CAPÍTULO 14 ➤ Magia, ven a mí.

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Me desperté alrededor del mediodía, luchando contra la somnolencia debido a la falta de sueño. Con los ojos adormilados, me senté en el viejo sofá y encontré el desayuno que me habían guardado desde la mañana. Lo que se resumía en: dos papas cocidas y un vaso de agua.

Suspiré, y comencé a comer con poco entusiasmo.

—Al menos en Latam uno come mejor que aquí —murmuré para mí mismo, recordando las comidas de mi tierra natal—, excepto en Vene-

Pero antes de que pudiera terminar la oración, tosí con fuerza, debido a que casi me ahogaba con un pedazo de papa.

—¡Oye Bell! —lo llamé, no hubo respuesta—. ¡Hestia! —tampoco respondió.

«¿Sera que Bell fue al Calabozo y me dejó —pensé—. Si, eso debe ser». En cuanto a Hestia, sabía que ella trabajaba, por lo tanto, no me fue extraño que ella no estuviera presente en casa.

Que se le puede hacer... tengo la casa para mí solo.

Después de comer, busqué entre mis cosas (la mochila) y esparcí las Piedras Mágicas en la mesita de madera. La más grande de todas era la del dragón, y el resto la de los orcos.

—Ok Sistema, aquí va —empecé a escanear las Piedras Mágicas una por una.

Al final, todas las Piedras de los orcos terminaron valiendo x605 Pex, mientras que la sola Piedra del Dragon Infantil x550 Pex, sin embargo, busqué en la lista de misiones, y resultó que la misión de "Matar al dragón infantil" seguía allí.

«Genial, aún tengo oportunidad», sonreí.

Aproveché mis nuevos fondos, decidí revisar la Tienda Virtual. Busqué entre las categorías de armas hasta encontrar la deseada, escopetas.

—Uff, que caro —expresé al ver los precios—. La más barata cuesta x4900 Pex, y actualmente tengo x1421Pex. ¡Jamás tendré una escopeta! —lloré internamente. Luego, con un semblante serio y decidido, añadí—. Esta decidido, reuniré para comprarme esta escopeta —señalé la BM-16, la más barata de la lista.

Y con ese pensamiento en mente, decidí ir al Calabozo a probar suerte el día de hoy.


Mucho, Mucho Tiempo Después (ese mismo día). ...

Para este momento, el Calabozo se había vuelto algo rutinario para mí. Como siempre, había pasado los primeros Pisos sin muchos obstáculos y dificultad, y actualmente me encontraba en el Piso 4.

...tras haber terminado una pelea con algunos monstruos, me dispuse a guardar las Piedras Mágicas en mi mochila, pero por no haberme percatado de mi entorno, un monstruo lagarto, el cual, aprovechando mi distracción, me atacó por la espalda, usando su escamosa cola como un látigo.

El repentino golpe me desequilibró por completo, nunca lo esperé, y por consecuencia, me tiró al suelo con un fuerte dolor y ardor en la espalda.

La criatura, identificada como un lagarto cuando la vi bajar del techo cavernoso del Calabozo, se abalanzó en mi contra con intenciones asesinas. Por reflejo, levanté mis brazos para cubrir mi rostro e intentar apartar los afilados colmillos de la criatura de mi cara.

Pude ver y sentir como sus apestosos dientes rasgaba la manga del suéter y empezaba a perforar la piel de mis brazos, provocando que la sangre, mi sangre, saliera.

—¡Argh, maldito lagarto! —«¿Dónde está Bell cuando uno más lo necesita?» —solté un quejido, luego recordé que Bell no había venido conmigo.

Con todas mis fuerzas, alejé la criatura un poco lejos de mi cara (el lagarto seguía insistiendo en morderme la cara) y le di unas cuantos rodillazos y patadas en su vientre.

¿Está bien tener armas modernas en un mundo de fantasía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora