Desconocidas (JENLISA G!P)

Capítulo 16

«Jᴇɴɴɪᴇ»

Cuando desperté, el frío viento me azotó y sentí escalofríos en conjunto de un torturante dolor de cabeza. Sentí mi boca reseca y mi paladar aun contenía el sabor al alcohol. Mis ojos no podían enfocar con exactitud el lugar donde estaba, pero pude acertar con que estaba en mi penthouse. Hice un mueca de dolor tocando mi cabeza mientras me levantaba. Note que, a diferencia de haber tenido el vestido de la noche anterior, llevaba mi camisa gris favorita con muñecos de Mickey Mouse.

Fui directamente al baño para refrescar mi rostro así como debería refrescar mi mente. Lave mis dientes y me seque con una toalla que colgaba. Suspire, sabiendo que no volvería a beber durante mucho tiempo después de tremenda resaca. Como sentía la garganta seca; me decidí por salir de la habitación y buscar rápidamente un vaso de agua, sorprendentemente, no sentía los ronquidos de Rose por ninguna parte. Seguramente me habrá traído y se habrá con su novia a algún lugar.

Pero todo eso se quedó atrás cuando mis párpados se abrieron de par en par. En el sofá central, estaba una Lalisa recostada como una estrella de mar y una frazada encima de ella. Trague saliva, e, involuntariamente mi mano se alzo para tocar mis labios suavemente.

Poco a poco estaba haciendo memoria.... Fiesta, baile, un muy caliente y excitante baile. Luego recuerdo haberme quedado dormida con Lisa a mi lado... Me levante en el coche de ella pero seguía acostada, fui cargada... Y. Un beso. Mis ojos rondaron hasta el pasillo donde nuestras lenguas se entrelazaron sin vergüenza, y mis mejillas comenzaron a calentarse.

—¿Jen? —me sobresalte cuando una somnolienta Lisa me tocaba del hombro. Alce la cabeza para poder mirar sus orbes mieles, pero poco duro eso, mi vista se dirigieron a sus labios.

¿Tuve el privilegio de besar esos carnosos y rosados labios?, inconscientemente ya estaba babeando por probarlos otra vez. Una vez en la que este en mi misma para poder degustar el sabor de su lengua.

—¿Estas bien? —su voz ronca resonó dulcemente por mis oídos, y su cabello desbaratado por su frente la hacia ver más atractiva.

—¿Eh...? Si, estoy perfectamente —Sonreí forzosamente de lado.

—Lamento haberme quedado —se rasco nerviosamente la nuca—. Era muy tarde y me quedé dormida.

—¡No!, por eso no te preocupes, tu casa es mi casa.

—¿Segura?, sabes que puedes ser sincera conmigo —comentó, adentrando las manos por su camisa y bostezando. Esa imagen me pareció estúpidamente sexy.

—Eh...—tenia la vista clavada en su cuello, en sus brazos, en sus labios... ¿Qué me estaba pasando?

¡Que se vaya a la mierda la Jennie Santa!, ¡Y que viva la Jennie Atrevida!

Trague saliva negandome mentalmente a los comentarios de mi subconsciente.

—¿Segura que estás bien? —coloco su cálida y grande mano en mi frente—. No te noto caliente.

Si supieras....

—¿Te sientes mal? —siguió insistiendo—. ¿Necesitas una pastilla para el dolor de cabeza?

Asentí de inmediato, sintiendo un leve tintineo insoportable en el cráneo, pero que no afecto en absoluto la corpulenta vista que tenía por delante.