#13

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Para Jean visitar la casa de Armin no era algo fuera de lo usual, mucho menos lo era ir a su habitación cuando no había nadie en casa, sin embargo por el tono de la invitación estaba inseguro acerca de lo que encontraría en aquella ocasión.

Después de todo, las cosas empezaron con ellos intercambiando ideas acerca de libros y terminaron con Armin buscando una de sus colecciones entre las cajas que incluso semanas después de la mudanza continuaban en su habitación estorbando el camino. La flojera de Armin debía ser galardonada, llevaba prácticamente dos meses (quizá más) en la ciudad y seguía sin acomodar ni la mitad de sus pertenencias.

''es que es más cómodo así, además no había necesitado nada de esto.''

Esa fue su respuesta, aunque Jean no estaba del todo seguro de cuán cierto era cuando notó la clase de objetos que Armin sacaba a relucir. En cierto momento mostró un par de zapatos nuevos y prácticos que superaban por mucho el calzado habitual de Armin, y aun así los tiró un costado como si fueran carentes de importancia y siguió rebuscando entre las cajas minimizando cada una de las cosas que encontraba.

—Se nota que eres un niño rico —fue la respuesta dada por Jean, suspirando agotado.

Armin no le dio una respuesta directa más allá de un despreocupado encogimiento de hombros. Destapó otra caja, observando complacido la pila de libros en su interior.

—Hasta que por fin.

—Para que veas la importancia de indicar lo que hay dentro de cada caja —comentó Jean a modo de reprimenda, pero de nuevo a Armin le dio igual.

—¿Qué era lo que prometí darte?

—Algo de Agatha Christie, creo.

—Ah, sí. —Asintió en afirmación—. Olvidé que eres un completo ignorante de la buena literatura.

—¿Con qué derecho críticas mi gusto literario? Te dije que me gustan las cosas ligeras y no veo nada malo con ello.

—Hay un enorme problema si opinas que libros como ''Boulevard'' realmente son buenos.

—Reconozco que no es el mejor libro que he leído, pero tampoco es tan malo.

Volcó los ojos lleno de hastío.

—Bueno a ver, primero que nada. —Alzó el dedo índice—. Ese libro no tiene ninguna trama, sólo es un chico tóxico y traumado que se enamora de una chica pick me sin personalidad extremadamente inocente y con padre ausente. —Alzó un segundo dedo—. En segundo lugar no hay nada relevante en esa historia salvo la muerte del personaje principal en el último capitulo. De resto solo es una historia vacía entre personajes estereotípicos, sin una trama, sin nada que le impida a los personajes estar juntos, y un montón de frases cringe puestas al azar con la falsa idea de que así la historia se verá profunda y poética.

Si bien Armin no estaba del todo errado, Jean se percató de un detalle en particular al respecto.

—¿Como sabes eso? —cuestionó.

—Una ex novia me hizo leerlo —la declaración enmudeció a Jean, aunque para Armin era un hecho sin relevancia y pronto se lo hizo ver con un ademan desinteresado—. De todos modos eso no duró mucho, no quise mentirle y me rompió por arruinarle las ilusiones.

—Ah... ¿A ella también le llegaste a hablar?

—Era sordomuda Jean, si vas a celarme al menos intenta no dejarte en ridículo.

—¡No te celo! —espetó, obteniendo una jugosa carcajada de Armin—. Al menos déjame ayudarte ahí.

Armin se encargó de vaciar la caja y dejar los libros regados por el piso. Jean se agachó a su lado, comenzando a examinar portada tras portada para así dar con ejemplar de Oscar Wilde que Armin le prometió.

Voces que fabrican sueños ¦ Jearmin ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora