Capítulo XXI

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El manto oscuro decoraba el infinito cielo del infierno. Las estrellas guiaban a los perdidos mientras la luna sonreía para sí misma. El silencio era el nuevo sonido que reinaba en el mundo de los demonios.
Eran más de las 12:00 a. m. Todas los sirvientes, incluyendo a los guardaespaldas, estaban en un reposo absoluto. La oscuridad se encargaba de decorar las paredes del lugar y el aroma a pasto mojado viajaba por la atmósfera. No obstante, no todo el mundo podía sentir la misma tranquilidad que aquel paisaje brindaba.

Estaba enfrente de la puerta. A unos simples centímetros del cuerpo reposado del príncipe Stolas. A unos pasos de poder mirarlo a lo ojos y caer ante un llanto que no podía soportar más. Sin embargo, ahí estaba; miraba la pintura gastada de la puerta mientras el latido apresurado del corazón atrapaba sus oídos, y los nervios traicionaban sus manos.

Tocó tres veces, cada uno parecía una campanada infernal, un sonido que sólo él podía escuchar. Tal vez era una señal de algo más fuerte que él, o un recordatorio de que el peligro acechaba. No importaba el motivo, estaba claro que se encontraba demasiado cansado para cargar ambas opciones en sus hombros.

-Adelante.

Entró sin decir ninguna palabra. Sin hacer el menor ruido, ni siquiera levantó la mirada. Avanzó, como un niño pequeño que espera el regaño por parte de sus padres.
Una parte de él, muy despreocupada, decía que no hizo nada malo, pero existía un lado que se hallaba asustado por la reacción que le esperaba al haber actuado a las espaldas de Stolas, teniendo el riesgo de que su hija supiera la verdad. Otra muy en el fondo seguía confundida por el halago que recibió de su hija, no creía merecerlo, pues no ha hecho nada más que estropear la vida de su padre. El siguiente estaba aterrado por las amenazas de Stiker y sus astutos movimientos que ponían en duda sus habilidades como asesino.Por último, se encontraba la más fuerte de todas, el dolor de ver el estado de Stolas, de no poder hacer nada para ayudarlo, de tener la posibilidad de que muera, de perderlo una vez más.
Todas esas emociones y pensamientos negativos se juntaron, formando un monstruo gelatinoso que se comía a aquella despreocupación con facilidad.

El labio inferior le comenzaba a temblar, los ojos se tornaba cristalinos, y un nudo horrible se forman en su garganta. Bajó más la cabeza, no querría que Stolas lo viera en ese estado, pero esas malditas voces no lo dejaban en paz; ya no podía aguantar al monstruo que albergaba en su ser. El agotamiento lo absorbía con más fuerza que antes. Simplemente sentía que ya no podía.

Iba a caer de rodillas, ceder ante el dolor, cuando un palabra tan simple. Tan cotidiana. Tan hermosa le regaló la luz que tanto anheló.

-Gracias.

Los ojos se abrieron de par en par; su cuerpo se congeló, pero sus oídos seguían atentos a las palabras de su verdadero amor.

-Necesitaba recordar la razón por la que estaba aquí.-Apretó el borde de un libro de pasta dorada-.Y recordar que no todo es trabajo.

Blitzø levantó con cuidado si rostro, observando la tranquila mirada que veía el paisaje nocturno que le ofrecía la madre naturaleza y la enorme ventana de su pretenciosa habitación. En su rostro se veía una expresión serena, una que sólo se ve cuando aceptas el destino que te toco. Tan hermoso que parece incierto.

-Bueno, ya sabes cómo soy.-Limpió sus ojos con rapidez y disimuladamente -Soy un genio con los planes.

Una risa, aquella que Blitzø aún recordaba con emoción, se manifestó entre ellos dos, dándole la bienvenida a una aura distinta a los demás; uno que Blitzø no podía nombrar, pero lo conocía.

-Será mejor que descanses-dijo Stolas, quitándose los lentes-,ya es demasiado tarde.

-De hecho, -Se rascaba el cuello mientras su mirada volvía a escapar como era su costumbre-¿puedo quedarme a dormir contigo hoy? - La vergüenza bañaba su cuerpo, y un color rojo en las mejillas revelaba al verdadero Blitzø -No quiero que pase algo y no esté a tiempo para protegerte.

Stolas se quedó atónito, estudiando el lenguaje corporal de aquel demonio de cuernos rizados.

-No tienes por qué asustarte, le pediré a los sirvientes si me pueden traer un pequeño mueble.

-Ya es muy tarde-dijo, dejando el libro en la mesa de noche-¿Te parece si... compartimos la cama?-. Blitzø miró al príncipe asombrado. Al parecer no era el único sonrojado y avergonzado por sus decisiones -. Pero cada quien en su esquina.

-Eso sería genial-aclaró, sonriendo-. Gracias.

Luego de unos minutos, ambos cayeron en un sueño profundo. Uno en cada esquina, sin llegar a tocarse, pero podían sentir el calor del otro. Su aroma. Su textura. Sus emoción. Sus deseos. Podían sentir todo, y a la vez nada.
No obstante, un hecho era seguro; después de tanto tiempo, por fin podían llegar a tener un buen descanso.

[...]

Hasta en el propio infierno existen niveles; mismas que han generado odio y repulsión entre todas las criaturas por generaciones. Sin embargo, cuando la causa es mucho mayor que uno, se pueden formar relaciones con individuos que antes se ignoraban.

En lo más profundo del infierno, donde el fuego no toca la tierra maldita y la luz es un concepto desconocido, se encontraba una sección abandonada por la propia sociedad. Dentro de ella, en los límites de la zona, estaba un antiguo motel; sus paredes se encontraban descuartizadas,de los nueve pisos que lo conformaban todas las ventanas se hallaban rotas-algunas ya no existían-, la recepción estaba por completo destruida por un autobús que seguía en la misma posición en la que murió y, para finalizar la decoración del siglo, el techo se cayó por completo, perdiendo las gigantescas letras que gritaban su nombre.

En el tercer piso, cerca de las primeras habitaciones, un demonio con atuendo de vaquero respondía una llamada tan desagradable como el propio lugar.

-¡Eres un inútil!-bufó una voz femenina, recitando un discurso que ni los adultos deben escuchar.

-Si me deja explicar

-¿Explicar qué?-El tono incremento, lastimado el odio del receptor-Que ese cabron chupa pitos sigue vivo porque eres un insignificante demonio que no puede hacer ni un puto trabajo bien.

-Sólo estoy esperando el momento perfecto, majestad.

-No me vengas con tonterías. Te dije exactamente dónde estaba-La respiración agitada salía del teléfono sin control-, incluso te brindé una nueva arma angelical para que su cuerpo se convirtiera en cenizas.

-Y agradezco el enorme interés que muestra-comentó, jugando con un afilado cuchillo que reflejaba la insaciable sed de venganza que desbordaba de sus ojos-, pero si me permite mencionarlo, no es necesario que se preocupe. -Clavó con fuerza el cuchillo en una pluma plateada mientras sus dientes afilados se hacían presentes-.Ya los tengo dentro de mi trampa.

Una minuciosa risa se manifestó en la habitación, el lugar se volvio más terrorífico de lo que era y un aura asesina se expandía por todo el lugar, como un virus que piensa en vencer al organismo en el que habita.

Estrellas Fugaces Donde viven las historias. Descúbrelo ahora