🥀 ; 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖘𝖎𝖊𝖙𝖊.

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En los años que llevaba de vida, Lee Félix jamás hubiese imaginado encontrarse en una situación como la que estaba viviendo en esos momentos; ver y escuchar todo lo que sucedió aun lo tenían pensando con detenimiento cada detalle, por muy mínimo que fuese.

Desde la fuerza que poseía el pelinegro, hasta el impresionante cambio de lobo para dejar al descubierto a un chico, todo parecía, sin duda alguna, escenas sacadas de un cuento de terror.

Volvió a su realidad cuando se percató que el tacto del contrario era como el hielo; frio y sin alma.

Félix dedujo por un segundo que se debía a lo gélida que se encontraba la noche después de la tormenta, pero era imposible de creérselo por completo, porque había estado consciente durante aquel enfrentamiento y todo lo que vivió en ese instante no era parte de una pesadilla o alucinación.

El pelinegro lo jaló con brusquedad del brazo, atrayendo más el cuerpo del rubio hacia el suyo.

La respiración de Félix comenzaba a hacerse más pesada y lo único que cruzaba por su mente era lo mucho que se odiaba por haber entrado de nuevo al bosque; ahora solo deseaba con todas sus fuerzas salir corriendo de ese lugar.

Los brillantes ojos carmesí del pálido chico permanecían clavados con vehemencia sobre la sangre que salía de su brazo y al acercarlo más a sus labios, su mandíbula se tensó, encontrándose consigo mismo en una lucha, evitando cometer algún siniestro acto que pusiera en peligro la vida del rubio frente a sus ojos.

Intentándolo por última vez, un aterrado Félix volvió a forcejear para zafarse, pero fue otro intento fallido, pues volvió a ser jalado con fuera logrando que su pecho chocara con el cuerpo ajeno y con cuidado, el pelinegro terminó hundiendo su rostro en la abertura del cuello impropio.

—¿Qué te pasa? ¿Acaso estás loco? —preguntó Félix, intentando que no lo delatara la mezcla de nervios y del temor que sentía—. Por favor, suéltame.

—En esta maldita eternidad en la que estoy condenado a existir, jamás me había sentido consumir por dentro ante el veneno de una sangre tan pura como la tuya —las palabras ajenas salieron como un suave, pero profundo susurro.

Félix sintió cómo los labios contrarios rozaban con delicadeza la piel de su cuello, provocándole un inmediato escalofrío que recorrió su cuerpo entero, haciéndolo temblar ligeramente.

—¿Acaso un mortal como tú desea convertirme en su esclavo y acabar con la poca cordura que poseo?

La sutil voz del desconocido cerca de su oído, lo acariciaba tan dulcemente, que parecía el bello sonar de una adictiva melodía.

Estaba siendo hipnotizado a tal punto de que el equilibro en sus piernas comenzaba a ser nulo y un insano deseo ardía en su interior sintiéndose envolver, como si su cuerpo estuviese adentrándose en las llamas del infierno.

Félix abrió los ojos con sorpresa al descubrirse a sí mismo siendo inundado por pensamientos lascivos, que se habían estado haciendo presentes desde lo más profundo de su ser.

Ante la vergüenza que sintió por ello, colocó sus manos sobre el pecho ajeno y con las fuerzas que poseía, empujó lo más lejos que pudo de su cuerpo, al extraño pelinegro.

—¿Quién eres? —cuestionó en voz alta.

—Eso debería preguntar yo —atajó el más alto, avanzando hacia Félix, quien comenzó a retroceder hasta chocar de espaldas contra el tronco del árbol por segunda vez—. ¿Quién eres y qué haces aquí? Los mortales tienen prohibido pisar este bosque.

—Soy Lee Félix —respondiendo con firmeza, el rubio observó cómo las comisuras de los labios ajenos se curveaban, dibujando una sonrisa—. ¿Quién eres tú?

BISSED • HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora