Capítulo IV

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Las oficinas de IMP estaban tranquilas, demasiado para ser un lunes por la mañana, sumidas en un silencio incomprendido y bajo el olor húmedo de las desgastadas paredes. Todos los empleados estaban en la recepción en una posición firme- lucían como verdaderos soldados-y en sus delgados brazos se encontraba una cantidad adecuada de publicidad preparada y lista para atraer a sus futuros lectores.

-Muy bien chicos, debemos repartir estos folletos por todo el infierno lo más pronto posible para comenzar a subir las estadísticas de la empresa, ¿están listos?

-¡Sí!-aclaró Millie con un grito agudo, sus dientes resplandecía por completo, sus labios no dejaban de hacer aquella cálida sonrisa y en sus grandes ojos desbordaba una energía incontrolable. No se podía esperar menos de ella.

-No sé sí esto funcione, ya habíamos usado esta técnica antes-dijo Moxxie amargado, seguido de otros complementos similares al primero.

Loona solo estaba parada en el lugar como una roca, sosteniendo el material y mirando su celular con la misma expresión de siempre. Era difícil comprender si apoyaba o no al equipo con su atuendo de indiferencia; para muchos sería un rotundo no, pero para los ojos de Blitzo resultaba ser la empleada del mes.

A pesar de tener al mejor equipo del infierno frente a él se sentía algo desanimado. Había despertado todas las noches bañado en sudor y asfixiado por los rotundos recuerdos del pasado, no comprendía en absoluto porque sucedía. Antes de Stolas estuvo en otras relaciones que tuvieron el mismo resultado catastrófico, pero siempre lograba superarlas de inmediato, ¿por qué ahora era diferente?
Esa pregunta rondaba en su cabeza como perros perdidos buscando a su dueño o algún trozo de comida, mas no encontraba la respuesta al problema. Era difícil pensar o decir algo cuando tu mente y corazón estaba en una discusión constante. Ya no soportaba esas pequeñas voces que lo fastidiaban cada mañana al despertar y antes de dormir.

Sus pensamientos se esfumaron al oír unos golpes en la puerta de la oficina, de inmediato abrió esperando un nuevo cliente, pero para su sorpresa era uno bastante peculiar. La hija de Stolas estaba parada enfrente de él con la respiración agitada, llevaba la misma vestimenta de siempre, tenía una mochila azul con un broche de estrella plateada colgada, mas su mirada se veía diferente; un ligero rayo de desasosiego en esas pupilas de albo.

-¿Octavia?

-Necesito hablar contigo.

Escuchar esas palabras siempre le causaba un dolor en el estómago y unos terribles nervios recorrían su nuca hasta llegar a sus manos sudorosas. Blitz trató de controlarse, no debía arruinar la imagen de jefe duro que tenía, o al menos así lo imaginaba. Entraron a su oficina, Blitzo cerró la puerta con seguro para que sus subordinados no escucharan nada, algo que era poco probable que funcionara.
Se sentó en su silla de trabajo, acercándose al escritorio y escuchando con total atención a su cliente VIP.

-Muy bien, ¿a quien deseas que matemos? Por el momento no tenemos descuentos, pero por ser miembro de la realeza podemos hacer...

-No quiero que maten a nadie -agregó Octavia al ver por dónde se dirigía el asunto.

-Entonces, ¿qué haces aquí?

-Quiero contratar tus servicios como guardaespaldas.

Blitz miraba a la princesa con el ceño fruncido y una mirada confusa. Estaba seguro que el letrero, los comerciales y volantes de su negocio no venían ningún apartado de "guardaespaldas"; tal vez era alguna especie de broma o venganza para ridiculizar su estado actual. Si Stolas mandó a su hija para hacer tal escenario había caído muy bajo. Aunque dudaba mucho aquella opción, conocía lo suficiente a Stolas-al menos eso le gusta créer- y él no sería capaz de un movimiento como ese. Blitz sacó un suspiro pesado, dejando de lado la pluma con la que jugaba.

-Escucha, nosotros no hacemos ese tipo de

-Lo sé. Créeme que serías al último al que pediría apoyo luego del asunto que tuvieron tú y mi papá, pero no vendría a pedir ayuda sino fuera realmente necesario.

Las pupilas de Blitz se encogieron levemente, sus cejas cayeron mostrando preocupación y una mueca apareció en sus labios.

-¿A qué te refieres?

Exhaló con fuerza, como si hubiera aguantado tanto tiempo un aire pesado que cargaba en sus pulmones, su mano derecha acariciaba su brazo para darle algún tipo de seguridad, una seguridad que no hallaba.

-Mi padre ha tenido algunos problemas al principio de este año, no quiere admitirlo, pero está en un constante peligro-aclaró la princesa usando sus manos para explicar mejor los hechos-. Mañana hará un viaje de un mes a las afueras del infierno, pero temo que algo horrible le pueda pasar.

-¿Por qué no lleva sus propios guardias?

-Los llevará, pero ustedes son el único grupo que conozco que hacen bien su trabajo. Matan sin dejar cabos sueltos.

-Pero él tiene poderes, puede protegerse sólo.

-No es tan simple como parece.

Blitz podía seguir sacando excusas para evitar el trabajo. Si embargo, una parte de él aceptó desde la primera propuesta, pero otra parte de él no deseaba involucrarse no por fastidio, sino por un rotundo miedo.

-No creo que podamos-dijo firme mientras desviaba su mirada al sucio suelo negro de su oficina.

-Pagaré lo que sea necesario, pero por favor protejan a mi papá, por favor-alegó con pequeñas lágrimas en sus ojos, sus manos descansaban de manera frustrante en el escritorio y su espalda estaba erguida al mínimo.

El olor a café por la mañana le causaba un placer refrescante, ahora tenía ganas de vomitar con solo verlo. El tik tok del reloj no dejaba de pronunciar el ambiente incómodo entre aquellos dos demonios. ¿Cómo podía dar una respuesta cuando no tenías nada que agregar? De hecho, tenía muchas palabras por expresar, pero no respondían a su problema.
Blitz pasó saliva por su garganta seca, no funcionó en absoluto, seguía igual, incluso se podía decir que se duplica la sensación áspera. Miró los ojos de Octavia que seguían en espera de una respuesta. Su corazón jamás había latido a tal velocidad.

-Lo haré.

Una sonrisa de alivio se dibujó en los labios de Octavia y una calma pura invadió todo su cuerpo.

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