Diversos "Especies" La alianza de la flor de fuego

Epílogo

Chenoa caminaba cabizbaja y descalza por el bosque, tomó su brazo derecho con su mano izquierda y sollozaba.

Sus alas se sentían pesadas y en extremo cansadas, había tenido que mantenerse lejos del suelo por un largo tiempo cuando las lianas aparecieron de la nada asesinando a todos los Txori. Pensaba en su madre que había salido de su ciudadela para ayudar a su padre, pero ninguno de los dos había vuelto.

Un niño Txori de alas oscuras tomó su mano y caminaba junto a ella.

—Estarás bien, yo voy a cuidarte. —decía en tono seguro intentando consolarla.

El niño se esforzaba por mostrarse como un guerrero valiente ante la hija del líder Txori.

A pesar del dolor profundo que sentía oprimiendo su pecho ante la pérdida de sus padres; que fueron estrangulados por las lianas que aparecieron en su hogar, se sentía con la responsabilidad de cuidar a aquella niña.

Él se había ocultado y cuanto vio a la niña que iba a ser atrapada por una liana, voló hasta ella y la ayudó a elevarse al cielo. Se mantuvieron ahí un largo rato volando, intentando escapar de las lianas que energéticamente se elevaban para poder alcanzarlos.

Muchos de los suyos habían intentado escapar elevándose, pero eran alcanzados por las lianas  destrozando sus alas y cuerpos, sin oportunidad de salvarse. Pero estaba seguro que haría lo que fuera por salvar a esa niña.

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En alguna parte del bosque los cuerpos destrozados de hombres, mujeres y de sus espíritus animales; estaban envueltos entre lianas. Habían sido alcanzados y exterminados por Mutter Lanati. Su sangre se extendía por aquellas lianas entre hierba, pelaje y plumas azules.

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En las profundidades del gran mar; cientos de cuerpos con tentáculos iridiscentes, flotaban estranguladas entre lianas, las damas medusa habían perecido.

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En la ciudad cercana al bosque, un niño lloraba abrazando a su pequeño perro. Él y su madre intentaban llegar al último piso del edificio, pero ella fue atrapada de su pie por una liana y arrastrada escaleras abajo. Una anciana que se disponía a subir al techo junto a su nieta presenció la brutal muerte de la mujer y ayudó al niño a subir hasta la azotea. La nieta de la anciana se acercó a él abrazando a su gato e intentó consolarlo. El perrito de apenas dos meses de edad lanzaba chillidos. 

Una joven de dieciséis años metía su dedo por la rejilla de la jaula donde llevaba un perico y acariciaba su cabeza. 

Un hombre observaba desde la orilla de aquel gran edificio la ciudad envuelta en pequeñas y gigantes lianas que cubrían todo. Las lianas que cubrían el edificio donde ellos se encontraban, habían dejado de crecer al mismo tiempo que las del resto que había inundado la ciudad. Todas las personas habían sido asesinadas y su esperanza se reducía en que alguna de las ciudades vecinas pudiera ir en su ayuda.