Desconocidas (JENLISA G!P)

Capítulo 07

« Jᴇɴɴɪᴇ »

La torrente lluvia, era tan fuerte como los martilleos constantes en mi cabeza, a causa de no dejar de pensar en esa chica. Misteriosa como la oscuridad, cautivadora como una paloma blanca, hipnótica como sus propios orbes mieles. Y sus rasgos femeninos tan definidos como las desgastadas capas de su ropa. Era increíblemente irreal la manera en la que me había retenido esa mujer.

Pero también. Era irremediablemente torutante. No podía parar de pensar en ella ni tan solo un segundo. Quería saber más de su vida, de porqué la tension en el aire desde que entré en esa oficina. De... ¿Qué era eso que tenían que hablar? ¿De dónde provenían esos gritos? ¿Por qué era tan reservada?... ¿Por qué era tan sombría?

Un sin fin de preguntas sin razón. No debería tener tantas dudas sobre alguien a quien apenas había visto dos veces a los largo de mi vida. Era estúpido, y no tenía coherencia.

Era tan estúpido que mi mejor amiga se había percatado de mis dudas. Veía como inconscientemente rascaba mi nuca intentando adivinar algo sin respuestas. Veía como me quedaba mirando un punto fijo, porque en el fondo me imaginaba que ese punto fijo era la imagen de su delicado rostro.

—¿Jen? —habló la reina de Roma. Alce la vista de repente, había quedado ensimismada en mis pensamientos nuevamente.

—¿Qué pasa?

—¿En que estas pensando que no me prestas atención?—apoyo su barbilla en la palma de su mano.

—¿Eh...? En nada—Dije rápidamente.

—Dame una excusa buena y te creo.

—Estaba... ¡Pensando para el examen de literatura!

Ella se quedó mirándome fijamente durante unos segundos. Antes de estallar en carcajadas. Alce una ceja dubitativa.

—Eres una pesada—murmure—, ¿que es lo que tanta gracia te hace?

—¡Tu ni siquiera estudias, Jendeukie!

Parpadee varias veces intentando entrar en mi misma. Ella estaba en lo correcto. Había dejado mis estudios para adentrarme en el mundo de la música y la fama... Incluso estaba sorprendida de todo el éxito que había conseguido. Pero no habría llegado hasta aquí sin el apoyo de mis seres queridos, eso claro está.

—¡Viste que eres una pesada! —le tire el peluche que tenia cerca a la cara.

—¡¿Pero por que me tiras a Snowman?! —protesto—. Él no tiene la culpa de tu ridiculez.

—Vete a la mierda —saque mi lengua como una niña pequeña.

—¡Ya, Jen! Hablando enserió. ¿En que estabas tan concentrada? Ni la película estaba viendo.

—Claro que si.

—Aja, ¿y de que se trata? —enarco una ceja, entrando una palomita en su boca de manera lenta y maliciosa.

—De... ¿Los juegos del hambre?

—Primero, eso es un título, segundo... ¡De eso no se trata! Así que no tienes más opciones. O me dices que estabas pensando, o no te presto a Snowman durante dos meses.