CAPÍTULO 22 ➤ Expedición a los Pisos Centrales.

279 49 0
                                    

Hoy era un día especial, ¿por qué? Bueno, porque esta será la primera vez que mi Familia iría a una expedición a los Pisos Centrales del Calabozo.

Mientras me encontraba afuera de la Anfitriona de la Fertilidad, envuelto en una capa carmesí de Piel de Salamandra que nos protegería de las llamas, ya que en los Pisos Centrales abundaban monstruos capaces de escupir fuego.

«Que aburrido estoy», pensé, sin nada que hacer mientras esperaba a Bell.

Los minutos parecían transcurrir en cámara lenta, pasando sin mucha emoción hasta que escuché la puerta abriéndose, por lo que levanté la vista y vi a Ryuu saliendo de la taberna.

—Buenos días, Jiménez —me saludó con una diminuta sonrisa.

—Ah, Ryuu. Buenos días —la saludé—. Pero, por favor, llamarme solo por mi nombre, es incómodo que me llames por mi apellido... me haces parecer viejo —expliqué, algo incomodo.

—Entiendo —asintió ella—. Entonces, Dylan, me enteré de que encontraron un nuevo miembro.

Asentí, confirmando sus palabras.

—Si, el tipo es genial —respondí—. Además, resultó ser un herrero.

Ryuu me miró con atención y me preguntó, clavando su mirada en mis ojos:

—¿Esa persona es de confianza?

Traté de discernir que quería decir ella con su pregunta, y pude notar su preocupación, aunque no entendí del todo su motivo. O algo así, no estoy muy seguro de cómo piensan las mujeres.

Además, Ryuu era un enigma para mí, siempre reservada, y esa característica me resultó atractiva de ella. Aunque, reflexionándolo un poco, creo que me gustan las chicas misteriosas.

—Creo que sí —finalmente respondí, y recordando la conversación con Bell y la diosa en la taberna de la noche anterior, añadí—. La diosa Hestia investigo y nos aseguró que todo estaba bien.

—Parece que todo está resuelto. Entonces, Dylan, ten cuidado cuando explores el Calabozo —me aconsejó con una sutil sonrisa—. Y buena suerte.

Agradecí sus palabras y, aunque me dio una ligera y diminuta sonrisa, me sentí agradecido.

Ella era hermosa.

—Ah... Está bien —titubeé, algo avergonzado, y para calmarme, comencé a jugar con mi Capa de Salamandra para despejar el ambiente.

Ryuu inclinó la cabeza hacia mí y se despidió con un gesto, y la vi alejarse, tal vez para hacer algún recado.

Poco después, Bell salió de la taberna, luciendo una sonrisa tímida y un leve tono rojizo en sus mejillas. Le hice señas para que me siguiera; era hora de encontrarnos con Welf y Lily, seguro ya nos estaban esperando.

—Esta será nuestra primera vez en los Pisos Centrales, ¿no estás asustado? —preguntó Bell mientras caminaba a mi lado.

—Sí, lo estoy un poco —admití—. Pero estaremos seguros. ¡Será divertido! —afirmé, tratando de inyectar entusiasmo a la situación.


Unas Horas más Tarde. ...

Los Pisos Centrales se desplegaban ante nosotros con su sombrío paisaje de rocas color ceniza que se extendían en todas direcciones. Las paredes, el suelo y el techo, todo era piedra sólida, envuelto en un aire frío y húmedo, casi mohoso. Aquello recordaba una cueva profunda en el corazón de una montaña, una sensación que inquietaba incluso sin necesidad de palabras.

¿Está bien tener armas modernas en un mundo de fantasía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora