Pasaron tres días desde aquella infausta pelea.
Ninguno de los dos se atrevía a iniciar una conversación, mucho menos recibir el filo de una espada tan sincera que parece irreal su presencia. El aire entre ellos dos se volvía más lúgubre con cada paso vacilante que daban sus almas, el miedo crecía con violencia y la soledad se volvía una buena amiga para los lamentos que descansaban en sus labios.Blitzø salió de su habitación con la mirada caída. Tenía un brillo apagado mientras el sueño flotaba debajo de ellos, como un hechizo difícil de romper. Su conciencia no permitía un consuelo al fatigado cuerpo en el que estaba atrapado, las noches se volvían eternas y el silencio en un pesado tormento. Había pensando sin cansancio en sus últimas palabras; expresiones controladas por la cólera de su interior. Se arrepentía con cada resplandor que rozaba su conciencia, aún así, la noticia seguía rondando en su mente como fantasma cantando sus penas.
Miraba con seriedad el otro extremo de la habitación. Podía escuchar los latidos acaparando sus oídos, dando un dolor intolerable, pero familiar. Un nudo se formaba en la garganta y la boca se volvía un vil desierto. Sabía que debía arreglar este asunto, lo había pensando desde que salió de la habitación de Stolas, pero la cobardía lo tomó con tanta fuerza que era difícil salir de sus oscuras y filosas garras. Se sentía tan indefenso como un animal frente a un arma de cazador. A pesar de eso, sus piernas avanzaron con una decisión cuestionable. Su mente lo pisoteaba, jugando con la poca estabilidad emocional que cargaba.Conforme se acercaba a la habitación la incomodidad recorría sus extremidades, volviéndose un paranoico en silencio. Su piel comenzaba a perder el color, y el labio inferior temblaba con suavidad. Las paredes del pasillo se volvían grandes; podía escuchar con claridad como se burlaban de su patética apariencia. Blitzø no los culpaba, pero rogaba para que pararan. Odiaba estar dentro de ese juicio. Siempre estuvo encerrado en el mundo de las criticas desde que tiene memoria: su padre, su hermano, su ex. Todos ellos, sin mencionar terceras personas, lo juzgaban sin parar. Sus gritos. Sus insultos. Sus ofensas adornaban la vestimenta de Blitzø, definiendo a su persona. No podía soportarlo; la respiración se volvía cortante mientras un ligero aroma a plantas silvestres despertaba su conciencia.
Sin darse cuenta, la enorme puerta de madera estaba ante sus ojos, juzgándolo de la peor manera su decision. Lograba sentir una mirada escalofriante entre los distintos diseños del armazón de madera.Lanzó un suspiro pesado, pero cauteloso. Acercó su mano con terror, sintió un escalofrío enredarse en sus delgados dedos. Giró la perilla con lentitud, dándole la bienvenida a la atmósfera de terror que tanto postergó.
Esperaba la intensa mirada de Stolas y las consecuencias de su almacenada ira: la expresión desesperada que sus lágrimas no podía seguir ocultando, las duras palabras que hundiría su orgullo por unos segundos, atrayéndolo a la realidad. Tenía la esperanza de recibir cualquier ataque que rompiera con su escudo bromista y orgulloso, pero jamás esperó que Stolas formara su propia armadura.Stolas estaba escribiendo en ese libro de pasta morada sin descanso, encontrándose dentro de dos pilas de libros gruesos. Sus ojos se caían de cansancio, igual a un esclavo. Una taza de café descansaba en su escritorio, pero al juzgar por la tensión en sus hombros había tomado más de una.
-¿Qué demonios ocurre aquí?-preguntó Blitzø, todavía perplejo por la decoración de la atmósfera.
Stolas levantó la cabeza un momento, igual a un venado al escuchar un amenazante sonido. Lo miró por unos segundos y volvió a hundirse entre la tinta y el papel. La irritación de Blitzø creció de manera exagerada al no tener una respuesta.
-¿No se supone que deberías estar descansado?
-Estoy demasiado atrasado. -Palabras serías y precisas, pero en ellas se notaba un aire de cansancio.
-¿Acaso tus estúpidos superiores no pueden esperar unos días?-Se acercó sin dejar de mirar la posición de trabajo en la que estaba. Se veía igual a un trabajador gobernado por la monotonía.
-No. No pueden-gruñó, mostrando su ceño fruncido.
La habitación estaba sumida bajo un silencio tan pesado que podía escucharse el avance de la pluma como si estuvieran 20 bocinas en el lugar. Tal vez sólo era él y su exageración, o era una realidad que no podía asimilar por la falta de descanso, pero algo era seguro, Stolas estaba en el mismo estado que él y necesitaba salir de ahí.
-Bueno, pues me importa un carajo-dijo con orgullo, subiendo las mangas de su chaqueta.
Tomó las montañas de conocimiento con cuidado, cambiándolas al escritorio que estaba en el rincón. Stolas no había notado aquello hasta que su trabajo fue arrebatado con brusquedad de sus ojos, trayéndolo a la realidad, pero su actitud estaba fuera de lugar.
-¡Oye, ¿qué te pasa?! Devuélvemelo-Estiraba su brazo de forma torpe, fallando en su intento de recuperar el trabajo. Era humillante como un demonio de estatura baja ganaba ante su amenazante altura.
-No, necesitas descansar. ¿Por qué no lo entiendes?
Stolas estaba al límite tanto física como emocionalmente. Él no tenía derecho a cuestionar sus decisiones, mucho menos darle órdenes. Su sangre hervía y una vena del sien se hinchaba de manera alarmante.
-Primero me gritas, luego me lastimas con tus comentarios, y ahora me quitas mi trabajo por el cuál me estoy matando. Dime ¿cuál es tu maldito problema?-Sus ojos lanzaron un brillo amenazante.
La frustración comenzaba a tener las riendas de su cuerpo por segunda vez, pero fue capaz de deterner su avance. La propia respiración lo mantenía en sus cuerdas.
Era un monstruo. Lo sabía con certeza, y todo el mundo se lo recordaba. No deseaba mostrarse así frente a él, no quería que los pasos del pasado se repitieran. A pesar de que sus palabras lastimaban siguió adelante. Nervioso. Confundido. Pero con toda la fuerza que tenía.-Sé que no reaccioné de la manera correcta. -Bajó la mirada, avergonzado por recordar los momentos del pasado-Lo lamento, Stolas.
El silencio ensordecía la habitación. Las emociones salían en pequeñas gotas que, ninguno expresaba, pero podían sentir una ligera fibra de ese violento mar.
-¿Me amas?
Los ojos de Blitzø se abrieron de par en par, observando el rostro avergonzado del principe, tratando de ocultar su propia esperanza. Sus brazos lo rodeaban, sosteniendo su cuerpo con fuerza, siendo su único apoyo. La lengua de Blitzø se enredó y las palabras salían con torpeza.
-Stolas, yo ...
-¿Entonces por qué te importa tanto si muero o no?-Su voz se cortaba -Si no sientes nada ¿por qué actúas de ese modo?¿Por qué juegas conmigo de este modo?¿Por qué no sólo... Me dejas morir?
-¡No!-gritó con desesperación.
Esa pequeña expresión llamó la atención de Stolas.
-¿Cómo esperas que reaccione cuando la persona a la que amas te dice que morirá en cuestión de días?¿Crees que es fácil?
Stolas guardó silencio mientras un leve sonrojo apareció.
-Sí, yo... Siento algo por tí.-Estaba avergonzado, no podía mirar los ojos de Stolas, sus puños estaban bañados en sudor, la respiración agitada-. Pero tengo miedo y no sé cómo terminará esto. Aún así, me gustaría intentarlo, si me das la oportunidad.
El tiempo se congeló entre ellos. Sus miradas estaban concentradas en la escencia del otro. Admirando. Buscando. Asegurando de que todo aquello no era una mentira, pero era tan real como sus sentimientos. La esperanza bailaba por el lugar, brindado la mano a las ilusiones que se guardaban con pasión.
Unas simples palabras crearon el momento que tanto habían anhelado.
Sus mejillas estaban cálidas mientras el corazón se movía sin control.-Me lastimaste-aclaró Stolas, rompiendo el momento-. Me lastimaste tanto que no tengo palabras para describirlo. Me utilizaste para divertirte en todo los aspectos de tu vida y mostraste una indiferencia demasiado grande para alguien de tu tamaño.
La fé de Blitzø se derrumba, cayendo en escombros mientras un vacío crecía en su interior, a la altura de su pecho. Su mirada perdía brillo.
-Pero me engañaría al negar que no extraño tus cálidas caricias-una mano se recargó en su busto, dónde el corazón no puede callar -. Por primera vez, después de tanto... Me gustaría intentarlo...
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Estrellas Fugaces
FanfictionBlitzø perdió la única luz que tenía en su insignificante vida en el infierno, pero un demonio jamás se da por vencido. Hará lo que esté a su alcance para recuperar a aquel búho capaz de irritarlo, pero de crearle un sentimiento genuino en su interi...