Capítulo 17. El poder de la madre naturaleza.

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El rostro de Andrew hervía de rabia, el dolor en su pecho se hacía más fuerte y un nudo en su garganta le quitaba el aliento. No pudo decirle a su madre que la amaba, su orgullo y  su alma lastimada se lo habían impedido durante toda su vida. Y ahora nunca más tendría la oportunidad de hacerlo.

Missa golpeó a un soldado con su bastón, él se quedó paralizado. Comenzó a ponerse morado, su vías respiratorias se cerraron y sus pulmones dejaron de funcionar. Cayó con los ojos muy abiertos, ni siquiera podía intentar halar aire. El oxígeno le faltó y quedó inconsciente.

Bimiri soplaba fuego azul y abrazaba a docenas de soldados. 

La joven serpiente se enredaba en sus cuerpos, los estrujaba hasta romper sus huesos y los engullía.

El resto destrozaba también sin piedad al ejército.



🌸


—Dame ese maldito control —Barbaarne arrebató el control de las manos de Corman—. No puedes doblegar a una malcriada.

—Por última vez te diré, bonita, deja de ayudar a tus amigos o vas a morir. —Corman intentó persuadirla.

—¡No! —se armó de valor— dejaré que ellos los aplasten como las cucarachas que son.

—Muy bien, tú lo pediste. —Barbaarne pulsó un botón.

—¡Aaah! —gritó Emma. Esta vez el dolor fue más potente, y su vista se oscureció.

Poco a poco comenzó a ver nuevamente, más que personas, sólo eran manchas luchando por sus vidas.

Vio la silueta de Lanati a mitad de todo; la diosa levantó los brazos y comenzó a crear raíces con gruesas espinas que atrapaba a los soldados.

Anton se paró frente a la diosa intentando hacer que se detuviera.

De la fina tierra comenzaron a crecer arañas gigantes «Mabelle, una vez me pediste crear un ejércitode los tuyos, ahí están». El cielo se oscureció y el viento comenzó a correr con ferocidad. El cabello de Lanati y su vestido se ondulaban al paso de las corrientes de aire.

El ambiente comenzó a sentirse frío y ligeros copos de nieve comenzaron a caer entre gruesas gotas de agua.

—¿Qué diablos es esto? —Corman preguntó levantando su mano para que algunos copos quedarán atrapados en ella.

Emma se sentía perdida, el frío comenzó a calar sus huesos y un sentimiento de vacío la hizo esforzarse una vez más. Potenció las habilidades de los suyos y dejó sin fuerza a los soldados.


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—No, no lo hagas, detente. —Anton tomó a Lanati por los hombros.

La joven diosa ya no veía a Anton, sólo veía a seres que debía eliminar de una vez, seres crueles que no les importaba el dolor que causaban.

Anton fue azotado por el viento que parecía salir del cuerpo de Lanati, ya no podía tocarla.

Más lianas salían del suelo, Lanati continuaba avanzado.

—¿Qué sucede? —Layla Intentó acercarse a Lanati, pero fue repelida por el viento que la rodeaba.

Pequeñas hojas verdes revoloteaban alrededor de la diosa.

Layla notó la cara angustiada de Anton.

—No podremos detenerla. —contestó el Zuhaitza.

Diversos "Especies" La alianza de la flor de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora