🥀 ; 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖎𝖓𝖙𝖆.

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Félix se quitó el arco y lo preparó con una flecha después de incorporarse. La visión que había tenido Minho no era de cuestionar, mucho menos de pensar en si actuar o quedarse con los brazos cruzados.

Se dio la media vuelta y, con pasos decididos, se dirigió hacia el encuentro con aquellos hombres que estaban bajo las órdenes del alcalde para comenzar el incendio.

Park Dongsun había terminado de romper la brecha que separaba ambos mundos y alguien debía detenerlo.

La ira era un sentimiento que lograba cegar completamente a Félix, y no tenía control de sí mismo ante ella y, si el alcalde no se tentaba el corazón para cometer tantos actos tan atroces, él tampoco lo haría; no había razón para hacerlo.

Ignorando la voz de su mejor amigo viniendo desde su espalda, el rubio se echó a correr en medio de la oscuridad, con su arco en mano para disparar la flecha a quién sea que se atravesara en su camino.

—¡Seungmin...! —gritó con desespero, cerca del lugar donde se había encontrado con el castaño—. ¡Kim Seungmin!

Con impaciencia, escudriñó todo su alrededor con el deseo de que ese licántropo apareciera. Era el único que podía ayudarle a llegar más rápido al límite del bosque para impedir que comenzara el incendio forestal.

Al ver que no apareció, no le quedó de otra más que continuar él solo, sintiéndose tonto por confiar en la absurda idea de que ese chico podía ayudarlo cuando solo había querido acabar con su vida desde el principio.

No logró llegar a mitad del camino mientras corría, cuando una fuerza sobrehumana se lanzó hacia él por un costado, soltando un gruñido que hizo temblar a Félix de miedo al pensar en que podía tratarse de la enorme bestia.

Pero al verla bien, reconoció ese par de ojos dorados y ese pelaje castaño que caracterizaban la transformación de Kim Seungmin.

Por un momento, Félix soltó un suspiro de alivio y, por el otro, necesitaba quitarse a ese enorme lobo de encima.

—¡Escucha! —le dijo el rubio, sosteniéndole la mirada—. Unos hombres están a punto de comenzar un incendio aquí en el bosque. ¡Necesito llegar a ellos lo más rápido posible para impedirlo!

Sabía que, aún transformado, Seungmin continuaba teniendo consciencia humana y podía comprender a la perfección todo lo que le estaba diciendo.

Eso pudo comprobarlo al ver cómo su semblante flaqueaba y alzaba la cabeza para observar a su alrededor.

Se quitó de encima y soltó un estruendoso gruñido. Raspó el suelo con sus afiladas garras y ofreció su lomo al rubio, quien se puso inmediatamente de pie para subir a este.

Félix se aferró con fuerza al pelaje del enorme animal mientras este se lanzaba a toda velocidad entre los árboles y, con la otra, mantenía el arco listo para disparar.

Unos nuevos rugidos resonaron en el silencioso bosque. El rubio miró hacia atrás y se dio cuenta de que tenían compañía.

Dos lobos de menor tamaño los seguían por detrás, pero no pasó mucho cuando tomaron la delantera, donde parecía que se comunicaban con Seungmin. Félix los observó desaparecer entre las sombras mientras el viento azotaba su rostro y su corazón latía con furia.

Aun no estaban cerca del límite, cuando el resplandor del fuego perfiló frente a ellos, acercándose rápidamente. Seungmin se detuvo abruptamente, y el rubio se bajó de su lomo con agilidad, colocándose la capucha de su capa y preparando su arco.

Eran algunos hombres de la tropa, yendo en sus corceles y con varias antorchas en mano; comenzarían el incendio desde cualquier parte que no fuese el límite, pero, ¿por qué buscaban incendiarlo? ¿su padre tendría conocimiento de esto? Si fuese así, no habría llegado a dormir al templo.

BISSED • HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora