#18

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La angustia que sintió Armin no hizo más que incrementarse minuto a minuto, hasta volverse tan pesada y notoria que Connie no se contuvo y fue con él sin ocultar su rostro preocupado.

—¿Qué pasa? —Pronto miró a su alrededor, frunciendo el entrecejo—. ¿Dónde está Jean?

¿Qué responderle? Habían discutido y luego Jean se esfumó de su vista a hacer quien sabe qué. La culpa lo invadió, quizá se estuvo sobrepasando con los secretos, o más bien, se esmeraba en taparlos de la manera incorrecta y eso orilló a Jean a reaccionar como lo hizo. Armin no podía dejar de repetir en su mente la escena, lamentandose por haber sido tan imbecil una y otra vez en lugar de detenerse a pensar en Jean.

Bueno, lo hizo, pensaba mucho en él. Por eso no podía decirle, no lo soportaría...

Pero no por ello le dolía menos. El corazón le latía fuertemente contra el pecho y no tener a Jean cerca lo estaba mortificando. Necesitaba al menos verlo para saber que no estaba haciendo ninguna tontería o siendo consumido por el enojo.

Y es ahí cuando, en medio de preguntas de Connie que no procesó, sus ojos enfocaron al muchacho que se iba acercando tembloroso hasta la plaza, con una palidez nada propia en él y una mirada perdida que encendió las alarmas en Armin. No se molestó tan siquiera en añadir algún comentario con Connie, sus piernas se movieron por sí solas y para cuando se dio cuenta, ya estaba yendo hacia Jean sin pensar en nada salvo en aclarar las cosas antes de que algo más se pudiera mal interpretar.

—Jean... —Susurró, dándose cuenta de que había hablado en voz alta porque este lo observaba perplejo, plantado a un metro frente a él—. Perdón, contesté mal y tenías razón...

A pesar de sentirse bastante lejano y con la boca pastosa, Jean buscó fuerzas en sí para poder decir algo.

—Armin, te pueden oír...

—Perdón. —Repitió, ignorando las palabras de Jean—. Hablo en serio, y  antes de volverme a callar creí que merecías unas disculpas en voz alta. Sé que puedo ser muy mierda a veces pero es que hay cosas de mi que no estoy listo para decirte todavía porque en serio te quiero y procuro hacer las cosas bien, sólo que, no sé muy bien como hacer las cosas bien y acabo actuando a lo estúpido con tal de cerrarme más. Y está bien que no esté listo, es verdad, pero eso no me da derecho a despreciarte o hacerte sentir menos.

Si Jean para entonces estaba temblando para ese instante estaba por desmoronarse. Su mirada titubeó, vagando por el sitio. Estaban bastante alejados de sus compañeros y nadie les prestaba atención, los profesores ocupados en sus asuntos mientras que Connie se quejaba con Sasha por el reciente abandono. Parados en una esquina lejana de la plaza, tapados por un inmenso arbusto y con un contenedor de basura desgastado a un costado como testigo.

Necesitaba fuerza. Mucha fuerza. De otro modo acabaría rompiendose en mil pedazos al reconocer que el mismo muchacho que estaba ahí frente a él tratando de enmendar su error, es el mismo muchacho al que estaba por decepcionar.

La verdad, Jean no consideraba haber decepcionado a mucha gente a lo largo de su vida porque para empezar pocos eran los que esperaban algo de él, pero podía recordar la imagen de su madre viéndole con reproche cuando tomaba una mala decisión, o el gesto apagado de Marco cuando quebraba sus promesas o pasaba de largo cuando alguien le pegaba. De nuevo se enfrentaba a una situación como esa, sólo que esta vez era él quien daba el golpe.

Y eso lo hacía todo peor.

—Yo soy quien lo lamenta Armin. —Por supuesto, Armin estuvo por decir algo más, separando los labios para decirle que no era culpa suya cuando Jean negó con la cabeza, sin dejar de temblar—. No, en serio. Hice algo que no debí.

Voces que fabrican sueños ¦ Jearmin ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora