🥀 ; 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖔𝖈𝖍𝖔.

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Cuando la luz de día le cedió el paso a la oscuridad y el cielo se impregnó del brillo de las estrellas y, junto a ellas, la anhelada espera de la luna que prestaba su plateado resplandor a las sombras, Hyunjin se levantó de la cama con premura después de haber estado horas durmiendo.

Abrió el enorme ventanal para dejar entrar el gélido viento, pero se distrajo admirando la sombría naturaleza. Las copas de los árboles se meneaban de un lado a otro, creando una melodía que lo llenaba de sosiego.

Esbozando una sonrisa, ansiaba poder salir del palacio para encontrarse nuevamente con Félix. La noche anterior había sido bastante significativa porque jamás imaginó anhelar tanto la presencia de alguien para querer permanecer siempre a su lado.

Decidido, volteó hacia el descanso de Noir para invitarlo a la velada, pero el cuervo no estaba.

Observó con detenimiento entre las sombras de su habitación, pero no lo encontró por ninguno de los rincones en los que acostumbraba a estar. Además, la posibilidad de que hubiese salido de la habitación era imposible porque todo estaba cerrado.

—¿Noir? —preguntó y, en un intento por hacer uso de sus poderes para leer los pensamientos del ave, fue imposible escuchar su voz, confirmando que, definitivamente, su mensajero no estaba en la habitación.

Una extraña incertidumbre se incrustó en su pecho como una estaca cuando decidió salir de su alcoba e ir hacia la de su mejor amigo, pensando en que, quizá, Noir había pedido reunirse con su hermana y el pelirrojo era cómplice de ello.

Frente a la puerta de la habitación de Minho, Hyunjin apenas logró alzar su mano para tocarla cuando sintió una sombría presencia a sus espaldas que lo obligó a erguirse en su lugar.

—Tenemos que hablar —mencionó la vampiresa luego de que Hyunjin la observara por encima del hombro.

—Creí haber sido lo suficientemente claro en mi visita a las mazmorras, madre.

—Lo que tengo que decirte esta vez no es acerca de la corona, Hyunjin.

El pelinegro se dio la media vuelta para quedar frente a su madre, quien alzó el mentón y echó los hombros hacia atrás para hacer su presencia aún más imponente.

Escudriñándola con la mirada, el pelinegro dudó, pero, aun así, se sentía curioso por lo que la vampiresa tuviese que echarle en cara nuevamente.

—¿No es sobre la corona de lo que siempre has hablado? —inquirió, ladeando ligeramente la cabeza.

—Lo que tengo que decirte es mucho más importante, y estoy segura de que te interesará demasiado —respondió ella, haciendo un ademán con su diestra para cederle el paso a su hijo—. Vamos a mi habitación.

Hyunjin, aún con la incómoda espina de que aquello era una estrategia más por parte de su madre para continuar hablando de su matrimonio y la corona, terminó accediendo y se dirigió hacia el lugar que le estaba siendo indicado.

Conforme iban acercándose a la habitación de la reina, el ligero olor a sangre comenzó a hacerse presente, logrando inquietar todavía más a Hyunjin y, al reconocer que provenía del lugar hacia donde caminaba, abrió rápidamente la puerta, quedando perplejo por la imagen que tenía frete a sus ojos.

La impotencia y la desesperación se apoderaron de él cuando vio a Noir, su fiel compañero, con las alas extendidas y atravesadas por dos afiladas dagas; la sangre que derramaba brillaba con la tenuidad de las velas y su cuerpo estaba inmóvil, colgando de la pared en medio de la habitación.

—¡Noir! —Hyunjin exclamó con voz queda y corrió hacia él, con los ojos llenos de horror y sintiendo la desesperación al ver el sufrimiento de su mensajero—. ¡¿Qué le has hecho, madre?!

BISSED • HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora