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El que Jean no sea un hombre esporádico por naturaleza no significa que sus repentinos cambios de planes sean catastróficos, por el contrario el que muchas veces sea tan metódico —cuando no le cansa serlo— le ayuda a ser muy consciente a la hora de tomar decisiones sin horas de premeditación. Comprende que cada acción por más mínima va acompañada de gran responsabilidad y desencadena una reacción de la que debe sí o sí hacerse cargo.

Por tal cosa Connie, Sasha y otra persona en su momento llegaron a decirle que tiene madera de líder, algo que nunca entendió y pronto se halló olvidando ya que tenía cosas más importantes con las cuales llenar su mente. Jean no creía ser capaz de acarrear grandes responsabilidades sobre sus hombros ni mucho menos de sobrellevar las consecuencias de sus equivocaciones, razón por la que pasó meses y meses actuando en modo automático hasta que su cuerpo empezó a moverse por sí solo ignorando las indicaciones de su cerebro.

No era habitual que sucediera pero después de darle tantas vueltas al mismo asunto era comprensible que un día se hartase y sin pensarlo en absoluto se dirigiera a la casa de enfrente, tocando la puerta y timbre repetidas veces hasta que alguien, para su suerte la persona a la que buscaba, lo recibió con gesto extrañado por su aspecto tan desairado.

—Dijiste que te agrado. —Mencionó, añadiéndole a sus palabras el lenguaje de señas necesario para que Armin pudiera comprenderle mejor, en caso tal de una falla en sus audífonos—. ¿Por qué?

Armin no pudo verse más desconcertado ni aunque lo hubiera intentado.

—''¿Qué?''

—¿Por qué te agrado?

—''¿No pudiste preguntarme esto el lunes en clases como una persona normal?''

—Vivo frente a ti, tampoco es como que corrí media ciudad ¿sabes?

Su respuesta hizo a Armin sonreir. Hasta entonces Jean no se había percatado de cuan distintas son las sonrisas de Armin. A veces sonriendo con cautela, labios sellados y comisuras elevadas o por el contrario, sonrisas donde la comisura de los labios apunta hacia abajo y se siente cómico por la mirada divertida que él le añade, en otras ocasiones muestra los dientes y se da a sí mismo un aire de suficiencia que lejos de hacerle ver como un arrogante insufrible, lo prepara a la perfección para ser fotografiado por algún hábil fotógrafo o un paparazzi oculto entre los arbustos. Jean imaginó a Armin coleccionando sus propias sonrisas, ampliando la lista cuando se le ocurre una nueva y mejor manera de hacerlo.

''¿Quieres pasar?'' —propone, dejando a Jean perplejo.

—¿Yo? —se señaló a sí mismo por inercia—. ¿A tu casa?

El resoplido que escapó de la boca de Armin fue divertido.

—''No es la primera vez que pasas, anda.''

No lo era, para aun así cuando Armin se echó a un lado para cederle el paso se congeló. No era la primera vez ciertamente, pero eso no detuvo el creciente nerviosismo que se extendía por su cuerpo. No había estado en sus planes que Armin lo invitara a pasar, llegó a considerar que el chico le tiraría la puerta en la cara y lo dejaría sin respuesta ¿En serio le estaba queriendo dar acceso a su hogar?

—No, no, —Jean negaba deprisa—. No, no podría, no sé si a tus padres les gusten las visitas de imprevisto...

—''¿Entonces para qué me viniste? Bien te pudieron abrir ellos la puerta.''

—Sí... Es que pensé darles una mentira, alguna cosa relacionada con la escuela.

—''Ajá. Mis papás no están, pasa.''

Voces que fabrican sueños ¦ Jearmin ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora