🥀 ; 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖘.

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Partiendo el último tronco que quedaba, Félix dejó clavada la hacha en la firme base del roble más grande.

Se dejó caer hacia atrás, de espaldas contra el terreno sintiéndose exhausto y le dio la razón en silencio a Jisung; nunca había agarrado un hacha en su vida y tampoco pensó que fuese más complicado que usar la espada o un arco.

—Te ves terrible —comentó el castaño, soltando una risita y se sentó a su lado.

—Esto es bastante agotador —la voz de Félix era entrecortada, pues trataba de recuperar la respiración.

—Pero ha sido el único tronco que has partido... y lo hiciste mal.

—Creo que prefiero las flechas y las espadas.

El rubio llevó sus brazos a la altura de su cabeza para cubrir sus ojos de la luz que, aunque no fuese intensa, aún resultaba ser molesto.

El silencio por parte de ambos comenzó a reinar en el lugar y lo único que alcanzaba a escucharse era el bello cántico de las aves revoloteando en los árboles cercanos y otras cuantas buscaban comida en la tierra.

—Jisung —llamó Félix y como respuesta, el castaño volteó a verlo haciendo un ruidito con la garganta—. ¿Creerías que estoy loco si te cuento algo que me sucedió ayer?

—Depende —contestó—. Aún no te conozco bien y comienzo a creer que lo estás.

Félix rió por lo bajo y terminó incorporándose para quedar a la misma altura que el contrario. Sus ojos fueron directo al lugar en el que había visto aquella silueta y su semblante se mantenía sereno, buscando las palabras correctas.

—¿Qué tan común es que te persigan los cuervos?

Con esa pregunta, el ceño de Jisung se arrugó por lo absurda que le había parecido y terminó riendo.

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—No te rías —reprochó el rubio, haciendo una pequeña mueca—. Ayer en mi llegada, apareció uno de ellos cuando estaba trayendo el equipaje y tal vez era por el cansancio, pero de un momento a otro, sus ojos cambiaron a un intenso color rojo.

Remplazando su expresión de burla a una más serena, Han Jisung alzó una de sus cejas sin despegar la mirada del rubio a su lado. Por alguna razón, lo relatado le hizo sentir un escalofrío por toda su espalda y soltó un suspiro.

—Solo sé que esos animales significan un augurio de muerte o algo así —terminó encogiéndose de hombros—. Eso es lo que dice la gente, pero la verdad, para mí solo son un par de aves carroñeras como cualquier otra y es común que habiten aquí debido al bosque.

—¿Y si te visita dos veces?

—Entonces deberías sentirte afortunado al saber que se sienten atraídos por tu aura. Pero sí es algo extraño —agregó, ganándose la inmediata atención por parte de Félix—. Los cuervos nunca se acercan a los terrenos o alrededores de este lugar, solo los escucho desde lo lejos del bosque.

—¿Nunca has entrado ahí?

—No.

—¿Por qué? ¿Por miedo?

—No es algo que me interese hacer, Félix —respondió con cierta irritación en su voz. La curiosidad de aquel chico comenzaba a causarle fastidio.

—¿Me vas a decir que siempre sí crees en todo lo que se habla sobre el bosque de Bukchon?

—No creo en nada de eso —Jisung se puso de pie para alejarse del contrario, tratando de creer en sus propias palabras.

Retomando su actividad, sujetó un tronco y de un brusco movimiento logró sacar el hacha clavada en el roble.

BISSED • HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora