🥀 ; 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖈𝖎𝖓𝖈𝖔.

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—¿No crees que exageraste demasiado con lo de esta mañana? —preguntó Jisung cuando ambos estaban de regreso al templo después de finalizar con los entrenamientos del día.

—Lo siento, pero no sabía de qué otra manera desquitar la rabia que sentía...

—No hablo de lo que sucedió en los entrenamientos, Félix —dijo el castaño, negando ligeramente—. Sino de lo que sucedió en la plaza.

—Oh, creí que ibas a reprocharme el hecho de que no haya medido mi fuerza —el rubio respondió para después morder sus labios y evitar reír al recordar la cara de espanto que puso uno de los reclutas en la tropa.

—Admito que también fue preocupante, pero no tanto como lo que hiciste frente a todo mundo.

Félix resopló. Durante los entrenamientos se había mantenido con el semblante serio frente a los hombres de la tropa y, en todo momento, la molestia había estado corriendo por sus venas cuando tuvieron la prueba de los enfrentamientos cuerpo a cuerpo.

Mientras los jóvenes reclutas admiraban la destreza con la que el rubio hacia sus movimientos, los demás lo observaban con cuidado porque se estaba excediendo con su fuerza con cada golpe y patada que daba, y su padre había tenido que interferir para que su compañero de combate no saliera herido.

El rubio terminó escupiendo a un costado por la interrupción, como si aquella acción arrancara de su garganta todas las maldiciones que planeaba decir, pero que preferiría mantenerse guardadas.

—No hay nada de exagerado en lo que ha ocurrido esta mañana, Jisung —dijo finalmente, andando con pasos firmes y sujetando las riendas de su caballo—. Has visto con tus propios ojos cómo trató el alcalde a la abuela de Lee Minho, ¿acaso no habrías actuado de la misma forma?

—Por supuesto que sí, pero ahora todos te ven como una amenaza, Félix —dijo el castaño, mostrando preocupación en la forma que hablaba—. Estabas apuntando al alcalde de Bukchon con tu flecha.

—Lo tiene merecido —atajó el rubio, sintiendo cómo la ira amenazaba con hacerse presente—. Ganas no me faltaron de soltar la cuerda del arco.

—Aun así, debemos tener cuidado. La forma en la que ese hombre te miraba... no me agradó demasiado.

—No tengo miedo, Jisung.

—Recuerda que tu padre está a merced de ese hombre. Puede utilizarlo en tu contra, o quizá buscará hacerle algún daño...

—Tendré que acabar con su vida antes de que lo haga.

Jisung tragó fuerte, pero la determinación en su amigo no era una broma. Realmente estaba dispuesto a enfrentar cualquier situación, aunque lo llevasen a conocer el mismo infierno.

Por supuesto que no lo dejaría solo porque aún tenían una promesa que seguir cumpliendo.

Continuaron con su camino en silencio. Ninguno volvió a mencionar algo acerca del tema, mucho menos cuando llegó la hora del almuerzo y compartieron mesa con Lady Isabella.

Los dos amigos se aseguraron de hablar sobre cualquier otra cosa que no tuviera que ver con el incidente de la mañana.

Mencionar algo de eso, solo ocasionaría tener que darle demasiadas explicaciones a la mujer y aumentar todavía más su preocupación por todo lo que estaba pasando desde su llegada a la aldea, y Félix estaba dispuesto a evitarle ese tipo de inquietudes a su madre.

Pero no sabía por cuánto tiempo podría hacerlo, ya que en la aldea los rumores llegaban demasiado rápido a oídos de todos. Claro que, tarde o temprano, debía enfrentarse a ellos.

BISSED • HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora