Bajo el manto de la noche, en un rincón sombrío del bosque, Yang Jeongin y Seo Changbin habían tenido un encuentro inesperado luego de la visita de aquellos mortales, quiénes habían desarrollado una impresionante habilidad pese a las penumbras del bosque y con ello, lograron herir con una flecha de plata al licántropo más leal de los Wolfgang.
La luz de la luna se filtraba a través de las hojas, formando un delicado patrón de sombras sobre el suelo. El silencio entre ambas especies tenía el protagónico, y aunque, por parte de Jeongin, las palabras habían sido de burla al principio, comprender la gravedad de la situación por la que pasaba Seo Changbin, lo llevó a ese momento en donde le brindaba auxilio.
Al llegar a una pequeña cueva alejado de cualquier otro tipo de exposición al peligro, Jeongin guío al corpulento licántropo al interior y, siendo cuidadoso de no lastimarlo más, lo ayudó a tomar asiento en la humedad de la tierra.
Por su parte, Changbin hizo uso de las fuerzas que le quedaban para no soltar un gutural gruñido debido al insoportable dolor que estaba experimentando.
En medio del silencio, Jeongin se dio cuenta de los brillantes ojos dorados lo observaban con cautela y no podía evitar pensar que, detrás de la fachada de una feroz bestia, realmente se encontraba un atisbo de vulnerabilidad en ese fornido pelinegro.
—Vuelvo en un momento —comentó el pelinegro.
—¿A dónde piensas... ir? —preguntó Changbin, luchando contra los efectos paralizantes que le provocaba la plata.
—Iré al sur para buscar a los tuyos.
La lucha silenciosa de Changbin hizo que su cuerpo se sintiera en un estado culminante de debilitación y su visión cada vez se nublaba más. Trató de incorporarse sobre la roca en la que había sido apoyada su espalda, pero el mínimo de movimiento, lograba lastimarlo.
—¿Te arriesgarás... a morir? —volvió a cuestionar—. Si te atreves a... pisar las tierras de la manada... acabarán contigo.
Para su desgracia, aquellas últimas palabras eran ciertas. Si iba al sur, corría con la mala suerte de ser asesinado sin piedad por esas asquerosas bolas de pelos.
Sabía que entre los Coventy y los Wolfgang había un pacto para mantener la paz entre ambas especies mientras no fueran invadidos sus territorios sin autorización.
Con una mueca de desagrado, Jeongin le dio la razón en silencio. Además, no quería ser él quién provocara un enfrentamiento entre ambas especies.
—Entonces te dejo morir aquí —respondió con desdén—. Tengo asuntos más importantes que atender, así que no puedo hacer más.
Dándose la media vuelta dispuesto a irse, la voz de Seo Changbin retumbó por todo el lugar, haciendo eco.
—¡Espera...!
—¿Ahora qué? —quedando nuevamente frente al pelinegro, Jeongin colocó sus brazos en jarra, irritado.
—Solo ayúdame a sacar... la maldita flecha.
Escudriñando al licántropo con su azulada mirada, Yang Jeongin rodó los ojos y sacudió la cabeza en negación. No obstante, una brillante idea llegó a su cabeza y sonriendo en una fina línea, se acercó a Changbin.
Sus ojos se encontraron con el reluciente color dorado que caracterizaba a los cambia formas. La tensión en el ambiente comenzaba a ser palpable y el silencio un tanto abrumador, de tal manera que Jeongin podía escuchar los débiles latidos provenientes del corazón de Changbin.
—Bien —dijo por fin, rompiendo el silencio—. Entonces quédate quieto. Esto podría doler un poco.
—No puedo... moverme, de todos... modos.
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BISSED • Hyunlix
FanficLee Félix, un joven que vive bajo sus propias creencias e ideales, piensa que todo lo que se dice acerca de criaturas nocturnas solo son absurdos cuentos de terror para sembrar miedo en las personas y tenerlas controladas. Sin embargo, su perspectiv...