🥀 ; 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖘𝖎𝖊𝖙𝖊.

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Mientras las estrellas teñían con su luz el cielo nocturno, Hyunjin y Félix se entregaban al minucioso silencio que los rodeaba en el corazón del bosque; ambos, contemplando la divina belleza del estanque frente a ellos.

La temperatura descendía cada minuto que transcurría y el pelinegro no había sido ajeno a los ligeros temblores que provenían del delgado cuerpo del pecoso, por lo que tuvo que cubrirlo con su capa, ya que él no podía brindarle el calor que necesitaba.

—Debería llevarte de regreso al templo. Hace bastante frío aquí —le dijo Hyunjin, dejando un pequeño beso sobre sus dorados cabellos y lo atrajo más hacia su cuerpo.

—Quiero quedarme un poco más —respondió Félix, cerrando sus ojos por un instante, sumergiéndose en la tranquilidad que le hacía sentir estar entre los brazos de Hyunjin—. No creo poder esperar hasta la siguiente noche para volverte a ver.

—Y yo no creo que seas inmune a contraer un resfriado, pero, siendo honesto, tampoco podría soportar esa espera. Ya tuve suficientes noches sin ti.

—No fueron demasiadas...

—Pero se sintieron así —dijo Hyunjin, interrumpiéndolo—. Además, es obvio que no puedo verte durante el día; eso hace que tu ausencia se sienta aún más eterna.

—¿Por qué no me conviertes en alguien como tú? De esa forma podremos pasar el resto de la vida juntos.

—¿De verdad deseas tanto venir a mi infierno?

Félix se incorporó para poder ver mejor el rostro del vampiro luego de escuchar aquella cuestión. Su respuesta era clara, pero por alguna razón, la incertidumbre lograba hacerle sentir una extraña incomodidad en el pecho.

—Hyunjin, deseo estar a tu lado sin importar lo que suceda, ¿o es que no te ha quedado claro?

—Por supuesto que sí, ángel, pero las cosas no son así de sencillas.

La boca de Félix se torció en una pequeña mueca. Hyunjin sonrió por aquel gesto y dejó un corto beso sobre sus cálidos labios.

Pese a que las palabras del rubio estaban llenas de osadía, el temor comenzaba a hacerse presente, y era algo que no podía controlar. Sin embargo, existía un atisbo de confianza al estar al lado del vampiro frente a él.

Como si se tratase de un rayo de luz que, en medio de las penumbras, le regalaba una cálida sensación de esperanza.

—La verdad, tengo miedo de que todo lo que hagamos resulte en vano —reconoció Félix, sintiéndose abrumado por la nostalgia que comenzaba a inundarlo.

—Terminará valiendo completamente la pena, ¿o es que no tienes confianza en ello? Siempre te has mostrado lleno de valentía.

—Es un poco complicado —respondió Félix, agachando la mirada por la impotencia—. ¿Qué tal si no podemos evitar tu matrimonio con esa vampiresa? Y, ¿qué hay de la reina? Estoy seguro de que aún me quiere muerto.

—No, no digas eso —atajó Hyunjin. De pronto, su semblante cambió a uno más serio al recordar su encuentro en las mazmorras con todo el consejo—. Mi madre no se acercará a ti, y te recuerdo que estoy dispuesto a destruir la corona, así que no debes temer por nada.

—Mi único temor es imaginar que podría perderte para siempre, y no estoy dispuesto a que eso suceda.

—Me alegra que coincidamos en eso, ángel —le dijo Hyunjin, regalándose una sonrisa que reflejaba sinceridad y, esta vez, dejó un pequeño beso sobre la punta de su nariz—. Y, ahora que nos hemos vuelto a encontrar, ¿debería devolverte el amuleto?

BISSED • HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora