No podía ver ni oír ningún sonido. Fui tragado por una completa oscuridad hasta que escuché la voz de alguien a mi lado:
—Dylan, ¿te pasa algo? Has estado muy callado últimamente.
Parpadeé y estaba en un entorno completamente diferente. Miré a mi alrededor para encontrarme en el comedor de mi hogar, rodeado de mi familia; mis padres, mis hermanos y Sofia, mi novia, todos comiendo juntos un 24 de diciembre por la noche, en nuestra cena familiar.
—¿Qué pasa, Dylan? Pareces un poco distraído.
Giré la cabeza para notar a mi madre hablar, Vanessa Reyes, mirando desde su asiento. Era una mujer delgada con cabello rizado y ojos oscuros, ella desprendía un aura materna que me hizo estar bien.
—Oiga amá, estoy bien, no me pasa nada —le dije con una sonrisa—. Simplemente estaba soñando despierto.
Sentí unas cálidas manos encima de las mías, giré y vi a Sofia, con su radiante sonrisa de la cual me enamoré.
—¡Coman de una vez y no se vuelvan acaramelados frente a mí! —refunfuño uno de mis hermanos mayores, interviniendo entre Sofia y yo.
—¡Mírenlo, me está molestando! —lo acusé.
—Daniel, deja de molestar a tu hermano —dijo mi padre, cansado de estar regañando a sus hijos por cada payasada que hiciera.
Él hiso caso y empezó a refunfuñar mientras comía.
—Quiero que se comporten en la mesa, o de lo contrario, los castigaré por un mes —habló nuestra madre, amenazando a cada uno de sus hijos.
—¡Pero es injusto —mi hermana pequeña levantó la voz—, ellos son los que molestan, yo no!
—Dayana, ¿qué dije sobre comportarse en la mesa? —la fulminó con la mirada.
Mi hermana, ósea, Dayana, se encogió en su lugar y tragó saliva. Sabía que discutir con nuestra madre era una rotunda y humillante derrota.
—Si, señora —contestó Dayana.
Todo volvió a la normalidad.
El resto de la cena fue, por decir mucho, bulliciosa. Hablando aquí y allá, riendo de algunos chistes y anécdotas que a mis hermanos y a mi nos pasaron cuando éramos niños.
Cuando terminamos de cenar, decidí salir al balcón para contemplar las estrellas y ver los fuegos artificiales que lanzaban del otro lado de la ciudad.
—Tu mamá da miedo cuando se enoja —me dijo Sofia al oído, habiendo llegado cuando estaba desprevenido y abrazándome por la espalda—, pero es cariñosa y atenta.
—Si, lo es —dije.
Recibí un beso en la mejilla izquierda.
—Dylan, quiero que hagas algo por mi —dijo con una voz cálida.
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¿Está bien tener armas modernas en un mundo de fantasía?
FanficNuestro protagonista, un tipo normal, nada ordinario, tendrá que sobrevivir y vivir una nueva aventura en un mundo donde el Calabozo está en el centro de la ciudad, Orario. El misterio lo rodeará desde su llegada, no sabrá quién o qué lo trajo a ese...