Prólogo

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En un mundo nuevo, en un planeta recién nacido, donde no había nada más que áridas tierras. Una conciencia se movía inquieta, tomar forma era su siguiente movimiento; un cuerpo con el que pudiera controlar su enorme poder.

Del polvo cientos y cientos de partículas se movilizaban condensándose; una mano con apariencia delicada comenzó a tomar forma.

—Un cuerpo que me pueda controlar —se dijo aquella conciencia. Pues conocía el enorme poder que poseía.

Por consiguiente, una mano fuerte y varonil comenzó a aparecer. Y así, dos cuerpos se formaban del mismo polvo.

Del brazo de aquella apariencia delicada se formó un tallo de rosa que se enredó en el brazo de la figura varonil, las espinas se encajaron en su carne compartiendo de sus venas el líquido color plata que le daría vida al segundo cuerpo.

Después de algunos segundos, ambos cuerpos estaban completos, alrededor de ellos apareció un hermoso campo de múltiples flores de vivos colores. Algunas de ellas se movieron enredándose en el hermoso cuerpo musgoso de la joven de ojos verdes. Algunas raíces y musgo brotaron del suelo enredándose en el cuerpo de aquel atractivo y fuerte varón.

Ella se levantó con delicadeza, extendió su mano y sopló sobre ella ligeramente, enviando hacia el rostro del hombre; que aún cerraba los ojos, el hálito. Le tomó dos segundos para verlo despertar y cuando lo hizo, extendió su mano para ayudarlo a levantarse.

Él tomó su mano y se levantó ágilmente, ella no tuvo que poner ni un gramo de fuerza para ayudarlo.

Ella le lanzó una sonrisa. Enseguida observó detenidamente aquel lugar desértico. Sabía lo que debía hacer, con algunos movimientos de manos llevó hacia el cielo aquel vapor que parecía flotar por algunos centímetros arriba de la agrietada tierra, lo llevó hasta el cielo y lo unía con fuerza para condensar aquella masa de vapor, por consiguiente, una nube negra apareció y un enorme estruendo rugió en medio de ella.

Él miró hacia el cielo y una cristalina gota de agua cayó sobre su frente, llevó sus dedos hacia donde aquella fría gota había aterrizado y la limpió. La chica lo miró y soltó una risita. Más gotas empezaron a caer precipitadas, ella llevó su mano hacia su cabeza intentando cubrirse, él solo cerró los ojos, levantó el rostro y disfrutó aquella fría lluvia. Los abrió repentinamente cuando dejó de sentir las reconfortantes gotas de agua y en lugar del cielo oscuro, observó un techo de ramas, hojas y flores que los cubría, y protegía de la lluvia.

Ella volvió a sonreír llevando su hombro hacia su mejilla cuando percibió  la cara seria del joven.
El agua se empezó a estancar, se acumulaba rápidamente y les llegó un poco más abajo de las rodillas. Ella salió del techo que los cubría y observó aquella tierra inundada.

—Ven, ayúdame —le dijo al joven.

Él caminó hacia ella.

—¿Qué debo hacer? —preguntó con una hermosa voz estruendosa.

—Necesitas un nombre —dijo pensativa—. ¿Qué tal "Osmon"? ¿te gusta?

—Mmh. —lanzó algo parecido a un gruñido, seguido de un movimiento de cabeza en señal de aprobación.

—A mí también me gusta —dijo al sonreír—. Ven, te he dado una asombrosa habilidad; de convertirte en un hermoso ser, serás un guardián; el gran guardián del bosque. ¡Observa!

La joven se agachó y tocó el suelo con su mano, las flores que tenía sobre el cuerpo, quedaron sumergidas en el agua, al igual que su mano y su largo cabello verde. A veinte metros de distancia comenzaron a surgir cientos de árboles.

»¡Vamos!, es hora de que seas uno de ellos, deberás ir y con tus raíces darles información de llevar las aguas hasta allá. —Señaló con su dedo un área lejana donde no estaba lloviendo y la tierra parecía acabar allí.

—Lo haré. —Caminó delante de ella, de pronto se detuvo y giró un poco la cabeza al punto de mirarla con el rabillo del ojo— .  ¿Cómo debo llamarte?

—Es verdad, aún no nos hemos presentado —caminó hacia él y se puso en frente—. Soy Mutter Lanati. —dijo estirando la mano hacia él.

—Hola, Mutter —respondió y le sujetó su suave mano.

La lluvia comenzó a detenerse. Osmon caminó hacia donde habían crecido los árboles, al llegar junto a ellos se transformó. Le pareció algo muy fácil de hacer. El viento se sentía diferente, y la tierra bajo sus raíces era húmeda y suave. Conectó sus raíces hacia los árboles y como si fueran impulsos nerviosos; les envío información a los demás de cómo acomodar sus raíces para formar una especie de barrera, formando un río que llevara el agua hacia un área donde podría acumularse sin causar daño.

Lanati llegó hasta él. Se sostuvo de él al resbalar por el lodo que se había acumulado.

—¡Oh! Casi caigo. Haces un gran trabajo. Será un hermoso mar. ¿Ves aquella área de ahí? Haré que nazca agua debajo de aquella gran roca —dijo emocionada—. Así, este río seguirá siendo alimentado.

El agua había descendido en su totalidad, por lo tanto, pudo caminar tranquilamente. Llegó donde había un conjunto de rocas y saltó sigilosamente sobre ellas hasta llegar a la que sobresalía por mucho de las otras. La tocó y enseguida empezó a brotar agua cristalina, formando una cascada. El agua comenzó a hacer un enorme hoyo. Osmon ya había llegado hasta Lanati, la tomó cuidadosamente con una de sus ramas y la levantó llevándola lejos de donde se formaba el caudal, que rápidamente llenó aquel estanque. A unos metros por debajo de la tierra, el agua seguía fluyendo; creando un gran túnel que desembocaba hacia el mar que se acababa de crear debido a la guía de las raíces de Osmon.

»¡Cielos, tengo tantas ideas! Este mundo será hermoso. Creo que necesitarás ayuda.

Osmon solo la seguía obediente, la veía crear nueva vida y la veía emocionarse con cada pequeña cosa que hacía crecer.

»¡Ya sé! —dijo emocionada—. Un ser grande y fuerte, que viva cientos y cientos de años, con un espíritu inquebrantable. —Con sus manos hizo que el polvo se levantara y comenzara a formar una gran roca.

—¿Un hombre de piedra?

—¡Sí! —contestó con una enorme sonrisa.

Osmon observaba con gran atención; un hombre de piedra estaba frente a él y tenía una apariencia tímida.

Lanati sopló ligeramente hacia ese ser y  él despertó.

—Hola —dijo ella ladeando la cabeza, con las manos entrelazadas sobre su espalda.

—Hola —contestó aquella roca con voz grave.

Lanati colocó sus manos sobre su boca y lanzó un chillido de emoción, dando golpecitos con sus pies.

—¿Lo ves? ¿No es grandioso? —Se giró para ver a Osmon.

—¡Lo es! 

Aun cuando había visto a Lanati crear cosas, seguía maravillado con la siguiente cosa que ella creaba, sin embargo, no demostraba su asombro.

—Te llamaré... —Lanati colocó su dedo en sus labios y miró hacia arriba en modo pensativo— ¡Ya sé! Ikal Khalid: espíritu inmortal —dijo con orgullo.

—Es un bonito nombre —contestó la roca—. ¡Gracias!

—¿Podrías por favor ayudar a nuestro querido amigo Osmon?  Ustedes serán los principales guardianes de esta tierra.


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Diversos "Especies" La alianza de la flor de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora