Capítulo 09

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« Lᴀʟɪsᴀ »

No podía parar de pensar. Nunca me había sentido avergonzada o penada, pues nunca nadie me había preguntado como me sentía. Pero esta vez, mi propia cabeza me preguntó; ¿Por qué qué hizo?, porqué... Explote y dije la verdad delante de alguien que no me conocía. Y, sorprendentemente. A pesar de sentirse incómodo, se sintió bien.

Y, a pesar de que tal vez ella no escucho mis palabras por estar ensimismada. Me libere, a penas dos palabras y me sentí más liviana. Como si todos los problemas de mi vida desaparecieran por un momento, solo porque tuve el derecho de decir lo que de verdad sentía.

Pero a fin de cuentas las emociones positivas, en mi, no duran mucho. Siempre recaigo, nunca he podido subir a la cima y por lo menos rozar la yema de mis dedos con la copa. Siempre me caigo, y, reconocer eso duele como mil demonios.

Estaba sola. Completamente sola en el balcón de mi departamento. Se podía escuchar mi respiración, el aire acondicionado... Todo. Menos la voz de alguien que me apoyase. La voz de alguien que no me juzgace. Todo lo contrario. Los latidos de mi corazón, que, aunque tuvieran sonido, para mi eran nulos.

Me había dejado de considerar un ser humano hace mucho tiempo.

Parpadee varias veces, intentado volver en y, e, intentar no pensar cosas que me hagan salir volando de aquí a hacer cosas indebidas. Pensé en algo que me hiciera feliz. Algo que por lo menos me hiciera reír internamente. Por lo que, para mi sorpresa, funcionó.

Jennie. Esa chica tan Fastidiosa y agradable apareció como primera imagen en mi cabeza. Sonreí de lado al recordarla. Ella me hacía sentir que era otro pedazo más en la tierra, que no era ese pedazo de pizza podrido... No me lo recordaba como muchas otras personas.

Siempre parecía feliz de tenerme a su lado. Su mirada nunca parecía juzgativa o de desagrado hacia mi persona. Y, ese simple acto, hacia que mi loba interior saltará de alegría, tanta que se desbordaba. Por eso me hacia feliz. Porque con ella, aunque no podía ser yo misma. Tampoco tenía que fingir ser alguien más. Porque ella hacía el intento de hablar conmigo aunque yo lo evitase. Me gustaba como no se rendía y seguía acercándose a mi sin muchos resultados.

Si tan solo supiera lo mucho que me gustaba pasar tiempo con ella. Pero lastimosamente no era capaz de formular esas palabras y decírselas. Además de sentir vergüenza... Sentía que si decía la verdad o como me sentía en realidad, se alejaría. Y. No quería que se fuera. No quería que se alejara como todas las personas lo han hecho. Eso, eso me haría demasiado daño. No sabía como ella había conseguido ese puesto tan alto en mi vida, sin que siquiera yo soltara más de dos frases.

Le di un pequeño sorbo a mi refresco. Hacia frío. Pero el frio nunca era suficiente para mí. Así que había optado por quitarme la sudadera, y dejarme con una camisa sin mangas y mis bermudas negras. Además de mi corto cabello negro atado en un pequeño moño desordenado. Deje la bebida en la mesa de la sala, caminando directamente hacia mi habitación.

Ese lugar donde casi nunca entraba. Donde solo lo hacía para cambiarme y ducharme, para agarrar algunas cosas y desaparecer. Para dormir —cosa que casi nunca hacia en esta habitación—, y... Supongo que para más nada. No me gustaba estar en un espacio tan cerrado, donde pudiese hacerme daño a mi misma.

Frene en el espejo. Para mirarme durante unos segundos. Se veía la tinta negra que cubría mi brazo izquierdo, formando un tatuaje. Habían varias cosas, pero uno de los que seguramente llamaba más la atención. Era el de un animal, precisamente un León, con una rosa de espinas cubriendo su boca. Suspire. Recordaba como la palma de mi mano la causa de eso.

Desconocidas (JENLISA G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora