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Nunca se consideró un amante de los sabores dulces pero es un hecho innegable que le gusta el sabor de las palomitas acarameladas por encima de las normales bañadas en mantequilla. Apenas tuvo el bol entre sus manos tomo un puñado y se lo llevó a la boca sin siquiera pensarlo, machacando entre sus dientes aquel apetitoso dulce hasta que no quedó más que una pasta vizcosa, tragando con la intención de poder ingerir más.

Eso por supuesto difiere de la opinión de Armin, quien siempre va a preferir la receta habitual, aun así Jean no podía decir que lo estaba obligando ya que fue el mismo Armin quien se ofreció a hacer palomitas acarameladas así como a ver The Boys. Jean estaba inseguro de las intenciones detrás, no obstante la propuesta resultó muy tentadora como para negarla y pronto se halló olvidando que el día anterior Armin se la pasó ignorando sus e-mails para pasarla con Hitch.

Tampoco es que eso lo hubiera afectado, para nada, no era nadie para sentirse ofendido ya que, para empezar, Armin y él no tenían una amistad real y segundo, Hitch es una chica linda con la que estudian y con la que Armin está en su derecho de salir. En todo caso lo importante es que Armin al menos se tomó la molestia de escribirle en la noche y luego de Jean ignorarlo por unos prolongados veinte minutos accedió a que se vieran acotando que se encargaría de comprar las palomitas.

Siguieron la receta de un tutorial y gracias al cielo todo salió bien aunque no fue tal cual imaginaron. Las palomitas eran más pegajosas de lo indicado y hasta más dulces, pero cuando se tiene hambre es difícil preocuparse por el sabor o la textura —según palabras del propio Armin—.

—¿No es un poco fea esta serie? —cuestiona Jean con una mueca de asco a causa de una escena grotesca y llena de sangre—. No es que no sea buena pero se siente excesivo.

Armin extendió una mano hasta llegar al tazón de palomitas puesto sobre las piernas de Jean. Estaban viendo la serie en la sala aprovechando el televisor pantalla plana que Anthony Arlert no llevaba mucho de haber comprado, así como la privacidad que les brindaba el poder estar solos en casa.

Y lo cierto es que estaban bastante cómodos, sentados en el sofá con sábanas y almohadas extraídas de la habitación de Armin, casi parecían un par de pubertos en plena pijamada de no ser porque en lugar de tomar alcohol a escondidas se estaban reventando el estómago a base de azúcar. Había una tranquilidad excepcional y tan disfrutable que Jean pidió vagamente que aquel instante nunca acabara.

—''Yo la veo normal.'' —opinó Armin.

Con los ojos en blanco Jean dejó salir una carcajada cargada de incredulidad.

—¿Por qué siquiera te pregunté? Ya estaba olvidándome de lo raro que eres. —Ante sus palabras Armin formó un puchero.

—''No soy raro.''

—A veces sí —insistió Jean—. Al menos cuando comienzas con tus gustos turbios, dejame adivinar ¿fuiste fan de los creepypastas?

—''¿Y tú qué?'' —pregunta en respuesta—. ''Se nota a kilómetros que tus gustos son una mierda.''

—¿Qué tienen de malos mis gustos?

—''Te gusta FRIENDS.''

—Así como a muchas otras personas, es una serie exitosa.

—''Hay mejores.''

Tomó un puñado de palomitas y  las encestó todas en su boca. Armin se limpió la mano despreocupadamente con la camiseta.

—''Nos excedimos con el azúcar.''

Acompañando sus palabras con una sonrisa divertida, Jean se contagió de su humor, riendo sin poder parar.

Voces que fabrican sueños ¦ Jearmin ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora