Ocho.

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— Maldición.. ¿Cómo es que aún sigues siendo tan jodidamente lindo? —

— Uhm.. mientras más tiempo pasa me pongo más lindo. —

Mencionó el Omega con una pequeña sonrisa mientras se acurrucaba más contra el pecho de su alpha.

Ya habían pasado unos 27 largos años desde el nacimiento de sus bebés, 27 años llenos de felicidad para la pareja.
Ya Katsuki tenía 54 y Shoto 55.

Sus bebés ya no vivían con ellos, cada uno creció y se fue a hacer sus vidas.

Kioko se convirtió en una heroína, la cual viaja por todo el mundo salvando incontables vidas, siguiendo el perfecto ejemplo de sus padres.

Mitsuo se convirtió en un chef profesional, y gracias a la ayuda de sus padres se volvió sumamente reconocido en su campo por su talento, teniendo varios restaurantes a lo largo del mundo.

Kasumi se volvió un héroe profesional, pero en esos momentos se encontraba de descanso por estar embarazado de su primer hijo.
Shoto y Katsuki siempre iban a visitarlo y cuidarlo, bueno, Katsuki más bien iba a pelear con el bastardo que embarazo a su bebé.

Shouko se volvió un gran y reconocido empresario, el cual siempre estaba viajando de un lado al otro.

Pero siempre, en navidad y en diversas reuniones familiares, la familia se reunía en aquella casa donde habían crecido, donde compartían incontables recuerdos, donde ambos padres veían con orgullo a sus bebés.

— Uhm.. Sho. —

— Dime. —

— La casa está un poco silenciosa.. —

El Omega río levemente con nostalgia al escucharlo, desde que sus bebés nacieron siempre había demasiado ruido en su gran hogar, aunque ahora, y desde que sus bebés comenzaron a hacer sus vidas, aquella casa se había vuelto muy silenciosa.

— Tienes razón.. —

El alpha soltó un pequeño suspiro al oler las feromonas triste de su Sho, así que lo envolvió en sus brazos, aunque sus feromonas también se habían vuelto un poco tristes.

— Ya.. ellos están grandes amor.. —

— Lo se Kats.. pero.. los extraño.. —

Ambos estaban tan sumergidos en su pequeña burbuja de tristeza y nostalgia, tanto que no escucharon el gran bullicio que se había armado en la sala de su casa, mucho menos escucharon los incontables pasos que se aproximaban a la habitación de ambos.

— ¡Te dije que me soltaras el cabello! —

— ¡Y yo te dije que no te llevarás mis zapatos!

— ¡Callense un maldito segundo! —

Ambos padres voltearon a ver rápidamente hacia la puerta cuando está fue abierta abruptamente, dejando ver a tres alphas y un Omega, los cuales parecían que venían peleando todo el camino.

— ¡Ah!, ¡Papás! —

Kioko se lanzó a la cama de sus padres entre risas, siendo recibida por los brazos de estos, los cuales sonreían felizmente al tener a sus pequeños cerca, no se esperaban aquella visita, aunque llegaron en un momento muy oportuno.

Sus otros tres pequeños se acercaron a la cama, siendo todos recibidos por los brazos, besos y feromonas de sus padres, los cuáles estaban más que felices.

— ¿Uh..?, ¿Qué ocurre papá? —

Todos voltearon a ver a Shoto cuando esté sollozo, aunque rápidamente negó con una pequeña sonrisa mientras limpiaba sus lágrimas.

— Es.. es que los extrañe mucho.. —

Los hermanos se miraron entre ellos, para después sonreír tiernamente, rodeando a ambos en un fuerte abrazo.

En aquella habitación solo se escuchaban los pequeños sollozos de Shoto, las quejas de Katsuki para que lo soltarán y los pequeños gritos y risas de los cuatrillizos.

Mientras tanto en la sala se encontraban las parejas de estos, quienes sonreían felizmente al escuchar todo lo que corría en aquel cuarto.

— Kioko ya estaba demasiado triste por no ver a sus hermanos y a mis suegros. —

Mencionó un Omega de cabellos negros con una sonrisa cálida, la pareja de Kioko.

— ¡Así también estaba Shouko!, ¡Dios, estaba demasiado impaciente porque este día llegará! —

Mencionó la alpha con una gran sonrisa al recordar los pequeños murmullos frustrados de Shouko en el avión al tardar tanto en llegar.

— Díganme Kasumi, siempre me decía lo mucho que quería ver a sus hermanos. —

El alpha sonrió con ternura al recordar las veces que tuvo que consolar a su Kasumi porque este extrañaba a su familia.

— ¡Mitsuo también estaba así!, ¡Son muy lindos! —

La Omega sonrió con ternura, siempre habían admirado lo tan unida que era aquella familia.

— ¡Ya les dije que me suelten! —

Las risas de todos abundaron en aquella casa al escuchar los quejidos del alpha cenizo, quien al final también termino riendo levemente mientras abrazaba a sus cachorros y al amor de su vida, rápidamente al abrazo se unieron las parejas de sus cachorros, creando un ambiente muy familiar y acogedor.

La noche fue muy animada, bueno, la semana, ya que todos habían despejado sus agendas para pasar una semana en aquella casa que tanto amaban.

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¡Muchas gracias por leer esta historia!, Espero que les haya gustado ♡

•¿Shoto está embarazado? • [Bakutodo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora