Capítulo 10. Los Henkie-dier.

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—Sean bienvenidos. —Lanati recibió con una simpática sonrisa a los Henki-dier.

—Es un honor y un placer encontrarnos en tu presencia. —dijo el hombre que encabezaba el grupo.

Los Henki-dier hicieron reverencia a Lanati. Junto con ellos sus espíritus animales se inclinaron.

—Esta noche celebraremos con un merecido banquete. Les mostraré su aposentos, por favor síganme.

—Nosotros podemos llevarlos. —Elira se ofreció.

—Elira, Aquila, ¿No estaban...? «¿muertos?» —el representante de la líder de los Henki-dier preguntó con asombro.

—Nos volvemos a ver Tygrys. —Aquila estrechó su brazo con él.

El tigre de Tygrys se tumbó en el suelo y dio un rugido.

—Tu espíritu está aburrido. —Anton observó al felino.

—Osmon, hace ya tantos siglos que no tenía el placer. Escuché que tú fuiste en busca de nuestra líder.

—Se ocultaron muy bien, me fue un martirio encontrarlos.

—Supervivencia. —Tygrys dijo con una sonrisa.

—Bueno, vengan ya, descansen un poco, ha sido un largo viaje. ¿Dónde está Bimiri?

—Pidió que viniera yo en su lugar, ofrece sus disculpas y envía sus respetos. —hizo una ligera reverencia a Lanati antes de seguir a Osmon y a los dos Txori.

Mutter sonrió en respuesta.

Emma se quedó quieta cuando vio a los Henki-dier ir por aquellas calles, y observó a cada uno cuando se aproximaban en su dirección.

Los dos tigres le parecieron majestuosos, uno tenía pelaje naranja, con partes blancas y líneas negras, el otro era blanco con líneas negras, ambos poseían unas patas enormes, se veían elegantes con cada paso que daban. Llevaban dos zorros fuego. Había entre ellos tres lobos; dos blancos y un negro, cuatro panteras, y dos búhos que reposaban en los hombros de sus respectivos dueños. Una mujer llevaba consigo un cane corso de pelo oscuro y brillante, un caballero de piel morena llevaba enredado en su cuello una mamba negra. Otra de ellas llevaba entre sus brazos un tierno gato negro que movía su cola con frecuencia, la mujer no paraba de darle caricias. También iban dos jaguares, y un león.

Emma continuaba asombrada observando a aquellos impresionantes animales. Una joven que parecía de su misma edad estaba a escasos pasos de ella, llevaba lo que parecía ser una boina roja sobre su cabeza, sin embargo, la chica no parecía llevar espíritu alguno. Al momento en que pasó a su lado la Henki-dier le guiño el ojo...

 Algo pasó entre sus pies, Emma miró con horror hacia abajo, una boa de color azul brillante de aproximadamente tres metros de largo y veinte centímetros de ancho, avanzaba con rapidez. El animal pareció darse cuenta del terror que Emma sintió; la miró un segundo, luego siseó y continuó su camino.

La dueña de la serpiente observó a Emma con una sonrisa orgullosa, entrelazó sus manos atrás de su espalda y continuó caminando con una apariencia relajada.

Emma estuvo a punto de irse de espaldas por la impresión, sintió el terrible escalofrío recorriendo cada parte de su piel. Detrás de ella sintió un respaldo cómodo, giró y se sostuvo con un fuerte agarre, y enterró su cara en el pecho de quien la sostenía.

—¡Isshmm! —se quejó.

—Lo siento Pa, es que... —levantó su rostro.

—A mí también me hubiera hecho asustarme.

Diversos "Especies" La alianza de la flor de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora