Capítulo XXX

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El pánico se halló en cada rincón de esa casa. La sangre manchó las finas paredes, las esculturas estaban destrozadas y las plantas temblaban ante el monstruo que merodeaba en el lugar. Los gritos se producían como dulce en una fábrica; los sirvientes trataron de esconderse, pero fue bastante inútil. Los guardespaldas lucharon con todas sus fuerzas, mas su sangre fue lo único que cayó.

La entrada principal se pintó de color rojo; dos cuerpos estaban tirados en el lado izquierdo, en el derecho un cuerpo grande y robusto, de pelo blanco y anteojos negros, y en la escalera pequeños demonios con trajes negro y blanco para realizar trabajos domésticos. En sus ojos no había vida, su cuerpo se volvió pálido y los charcos de sangre no dejaron de crecer.
La sombra de un individuo cubrió las escaleras por completo, sonriendo mientras veía con victoria su última obra maestra. Subió por las escaleras con aires excesivos de confianza; un pequeño ruido se formó con cada paso y el humo salía de sus pistolas.
Tenía los hombros relajados, una vestimenta de vaquero muy peculiar y sin ningún daño; algo imposible considerando la matanza que realizó. Su sombrero se inclinó de lado y esa sonrisa tan llena de soberbia mostró el brillo de su colmillo de oro.

Cruzó por el segundo pasillo. Los disparos aumentaron con cada integrante que se atrevía a detenerlo. Apuntó a un guardespaldas de pelaje castaño a la cabeza, y no falló; otro guardespaldas -esta vez de un pelo negro brilloso - trató de detenerlo, pero su confianza sólo lo llevo al final de su vida, otro disparo con éxito. Había otro individuo, pero este trató de huir que realizar su trabajo; la desesperación se veía en sus ojos, sin embargo, una bala perforó su cráneo, saliendo por el orificio de su ojo.
Llegó a la entrada del cuarto real, empujando al cuerpo que disparó recientemente. La satisfacción podía verse en los brillantes ojos de Sticker; un brillo que hasta los líderes de los nueve anillos tendrían miedo.

Abrió la puerta de una patada, apretando el mango de sus armas.

-Oh, principe -dijo con tono hostil-¿dónde estás?

Buscó con la mirada alguna señal de su objetivo. Había una cama desordenada, una pila de libros en el escritorio, el paisaje natural que la ventana permitía admirar, y una alfombra rasposa de azul celeste, pero algo que llamó sus atención fue el pequeño rastro de sangre que se hallaba en la alfombra.
El sonido de la tos llamó su atención; volteó a la derecha para encontrarse en el rincón más sucio de la habitación a un príncipe en bata roja de seda, sus plumas eran más grises de lo normal -y no en el buen sentido -, tratando de detener la tos que no dejaba de manifestarse.

-Vaya, vaya, vaya.-Guardó su arma y se acercó con paso lento-. Fue más sencillo de lo que pensé.-Se detuvo enfrente de él, quedando en cuclillas-. Ustedes los ricos no son nada inteligentes para este tipo de juegos, ¿verdad?

Los ojos de Stolas se abrieron con despreció. Levantó su mano con fuerza, intentado de forma torpe levantar el asqueroso cuerpo de Striker y destruirlo como una basura insignificante, pero sus poderes se habían ido hace mucho tiempo; trató de utilizarlos, pero la sangre salió de su boca.
Aquel vaquero sonrió con malicia.

-¿Qué pasa?¿Tus poderes ya no son como antes?
-¡Pudrete, maldito hijo de ...

Un tremendo puñetazo interrumpió al príncipe. Una fuerte mano atrapó sus mejillas y lo obligó a mirar aquellos ojos que desprendían una ira fuera de lo normal.

-Escuchame, pájaro emplumado. Si por mi fuera te mataría justo ahora-su mirada irradiaba un desprecio sigiloso-. Pero ese Blitzø me ha causado tantos problemas-Sacó de nuevo su arma, colocándola en la garganta del príncipe -, y pensé que sería bueno devolverle el favor.

-No le ganarás a Blitzø.-Hizo un ceño fruncido.- Él es mucho mejor que tú.

Un profundo silencio se hizo presente en ellos dos. Stolas pensó por un momento que le había dado en el punto más egocéntrico de su ser, que había tenido una pequeña victoria por muy insignificante que fuera, pero todas sus teorías se derrumbaron al ver esa sonrisa intacta y llena de satisfacción.

-No lo suficiente como para caer en una falsa llamada-. Su aura transmitía un triunfo grande, como si hubiera ganado el premio mayor en una competencia de cazadores. Y así era.

Stolas abrió los ojos por completo; esas simples palabras retumbaron en sus oídos y su mente quedó fuera de servicio.

-N-No...

-Tal vez no sea mejor que Blitzø, pero al menos sé cuál es su punto débil.

Soltó el rostro del búho con desdén. Tomó con fuerza su brazo y lo empezó a jalar a la salida

-Vamos a dar un pequeño paseo por el bosque, ¿le parece bien, majestad?

Una risa macabra salía de su garganta, como las que realizan las brujas de Disney cuando su plan malvado se completa y la princesa cae un abismo de profunda oscuridad.

[ • • • ]

Blitzø tomó todas las armas que guardaba en su oficina: pistolas, hachas, cuchillos, entre otros con el mismo nivel de mortalidad. Empacó cada una en su desgastada mochila y salió de inmediato de su lugar de trabajo. Su respiración era rápida y energética, tenía los hombros tensos, sus manos se volvieron firmes, y en su mente sólo pasaba una imágen que lo alteraba y lo motivaba al mismo tiempo.

-¡Loona, abre un portal ahora!

-Señor-. Se acercó un sonido de cabello blanco y cuernos largos-, no puede ir solo, Striker lo matará en un abrir y cerrar de ojos.

-No si lo mato primero-cargó su arma mientras esperaba la aparición del portal.

-Dejenos acompañarlo, señor.

-No-aclaró-, es demasiado peligroso.

-Señor-. Se colocó enfrente de él para llamar su atención, su mirada desprendía una determinación impresionante -, somos una empresa y nuestro trabajo es asesinar gente como un equipo.

Blitzø miró a su subordinado a los ojos; no sabía si conmoverse o decirle lo estúpido que era. Atrás de él se hallaba Millie y Loona, dispuesta a ayudarlo con su misión, pues también tenían cuentas pendientes con ese imbécil demonio de vestimenta horrible.
Blitzø se quedó sin palabras. Sabía que la batalla que se aproximaba no iba a ser nada fácil, pero se sintió aliviado de contar con el equipo con el que inicio su empresa.

-De acuerdo, pero traten de seguirme el paso.

Moxxie puso los ojos en blanco; era de esperarse esa respuesta de su jefe, pero de igual modo sonrió al saber que aceptó su propuesta.
Loona abrió un portal con ayuda del anillo que Stolas les brindó hace mucho; una abertura conforma de diamante se abrió en el espacio, dejando ver el oscuro bosque que los esperaba con tanta ambición; el viento entró con fuerza en el lugar y el aroma a frutas silvestres penetró con mucha fuerza.No había marcha atrás, y todos lo sabían.

- <<Voy por tí, Stolas>>-pensó, tomando la pistola con fuerza y una determinación inquebrantable se reflejaba en sus apasionados ojos.

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