron.

- Está es esa próxima vez, anda. -Tabitha le sonrió dándole tranquilidad.

Sophie la miró con un poco de miedo pero asintió y se dirigió a atender al hombre.

- ¿Cómo vas? -Jughead entró al establo, donde Stefan terminaba de limpiar.

Se volteó hacia el completamente lleno de suciedad e hizo una mueca. - ¿Bien?

- ¿Aun no terminas? -el pelinegro suspiró. - Esto era para terminarlo en una hora y ya es casi mediodía. -se cruzó de brazos.

- Es difícil. -Stefan bufó.

- No, no lo es. -negó. - Te ayudaré a terminar.

- No necesito tu ayuda. -Stefan negó, desviando su mirada de su padre.

- Si la necesitas. -Jughead afirmó.

- Solo vete, yo lo terminaré solo. -me pidió.

El mayor frunció el ceño. - Stefan, basta de tonterías, no eres un niño. -Jughead lo retó. - Deja de tratarme como si fuera cualquiera, soy tu padre y me vas a tratar como tal, con el respeto que me merezco. -dijo serio.

- Padre es el que cría y tu prácticamente nos abandonaste. -murmuró sin mirarlo. - Y dejaste a mi mamá, y aunque ella te perdone una y otra vez, yo no. -dijo serio.

El pelinegro tragó en seco. - Ya te dije que quiero cambiar, si tu madre me cree y confía en mí es porque-

- Es porque aún tiene la estúpida ilusión de que tu realmente vas a cambiar, es porque te ama. -Stefan lo interrumpió. - Pero yo no lo hago y se muy bien como terminará esto.

Jughead bajó su mirada con el ceño fruncido, dolía una y otra vez y aunque sentía que su corazón estaba completamente roto por como su hijo le hablaba, era como si lo siguiera estrujando cada vez más con cada palabra.

- Iré a... Iré a limpiar afuera. -murmuró Jughead saliendo de ahí, dejando solo a su hijo de nuevo.





















Buenos días!

Espero que les guste <3

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