Capítulo 11. Las damas medusa.

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Fuera de la aldea, Xules se encontraba semi sentado en una rama curva de un árbol de glicinias, el aire llevó hasta él el aroma dulce de un campo de flores. Miro hacia abajo, y la vio.

Emma caminaba distraída, disfrutaba aquel maravilloso campo de glicinias que Lanati había hecho surgir para dar a sus invitados paseos armoniosos.

Xules saltó de inmediato de la rama, desenvolviendo sus ligeras alas y se posó frente a Emma, haciéndola sobresaltarse.

—Lo siento ¿Te sorprendí?

—Sí, lo hiciste. Me asustaste. —dijo después de exhalar, mientras tocaba su pecho.

—¿Qué haces aquí afuera?

—Sólo daba un paseo, es aburrido allá dentro, hay demasiadas personas.

—Me siento igual, me es incómodo, además los Henki-dier siempre se han sentido superiores con sus espíritus animales. Son tan engreídos.

—A mí me parecen geniales.

—No me pareció eso cuando aquella boa pasó a tu lado.

—Eso es diferente —continuó caminando—. Es que no esperaba ver a un ser tan...

—Tu piel se erizó nuevamente, no te agradan los reptiles.

—No, el sólo imaginarlos me... ¡agh! —dijo sacudiendo su cuerpo—. Si fueras un Henki-dier ¿qué espíritu te gustaría tener?

—No lo había pensado ¿Qué tal tú?

—No lo sé, pero los espíritus de quienes llegaron me parecieron asombrosos. ¡Ya sé! Un lobo blanco, ¿Viste como andaban? Su caminar era de un lobo seguro, muy elegante, todo un alfa. ¿Qué? ¿Qué te pasa? ¿Por qué me miras así?

Xules observaba atónito la belleza de Emma, y se sentía hipnotizado por el aroma de su piel.

Un zumbido lo hizo despertar, pero en un segundo Emma ya estaba frente a él en un intento de protegerlo y cubrirlo de la lanza que volaba hacia ellos.

Emma cerró los ojos esperando sentir el punzante dolor de la estaca entrando en su cuerpo.

Xules giró su cuerpo para evitar lo que en su mente se imaginó en cuestión de una milésima de segundo.

En el aire flotaban ligeros ecos del sonido de una espada chocando con la lanza, la cual Xules observó volar las dos mitades en direcciones opuestas.

Xules sintió como tiraron de su brazo y arrancaron de su regazo a Emma también de un tirón.

—¿Qué crees que hacías niña estúpida? ¿Estás loca? ¿Quieres morir por un inútil Erlea? ¿Qué crees que pasaría con Lanati si murieras? —Elira estaba fuera de sí.

Xules tomó la mano de Elira mirándola desafiante, y apretó un poco para que soltara a Emma.

—¿Qué fue eso? —Emma miraba con los ojos muy abiertos a Elira.

—Vuelvan a la aldea, buscaré al responsable. —soltó a la joven al decirlo.

—¡Vamos! —Xules tomó la mano de Emma.

—Llévala a salvo a dentro, y tú niña no te muevas de su lado, los buscaré a mi regreso. Dale un mensaje a Aquila —continuó dando órdenes a Xules—, dile que venga a buscarme.

Emma continuaba con el corazón acelerado sin acabar de entender qué era lo que había sucedido. Caminaron en silencio, Xules iba alerta sin llegar a mostrarlo. Emma se sentía segura cerca de él.

Diversos "Especies" La alianza de la flor de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora