CAPÍTULO 8 ➤ Calabozo, Pistola y Cuchillo.

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Vi como Bell se enfrentaba a los monstruos, dejando muy malheridos a algunos. Yo por mi parte, eliminé a los rezagados usando mi machete, ya que había entrado a combatir cuerpo a cuerpo también.

—¡Oye, a tus seis en punto! —le grite a mi compañero, advirtiéndole del hombre lobo que se acercaba a él corriendo.

—¿A mis qué...?

—¡Que cuidado detrás de ti!

Así que vi como Bell daba una voltereta en el aire y esquivaba a la peligrosa bestia peluda con cabeza de perro, luego retrocedió varios pasos y se preparó para contraatacar con su cuchillo, soltando un suspiro de alivio antes de seguir peleando.

—Es momento de acabar con esto —dije, poniéndome a su lado con mi machete ensangrentado.

Bell asintió en respuesta, estando de acuerdo con mis palabras.

Los minutos transcurrían mientras pasábamos a través de varios grupos de monstruos que se encontraban en nuestro camino. Mientras esto ocurría, diversos aventureros de distintos rangos pasaban a nuestro lado y nos ignoraban por completo, aunque algunos nos miraron raro.

No le dimos mucha importancia y después de eliminar a otro grupo de monstruos, nos dispusimos a recoger sus piedras mágicas y guardarlas en nuestras mochilas. Aunque por mi parte, mi mochila de paracaídas había empezado a llenarse por todas las piedras mágicas que habíamos recolectado, sin embargo, seguimos bajando piso por piso.

Llegando al Piso 5 decidimos tomar un pequeño descanso para almorzar y recuperar fuerzas.

Aproveché este momento (mientras comía) para examinar mi nueva adquisición, la Uzi pro pistola, la versión más compacta y ligera de la familia Uzi; la pequeña bebe que había convocado no hace mucho tiempo (esta misma mañana).

Al hacer esto (ósea, inspeccionar el arma) frente a Bell me arriesgaba a que se lo dijera a alguien más, por lo que lo obligue a jurar por su madre y por la diosa de mantener el Secreto Gubernamental Clasificado de Alto Valor entre los dos y por supuesto, Hestia; ya que no quería que alguien se enterara de esto y me viniera a cortar el brazo para obtener el arsenal de otro mundo, literalmente, que duerme en mi Brazalete Inteligente.

Y finalmente Bell hizo el juramento y prometió no decirle a nadie.

...aunque, por el momento lo tendré vigilado.

De una extraña manera me sentí un poco más relajado..., solo un poco.

Actualmente mantenía mi nueva adquisición colgada en mi cadera todo este tiempo gracias a un cordón que le quite a mi mochila de paracaídas.

«Que lastima —pensé, mirando mi nueva arma—. No te he estrenado porque no ha aparecido ningún monstruo digno de ti».

—Eh, Dylan, ¿qué piensas?

Bell me saco de mis pensamientos.

—Nada importante —contesté, acariciando el metal de la UZI con los dedos.

De repente, un par de goblin salió de las paredes y se pusieron de pie. Nos miraron por un momento antes de soltar un chillido penetrante y saltar para atacarnos a Bell y a mí.

El peliblanco con su agilidad impresionante (ante mis ojos) los evadió con facilidad. Se notaba que tenía experiencia peleando con estas cosas... Aunque para mi pésima suerte, uno se estrelló contra mí.

Abrió la boca para morderme, pero en un esfuerzo por liberarme, termine disparándole a quemarropa.

—¡Mierda!, casi me arranco un dedo —maldije, viendo como el cañón de la pistola estaba peligrosamente cerca de mi mano al momento de disparar—. Creo que tendré más cuidado de aquí en adelante —volteé a ver a mi compañero—. ¡Oye Bell, ¿te hecho una mano...?! A no, ya lo mató.

¿Está bien tener armas modernas en un mundo de fantasía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora