Diversos "Especies" La alianza de la flor de fuego

«Camino al bosque»

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Samuel llegó al laboratorio, estaba sumergido en oscuridad y vacío. Encendió algunas luces y las cámaras de vigilancia se encendieron en automático, no prestó demasiada atención a los monitores y continuó observando aquel lugar que se sentía tenebroso.

Buscó habitación por habitación para encontrar a Thomas. En algunas, no era necesario entrar todo se veía desde afuera por sus divisiones de cristal.

Se sintió decaído, el no encontrar a su padre le preocupaba. Había llamado a cada estación de policía para averiguar si pudiese estar en alguna, acudió a hospitales, pero no había rastro de él. Su última esperanza se encontraba en ese lugar.

Caminó nuevamente recorriendo aquellos pasillos, en uno de los cuartos vio un cristal roto y una botella en pedazos. En el cuarto de monitoreo vio algo extraño, en una de las pantallas le pareció ver dos grandes árboles moviéndose a lo lejos; dos árboles chocando entre sí.

—¿Pero qué demonios?

Salió del laboratorio y corrió hacia aquella batalla.

—¿Papá? —preguntó al llegar, se quedó a unos metros de los dos hombres. Aun cuando Thomas se había convertido logró reconocerlo—. ¡Alto! ¡Deténganse ahora!

—No te metas, aléjate.

Nuevamente Thomas atacó y derribó a Anton.

—¡Ya basta! —Samuel se transformó y arremetió contra Thomas alejándolo de Anton.

Anton parecía agotado, y se convirtió nuevamente en hombre. Tenía heridas en todo su cuerpo.

Thomas también volvió a la normalidad y Samuel hizo lo mismo.

»¿Qué sucede aquí?

—No te metas en esto. —Thomas ordenó.

—¿Cómo es que tú puedes convertirte en Zuhaitza?

Thomas no respondió, se limitó a observarlo.

—Se inyectó la sustancia de hartz y asinis. —Respondió Anton.

—¿Por qué hiciste eso? Pudiste haber muerto.

—¿Qué importa ya eso? ¡Sin ella no soy nada! ¿Dime ahora dónde está? —esto último se lo preguntó a Anton—. ¿Dónde la llevaste?

—Padre... escúchame.

—¡No soy tu padre! ¿Qué no lo sabes?

Samuel sintió una punzada en el pecho, aun cuando sabía que Thomas no era su padre biológico él lo amaba, había crecido bajo su protección y para él Thomas siempre sería su verdadero padre.

—Lo sé, pero eso no importa, tú eres mi padre. Y mi madre... ella ya no está, ella está muerta. —Soltó de una vez por todas.

Thomas miró a Samuel con los ojos muy abiertos, y caminó hacia él con pasos apresurados.

—Dije que te callaras —lo tomó del cuello de la camisa—. ¡No es cierto! Ella está viva, ese maldito se la ha llevado, me la ha robado.

—No está mintiendo —Dijo Anton. Que aún estaba sin fuerza para levantarse y miraba al suelo—. Christell se ha ido.

—¡Mientes! —gritó. Soltó a Samuel y caminó hacia Anton.

Samuel detuvo su enfurecida caminata al sostenerlo de su brazo.

—¡Ya basta! Padre, ¡Mi madre se ha ido!

Las lágrimas de Thomas surcaron sus mejillas. Se agachó aturdido y lloró aún más fuerte.