4. Quejas

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Al día siguiente, luego de que los hermanos volvieron a casa ya que se estaban despidiendo de sus amigos y Selena de su novio, ya luego se encontraban en la casa listos para irse pero primero se despedirían de Martha.

La rubia fue la última en abrazar a la mayor, luego de que esta se despidió de los tres hermanos y de Jughead.

- Ten en cuenta lo que hablamos. -le pidió la mujer.

Betty asintió. - Nos mantendremos en contacto. Si necesitas algo, no dudes en llamarnos.

- Digo lo mismo. Cuídense.

Todos sonrieron y salieron de la casa dispuestos a subir sus cosas al auto, pero cuando todos salieron Martha llamó la atención del pelinegro.

- Jughead.

El se volteó a ella. - ¿Si?

- Lucha por tu familia. -le aconsejó. - Por esa familia que tenían antes... Haz que regrese, y por favor, valora a Betty, es una gran mujer.

El sonrió de lado. - Aún no se por donde empezar, pero en mis planes está arreglar las cosas. -asintió.

La mujer sonrió de lado. - Si no se te ocurre algo en mucho tiempo llámame, eh. -dijo divertida.

Jughead soltó una risita. - Lo haré. Gracias por todo, Martha.

Ella solo le guiñó un ojo y luego, el también salió de la casa y todos subieron a la camioneta negra.

Viajarían en auto desde Los Ángeles hasta Riverdale, lo que sería un cansado viaje de día y medio, sin contar las paradas de descanso o las noches que pasarían en cualquier hotel.

Jughead y Betty decidieron que lo mejor era viajar así, ya que no tenían para pagar los boletos de avión y además al llegar a Riverdale podrían vender esa Range Rover y comprar un auto más pequeño y barato.

Sus cajas y maletas las enviaron en un camión de mudanzas que llegaría a Riverdale cinco días después, por lo que cada uno llevó solo un bolso con la ropa que necesitarían esos días y las cosas más importantes.

Antes de salir de la ciudad, Jughead hizo una parada en un refugio donde bajó seis cajas de toda la ropa que ya no iban a poder llevarse y la donaron allí, sabía que habían muchas personas ahí que le iban a dar mejor uso y que sí la necesitaban.

En el camino, Selena bufó. - Ruédate, Sophie, estoy incómoda. -se quejó.

- ¿Pero no ves que no hay espacio? -se quejó la ojiazul que estaba en el medio.

- Ya cállense. -pidió Stefan serio, mirando a sus hermanas.

- ¡Ush! ¿¡No pudieron mínimo pagar un asqueroso boleto de avión!? -se quejó la pelinegra menor hacia sus padres.

Jughead repentinamente frenó de golpe la camioneta luego de orillarse a la carretera y se giró a sus tres hijos, quienes lo miraron algo sorprendidos y atemorizados porque él se notaba furioso.

- ¡Estoy harto de sus insultos, de sus groserías y de que nos traten a mí y a su madre como que si fuéramos dos extraños! -se quejó en gritos. - No quiero oír una sola queja más porque nada de lo que está pasando es de mi agrado y aún así me estoy jugando la vida por intentar arreglarnos. -dijo intentando calmarse. - No quiero otra mínima falta de respeto, Selena. -miró serio a la nombrada que asintió sin miedo. - Esperen a que lleguemos a ver si así comienzan a agradecer lo que tienen, porque aunque creen que la vida se les está acabando por no tener millones de dólares y no vivir en una mansión, créanme cuando les digo que lo tienen todo.

Se arregló de nuevo en el asiento mirando al frente y suspiró.

- Repito, no quiero escuchar una sola queja más en todo el camino, ni peleas porque están incómodos, porque si quieren los dejo aquí para que ustedes mismos vayan a trabajar y se busquen su jodido dinero para pagar un boleto de avión, así como ustedes creen que es de fácil. -los miró por el espejo retrovisor. - Así que si no van a decir nada bueno o que nos sume, entonces mejor mantengan la boca cerrada, ¿Entendido?

Ellos asintieron y Jughead frunció el ceño.

- ¿¡Entendido!?

- Sí, papá. -los tres respondieron al mismo tiempo.

- Perfecto. -dijo él, comenzando a conducir de nuevo.

Betty miró a su esposo de reojo y devolvió su vista a la ventana junto a ella, decidiendo que lo mejor era seguir guardando silencio.

Luego de siete horas conduciendo solo con algunas paradas para llenar combustible y comer, Jughead aparcó en un hotel a orillas de la carretera.

No era el más lujoso, pero se pagaba un precio accesible por pasar la noche ahí y se veía todo perfectamente limpio.

Pagó la habitación más grande donde habían dos camas matrimoniales y una individual. Luego de un rato discutiendo, los hermanos decidieron que Selena dormiría en la individual y Sophie con Stefan en una de las matrimoniales. Y por supuesto la pareja en la matrimonial sobrante.

Por supuesto el primero en caer profundamente dormido fue el pelinegro, pues estaba bastante cansado. Betty lo vió con una sonrisa ladina y se acostó a su lado, dándole la espalda.

Al día siguiente, Jughead despertó solo en la habitación. Frotó sus ojos con cansancio y la puerta se abrió unos segundos despues, por donde entraron sus hijos y esposa.

- Buenos días. -murmuró el pelinegro cuando entraron.

- ¿Buenos días? -Stefan preguntó incrédulo. - Esa cama acabó con mi espalda y la comida estaba asquerosa, n-

Jughead lo interrumpió. - Cállate. -ordenó. - Se los dije, no quiero escuchar una sola queja más, confórmate porque esto es lo que hay.

Se levantó molesto y tomó algunas cosas de su bolso dispuesto a entrar al baño a ducharse.

- Recojan todo porque desayunaremos y nos iremos. -ordenó, pero cuando estaba por entrar al baño Betty le habló.

- Ya nosotros desayunamos, Jug. -le dijo Bety a su esposo. - Te trajimos a ti también. -levantó una bolsa que tenía en su mano.

El sonrió de lado. - Bueno, me ducharé y luego de que termine la comida nos iremos.

Ya tenían tres horas en carretera, hasta que hicieron otra parada para comprar agua y llenar gasolina.

Había estado lloviendo un poco, pero aprovechando que el sol salió, Selena bajó del auto entre quejas y se acercó a la orilla de la carretera buscando encontrar un poco de cobertura con su teléfono.

- ¡No hay nada de señal, ugh! -se quejó dando un pisotón.

Jughead la miraba divertido desde la gasolinera tomando el mango mientras esperaba que se llenara todo el tanque de la camioneta, y soltó una risa ante sus quejas.

En eso, un auto pasó a toda velocidad a su lado, pasando justo sobre un charco de agua que la lluvia dejó, salpicando toda la ropa de la ojiverde.

Ella abrió su boca mirándose con asco y se quedó así, en shock, mientras desde el auto sus hermanos y madre reían al ver la escena y Jughead aguantaba sus carcajadas.

- ¡Imbécil! -le gritó al auto, por más de qus este ya estaba bastante alejado.






















Toma, a ver si tu ropa cara aguanta el agua sucia de la calle 😘😘😘

Espero que les guste!

Bye... ✨

Promesas | Bughead | +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora