🥀 ; 𝕻𝖗𝖔𝖑𝖔𝖌𝖔.

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La tenue luz de las velas apenas lograba iluminar los rincones de aquella elegante habitación, el parpadeo creaba siniestras sombras en las paredes viejas y el plumaje oscuro del ave que yacia sobre el hombro de su amo, brillaba tras los reflejos del fuego que consumían la cera.

Con los ojos puestos sobre la luna, el pálido joven que se encontraba apreciando su resplandor, se vio interrumpido tras escuchar el sutil cántico del ave a su lado. Una de sus cejas se alzó al mismo tiempo que le miraba de reojo y ésta terminó por hacerle una pequeña seña con su cabeza.

Dándose la media vuelta, el pálido se encontró de frente con una mujer cuyo cabello largo y de color tan oscuro como la noche, caía sobre sus hombros. El vestido escarlata con detalles de encaje negro que llevaba puesto resaltaba su esbelta figura.

Mirando con firmeza desde el marco de la puerta al joven que se acercaba a ella para saludarla depositando un escaso beso sobre el dorso de su fría mano, la elegante mujer terminó sacudiendo ligeramente la cabeza, con la molestia reflejada en su rostro.

—Madre —saludó y el ave salió volando de su hombro para dirigirse hacia su descanso al lado de la enorme cama— ¿Qué te trae por aquí?

—La junta de consejo con los antiguos ha terminado y llegamos a una conclusión sobre tu futuro.

—¿Mi futuro? —burló él, volviéndose a dar la vuelta para dirigirse de regreso a la ventana—. Ya hemos hablado más de una década de esto, madre.

Con una increíble rapidez, la mujer ya se encontraba nuevamente de frente a su hijo, quién al verla, no tuvo ninguna reacción ante lo presenciado, pues estaba acostumbrado a que sucediera aquello.

—No me des la espalda mientras te estoy hablando, Hyunjin —reprendió la mujer, señalándolo con un largo dedo índice. Sus ojos púrpura brillaron con más intensidad, aún cuando no había mucha iluminación en la habitación—. Esto es severo.

—Te he dado a conocer en más de una ocasión que no asumiré de nuevo mis responsabilidades como príncipe del clan.

—Es tu deber. ¡Ya olvida lo que sucedió esa noche! —atajó la mujer, logrando que las cejas de su hijo se alzaran por el eminente tono de voz que había usado con él—. No podías hacer nada por Karina, se sacrificó para salvarte, ¡los mortales te iban a aniquilar si te encontraban!

—Eso no tuvo que pasar —respondió Hyunjin entre dientes, sintiendo cómo la ira e impotencia de aquel momento volvía a apoderarse de su gélido cuerpo—. Si mi padre no me hubiera dado ese maldito elixir para retener mis poderes, habría acabado con ese infeliz y su estúpido ejército en cuestión de segundos.

—Es por tu bien. No podemos volver a correr el riesgo de hace siglos cuando no pudiste controlarte.

—Exacto, no podemos volver a arriesgarnos —el joven de cabello negro le dio la razón a su madre—. Por eso tampoco puedo ser príncipe otra vez, porque no he cuidado bien de los míos.

—Deja de decir estupideces —respondió ella, comenzando a sentir irritación—. Ser un príncipe purasangre lo llevas desde que tú padre drenó toda tu sangre mortal y te dimos a beber de la nuestra.

—A veces deseo poder volver a esa noche y obligarlos a dejarme morir. No tenían porqué transformarme en este monstruo.

—El conde y yo deseábamos un hijo —añadió la mujer, con un cierta calidez y nostalgia en su tono de voz—. Pero jamás imaginamos que llevarías esa cantidad de poder contigo. Incluso los del consejo te tienen respeto, hasta el más antiguo cree que eres el indicado para continuar con el legado de los Hwang.

Luego de esas palabras, Hyunjin sacudió la cabeza y se alejó de ella para tomar asiento sobre la silla aterciopelada que yacía cerca de la chimenea, la cual estaba apagada, pues las llamas habían terminado por consumir todo.

BISSED • HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora