#24

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La idea de Sasha y Connie de correr hasta el centro comercial pudo haber sido un planazo para ambos, pero para Jean y Armin era innecesario y el presagio de un dolor en las piernas que no les dejaría levantarse a la mañana siguiente.

—Lamento mucho —dice Jean. Armin al principio no comprende hasta que ve al chico llevarse una mano a la nuca nervioso—. Yo quería quedarme a solas contigo.

¿Eso? No podría importarle menos. Con Connie y Sasha todavía podían disfrutar bastante, además nunca está de más una salida grupal ocasional.

—No importa ¿quieres que los alcancemos?

Jean lo dudó por un instante, torciendo el gesto notoriamente.

—No tenemos que echarnos a correr.

—¿Lo dices porque soy lento?

—Lo digo porque no me quiero alejar mucho de ti... —Repentinamente Jean reaccionó, girando su cuerpo en dirección a Armin—. Espera tengo una idea.

Armin lo observó con curiosidad.

—Súbete detrás de mi.

—Uy.

—No de esa manera, en mi espalda.

—Ah, ya me estaba ilusionando —rió–. Aunque esto tampoco me disgusta ¿Cómo lo hago?

Jean se agachó y le dio su espalda a Armin, este se montó con cuidado siguiendo las indicaciones de Jean y se incorporaron segundos después tras tomar equilibrio y que Jean decidiera mentalmente que si o si debían hacer eso más seguido. Armin era mucho más ligero de lo que creyó, pesaba, sí, pero en comparación con lo que esperó se sentía como tomar una pluma entre su dedo índice y pulgar. Y la cercanía ni hablar, la calidez del cuerpo de Armin contra el suyo nubló el resto de sus sentidos.

Para Armin no era muy diferente. Cuando la fragancia natural de Jean inundó sus fosas nasales se dio a sí mismo por perdido, el aroma a suavitel de la ropa entremezclado con la vieja colonia de Jean se volvió una adicción. No pudo más que abrazar más el cuerpo del muchacho, esperando que los latidos de su corazón no retumbaran en la espalda  de él y delataran cuán ansioso estaba. Ahí fue cuando decidió que sí o sí Jean tendría que llevarlo sobre su espalda más a menudo.

—No vayas a ir muy rápido que nos caemos de jeta —advirtió, sacándole una carcajada a Jean.

—Iré despacio, pero si preguntan diré que te torciste el tobillo corriendo y por eso te estoy cargando.

—Mejor, porque si me preguntan a mi iba a decirles que me estabas consintiendo.

—Cuando lleguemos prometo consentirte de verdad.

Armin le dio un beso fugaz en la cabeza.

—No si yo lo hago primero. 

Comenzó a caminar, derritiéndose por dentro por tener los brazos de Armin rodeándolo con  tanto afecto. ¿Armin le rozaba la oreja con la punta de su nariz a propósito? No quería preguntar si eso significaba que dejase de hacerlo. Esperaba también que ningún conocido llegara de la nada a arruinar el momento, la parte más fastidiosa siempre era tener que dar falsas explicaciones.

—He pensando un poco y ¿sabes? —Comentó Armin—. No te he visto hablar con Mikasa en un buen tiempo ¿hay alguna razón para eso?

Jean mentiría si dijese que no era consciente de eso, pero estaría mintiendo aun más si dijese que sabe el motivo. Quizá Mikasa captó su rechazo, o notó estaba muy ocupado en  sus propios problemas como para prestarle atención. Aunque conociéndola lo más seguro es que ella tuvo sus propios asuntos personales por atender y por eso es que guardó su distancia con Jean, una distancia únicamente física porque en mensajería no dejó de escribirle mínimo semanal para dejar en claro que lo tenía muy presente en la cabeza. 

Voces que fabrican sueños ¦ Jearmin ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora