CAPÍTULO 12 ➤ Malo, malo y algo bueno.

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—¡Bell, cuidado! —le advertí del peligro.

Los orcos, un par de ellos, tuvieron la intención de darle un garrotazo a Bell; él brinco y esquivó los ataques, y si no hubiera sido por mí, el chico estaría tres metros bajo tierra.

Iba a dispararle a los orcos atacaban a Bell, pero no pude hacerlo debido a que otro orco, uno que no me había percatado, el cual lanzó un garrotazo con intenciones asesinas en mi dirección.

Me lancé hacia el otro lado, rodé por el suelo y me detuve en seco para empezar a dispararle al bastardo que tuvo la osadía en atacarme.

La sangre empapó mi ropa, pero nada de eso importaba. Pude sentir como me latía el corazón a una velocidad impresionante, como tal, la adrenalina se intensificó, haciéndome estar más que atento, activo y paranoico.

Por lo que, al escuchar el metal cortando la carne detrás de mí me sobresaltó. Giré bruscamente con mis armas a la defensiva para enfrentarme al oponente que estuviera a mis espaldas..., pero solo pude encontrar a Bell Cranel parado allí, respirando con dificultad mientras blandía su cuchillo de repuesto.

—¡Casi me das un infartó!

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—¡Casi me das un infartó!

—¡L-lo, lo siento! —Bell contestó con un poco de pena, e hizo una pausa mientras observaba nuestro alrededor con preocupación—. Debemos mantenernos en alerta. Este lugar es peligroso para nosotros, y Lily... no la veo por ningún lado.

Repentinamente y sin previo aviso, unos dardos cortaron la correa del cinturón de la bandolera de Bell. Un tercer dardo atado a una cuerda se trabo en su bandolera y alguien desde el otro extremo de la cuerda la jaló, llevándose la bandolera en el proceso hacia la sima de las escaleras.

Siguiendo la trayectoria del objeto, nos dimos cuenta del atacante misterioso.

—¡Lily! —gritó Bell, exigiendo respuestas.

—¡¿Qué rayos estás haciendo?! —le grité a la niña—. Si serás, ¡eres una maldita ladrona! —estaba realmente furioso.

Ella no dijo nada, solo me miró con una sonrisa en su rostro.

¡Todo fue una trampa!

Con qué esta era su verdadera cara, por eso sentí algo extraño cuando la conocí, pero no supe que era; ella nunca me agradó.

—¡Maldición Bell, cuidado con el orko! —le advertí.

Había aparecido un nuevo grupo de estos monstruos, supuse que era el efecto de esos cebos para atraerlos. Sin embargo, no podía quedarme quieto ni pensar con normalidad mientras evadía, disparaba y seguía evadiendo los múltiples ataques que lanzaban en nuestra contra.

Mientras tanto, Liliruca la pequeña ladrona, seguía hablando:

—Lo siento, no es personal —dijo ella desde lo alto—. Busquen una forma de escapar —y con eso dicho, ella nos dio la espalda y se marchó.

¿Está bien tener armas modernas en un mundo de fantasía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora