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Jared.

La punta de la improvisada lanza atraviesa el costado del pez y lo saco de inmediato de las cristalinas aguas. La pequeña estela de sangre desaparece y no queda rastro de más nada salvo de mi cena del día de hoy. Otra vez pescado. Como casi todos los días.

Han pasado lo que para mí respecta unas ocho semanas aquí.

Dentro de la caverna todo es más cálido que en el exterior. Aunque hay noches en las que no puedo conciliar el sueño, hay otras en las que siento que mi cuerpo cederá por el agotamiento. Por la monotonía. Acostumbrarse a esta nueva vida es lo más difícil de todo. El hecho de que tengas que cambiar la percepción de las cosas y tratar de sobrevivir con los recursos, escasos o no, de este nuevo hogar es intensamente agotador.

Gracias al arduo entrenamiento físico y mental que tenemos durante los años de preparación en la fuerza militar, he podido controlar mis pensamientos que al final del día son el principal enemigo aquí. El ambiente es hostil y los días se vuelven muy largos por lo que hay que mantener la mente centrada y libre de ideas turbias.

Camino de vuelta a la orilla y el agua me cubre hasta la cintura. Está muy cálida, y el sol resplandece en lo alto. Me gusta cuando el clima está así. Me hace sentir seguro... un poco más tranquilo. De los días que llevo contabilizados, han ocurrido algunos siniestros climáticos que me han puesto los pelos de punta. Hace dos semanas aproximadamente, las aves alzaron el vuelo hacia el este de la isla y supe de inmediato que algo no estaba bien. El crepúsculo caía lentamente y apenas se podía visualizar el sol. Todo iba de maravilla. Hasta que de pronto, el cielo se ennegreció con extraña rapidez y la tormenta cubrió la isla por completo.

Las olas crecieron y la fuerza del bravío mar que chocaba con la arena hizo estremecer todos los rincones que pudiera imaginar.

En la caverna, el frío aumentó y aunque mi fogata era uno de los elementos principales en mi supervivencia supe que debía adentrarme más y más en los recodos de la piedra húmeda. Había encendido con el fuego un extremo del trozo de madera que usaba como lanza para cazar. El sitio se iluminó y noté como todo cobraba vida mientras me adentraba en aquel inhóspito lugar.

No puedo negar que tuve cierto miedo ante tal arrebato. Estaba en un área desconocida y lo mejor era estar seguro en un lugar seguro. No obstante, una de los aspectos más importantes para poder sobrevivir era el determinar el área donde te hallabas. Tener una perspectiva del entorno.

Así que caminé y caminé un poco más.

Un grave error de mi parte.

Mis desgastados zapatos se hundían casi por completo en el barro. Me dificultaban la marcha pero seguí adelante. El resplandor en la pared formaba sombras incorpóreas. Los murciélagos volaban sobre mi cabeza tras el fuego intermitente de mi antorcha.

De pronto, sin previo aviso, tropecé.

Mi cuerpo se movió de una forma indescriptible y caí de bruces en el enlodado suelo. La antorcha cayó a mi lado y por poco me quema el rostro. Grité, maldiciendo. Me levanté haciendo acopio de mis fuerzas y cogí la madera encendida que casi se consumía. Sabía que debía volver rápidamente. Quedarme a oscuras podría ser muy peligroso, así que giré sobre mis talones y lo vi: el objeto que me había hecho tropezar sobresalía del suelo como una grotesca roca.

Acerqué la antorcha y di un respingo.

No era una roca. No era un objeto. La forma blanquecina tenía dos grandes agujeros y una protuberancia longitudinal en el centro de la misma. Aún tenía restos de barro y su color marfil era indudable... Inconfundible.

Era una calavera.

Una calavera humana.

Corrí hacia la entrada y justo al ver la escasa luz del exterior, la llama de la antorcha se apagó por completo.

Han pasado dos semanas de aquel descubrimiento y aun mi mente sigue pensando en eso. Se supone que no debo pensar así, que debo despejar la mente. Pero no puedo. No puedo despejar la idea de que no soy el único que estuvo en esta isla y que murió por las mismas razones que me están afectando en la actualidad. 

La última travesía (En edición) Pronto En FísicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora