🥀 ; 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖉𝖎𝖊𝖈𝖎𝖘𝖊𝖎𝖘.

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Félix abrió los ojos con pesadez cuando la luz del alba irrumpió su sueño al atravesar la ventana, los frotó con el dorso de sus manos y sin intenciones de levantarse, se abrazó a la almohada buscando una nueva comodidad.

Sus razones eran simples: no deseaba encontrarse con su padre, mucho menos recibir la lástima de su madre por lo ocurrido en la cocina y tampoco sería capaz de responder a las posibles preguntas de Jisung por el mismo revuelo.

Dándose la media vuelta, inhaló profundo, permitiendo que sus pulmones se llenaran por completo de oxígeno en un intento de relajación y, de pronto, sus ojos se encontraron con el pequeño obsequio que le había hecho aquella mujer en la aldea. Estiró su brazo para tomarlo y contemplar su belleza divina.

Una media sonrisa se formó en sus labios, ya que le parecía increíble la manera en la que, con un simple objeto, Hwang Hyunjin tenía la capacidad de apoderarse de sus pensamientos, llevándolo a un mundo donde no existía nadie, a excepción de ellos dos.

Con determinación, se levantó de la cama para vestirse y salir hacia la aldea. Había despertado en él una nueva curiosidad por saber un poco más sobre si ese obsequio tenía un significado más profundo y deseaba obtener la respuesta, así que, antes de abandonar su habitación, colocó alrededor de su cuello su preciado amuleto.

Al abrir la puerta, otra se cerraba y cuando volteó hacia su costado, se dio cuenta que se trataba de su madre, quien lo recibió con una sonrisa llena de calidez y se acercó a él para darle un sutil beso en la mejilla.

—Buenos días, mi cielo —saludó Lady Lee.

Félix observó con detenimiento el rostro de su madre. Las ojeras bajo sus ojos le hacían saber el poco descanso que, probablemente, había estado teniendo las últimas noches. Lo que menos quería, era que su madre sufriera con todo lo que había estado pasando desde que decidieron salir de Australia para llegar a ese lugar donde, la mujer frente a sus ojos, luchaba con un tormento interno.

—¿Dónde está mi padre? —preguntó, echando una fugaz mirada a la puerta de aquella habitación del fondo.

—Ha salido temprano hacia la alcaldía —respondió ella con la misma voz tranquila que la caracterizaba—. ¿Me acompañas al desayuno?

Félix asintió en respuesta silenciosa y ambos caminaron hacia la cocina, donde ya se encontraba Jisung, listo para salir al comedor a servir los platos, pero se llevó la sorpresa al ver que el rubio y su madre ya habían tomado asiento.

—Buenos días, Lady Lee —saludó el castaño, sintiéndose un poco nervioso por la presencia de la mujer sentada en la mesa de la cocina e hizo una reverencia, siendo bien correspondida por ella.

—Buenos días, Han Jisung —respondió con una gracia divina.

—Buen día, joven Lee.

—Tanta formalidad te hará daño, Jisung —respondió el rubio, riendo por lo bajo y terminó dando un par de palmadas a la silla que se encontraba a su costado mientras miraba divertido a su amigo—. Acompáñanos a desayunar.

Con la sorpresa desbordándose a través de los ojos de Jisung, Félix no pudo evitar soltar una risa más ruidosa, contagiando también a Lady Isabella, quien los miraba con una profunda ternura.

Finalmente, Jisung tomó asiento en el lugar que le había indicado su amigo y los tres comenzaron a llevar una amena conversación en la que no faltaron las bromas y las risas. La armonía comenzaba a reinar en aquellas cuatro paredes y todo parecía estar bien.

Félix había olvidado por un momento todo lo que había sucedido la noche anterior en ese mismo lugar, pero ese era su propósito al decidir desayunar ahí; no deseaba que ese lugar se llenara de malos recuerdos.

BISSED • HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora