CAPÍTULO 28 ➤ Pequeño altercado.

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Tanto la Familia Hestia como los responsables de nuestras penurias nos encontrábamos reunidos en una tienda de campaña. Hermes y su compañera observaban distraídamente al margen, con Hestia junto a Bell.

—¡Lo siento mucho! —la chica de cabello largo se disculpaba una vez más, con la cabeza apoyada contra el suelo.

—No, no. Por favor. No... —Bell tartamudeó nerviosamente.

—Todas las excusas en el mundo no serán suficientes para que los perdone —Lily interrumpió—.Nos abandonaste a los monstruos y casi haces que nos maten a todos.

—Sí, eso no es algo que desaparecerá con unas pocas palabras —añadió Welf—. No podemos simplemente dejarlo pasar.

Lily, Welf y yo, no nos inmutamos por la reverencia de la chica. Por mi parte, estaba serio, mirando a los responsables con enojo.

—Lo siento mucho —la otra joven, la que resultó herida cuando los vimos, murmuró en voz baja—. Lamento haberlos puesto a todos en peligro.

Hestia se cruzó de brazos y dejó escapar un largo "Hmmmm" mientras el drama se desarrollaba frente a ella.

—Tsk, como si eso arreglara las cosas, hija de puta —dije con enojo acumulado, mirándola con rabia—. Tu y tu equipo debieron haber muerto allá atrás.

Hestia y todos los presentes se sorprendieron en gran manera ante mis palabras.

La chica en el suelo levantó la cabeza para encontrarse con mis ojos, y mantuvo contacto visual mientras levantaba su cuerpo en una posición de rodillas.

—Cálmate, Dylan —dijo Welf, colocando una mano en mi hombro.

Sin embargo, la aparté de mí y comencé a hablar.

—¿Quieres que me calme? Casi muero... ¡Ustedes casi mueren por su maldita culpa! —grité, señalando a los responsables de nuestro estado—. ¡Mis costillas se rompieron! ¡El Goliat casi me mata! Esto no lo perdonaré.

—Um, realmente... Lo sentimos mucho —tartamudeó la segunda chica de aquel grupo, la que había sido herida.

Ni siquiera me había importado en saber sus nombres.

—T-tienes todo el derecho a estar enojado —decía la joven del pelo largo con gran remordimiento—. Si necesitas desquitarte conmigo entonces yo-

—Eso es suficiente —intervino el imponente hombre mientras se ponía frente a la chica—. Cúlpame a mí. Si tienes que culpar a alguien, entonces que sea a mí. Fue mi orden. Y sigo pensando que fue la elección correcta.

—¡Así que fue tu idea, y lo admites como si nada! Tienes agallas diciendo eso delantede nuestras caras —lo señalé—. Maldito infeliz.

Aquel tipo dio un paso adelante en mi dirección, y tanto él como yo nos miramos fijamente, intercambiando miradas enojadas, como si una pelea pudiera estallar encualquier momento.

—Dylan, por favor, cálmate —intervino Hestia, un poco asustada por mi comportamiento.

No la miré. Volteé la vista, no quería mirarla a los ojos. Sabía que, si lo hacía, me arrepentiría.

¿Está bien tener armas modernas en un mundo de fantasía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora