Capítulo 12

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« Lᴀʟɪsᴀ »

Me levante con un asfixiante dolor de cabeza, igual que todos los anteriores días. Amanecía con una migraña insoportable sin razón aparente, no tenía nada que ver con las cosas que hacía en mi vida diaria, así que aun no podía descubrir el porque del martilleo tortuoso que había en mi cabeza, sin planes de cesar. El frío del aire acondicionado a conjunto del aire exterior azotó contra mi cuando tire las frazadas a un lado, intentando liberar mi delgado cuerpo de las telas.

Me levante pasando una mano por mi cabello negro, bostezando al aire con aun el sueño acariciando mi piel invitándome a volver a la cama. Lo que para mí mala suerte no creía que se vaya a poder, pues está vez planeaba visitar a mi madre. Me acerqué al espejo, viendo como los pantalones de algodón que me quedaban anchos colgaban de mi cintura, mientras en la parte de arriba no llevaba camiseta, solo un simple top deportivo el cual era cómodo. Mi cabello totalmente desordenado me hizo hacer una mueca de disgusto, para después negar con la cabeza y dirigirme al cuarto de baño.

Me di una ducha rápida, en la cual mientras mi cabeza estaba bajo la regadera se me venían a la cabeza dos lindos ojos felinos. Recordaba la última vez que nos habíamos visto, y, que después de ello no pude volver a aparecerme en nuestro punto de encuentro por razones personales. Pero planeaba verla hoy, y... Rezaba a los Dioses que ella no perdiera la esperanza en mi como todos lo hacían, y apareciera en la madrugada como siempre. Sonreí internamente siendo consiente de la confianza que habíamos logrado forjar, aun siendo dos desconocidas. Pues no me sabía siquiera su edad, pero sabía más cosas de las que no debería. Y eso me hacía sentir orgullosa. Orgullosa de que por fin no había espantado a alguien con mis raros gustos y mi horrible personalidad.

Salí de la ducha con el cabello cayendo por mi rostro, acercándome al pequeño armario y buscando mis típicos vaqueros con las botas negras y una camisa del mismo color; Aunque esta vez llevaría una sudadera gris debido al frío que parecía amenazar con hacerme pescar un resfriado. Común. Para mi era demasiado fácil enfermarme. Cuando estuve completamente mirándome al espejo, note la caja de cigarrillos y la tomé adentrandola en el bolsillo de la sudadera. Mientras que en el bolsillo del vaquero adentraba en encendedor. Asintiendo con la cabeza antes de girar sobre mis talones y irme rumbo a donde antes llamaba hogar. Esperaba en cuerpo, alma y fe, que mi padre, y a quien gracias ahora estoy aquí, no estuviera allá.

Mientras bajaba los escalones y salía al exterior, mi celular comenzaba a sonar de mil maneras estresandome. Nunca fui de contestar llamadas, pero esta vez me habian quemado tanto el aparato electrónico que con una mueca de fastidio lo saque de su perspectivo puesto para descolgar, sin tan solo ver de quien se trataba.

—¡Lisayah! —reprocho Jisoo—. ¿Donde estas?, te he estado llamando en el día entero.

Frunci el ceño.

—Creo que me di cuenta.

—¿No Vendrás a la fiesta de...? —se corto a ella misma, haciéndome enarcar una ceja.

—¿De quien?

—No, nadie, olvídalo. Creo que me equivoque, ¿te llamo luego?

—Kim Jisoo, ¿de quien?

Escuche un suspiro al otro lado de la línea, pues mi mejor amiga sabía lo terca que podía ser.

—Tengo novia...—su voz sonó más chillona de lo normal mientras mis cejas se alzaban—. Y cumple años mañana, pensaba que podrías venir... Pero luego recordé que no sabias de su existencia.

Mi paso freno mientras mi mente maquinaba a toda velocidad, ¿de tanto me había perdido en este año?, porqué para cuando yo recordaba, Jisoo nunca hubiese sido capaz de enamorarse y tener una pareja estable. Pero para que recordará la fecha de cumpleaños de la afortunada, muy afortunada debía de ser. Pero al final, la culpa era mía, yo fui quien se alejo.

Suspire finalmente.

—¿Todavía existe la posibilidad de que pueda ir? —sabía que una sonrisa se apoderó de los labios de mi amiga.

Al menos podía hacer eso por ella después de tantas cosas que ella ha hecho por mi. Asistir a la fiesta de una persona que se ha vuelto importante para ella, aunque una parte de mi temía en un lugar lleno de gente y asustada por ahogarme en el posible tumulto de personas. Pero antes de que pudiera seguir pensando, una alegre Jisoo tomó la palabra.

—¡Si! —su voz hizo eco en las paredes de mis débiles oídos—. ¿Te mando la dirección por chat?

—Creo que sería lo más común —ella río suavemente sacándome una leve sonrisa de lado.

—¡Vale, ya ansío que ella te conozca, Lisayah! Eres mi hermana, ¿lo sabes?, si no la apruebas ella no será nada para mi.

—¿Te hace feliz?

—Si—respondió sin dudar.

—Aprobada.

Sin más ni menos colgué, sacando las llaves del automóvil del bolsillo de los vaqueros, dirigiéndome al coche negro que estaba a unas cuadras en el estacionamiento público. Caminaba vagamente por las calles tirando las llaves al aire para después agarrarlas. Así sucesivamente hasta que pude divisar el estacionamiento cada vez más cerca, quitando el seguro al coche mientras abría la puerta y me adentraba en el asiento del conductor. Encendí el motor. Pasando los dedos por mi cabello negro, ahora comenzó a dudar en si ir o no. Puesto que la valentía que había logrado recolectar se había ido al caño.

Después de varios minutos, baje la ventanilla, saque un cigarrillo y lo encendí para colocarlo en mis labios, presionando el acelerador, mientras que con la mano libre tomaba el el volante. Tal vez fumar me haría volver a recuperar la valentía que tenía, y hacerme pensar que seguramente no encontraría a mi padre en el hogar. Porque... No me daba miedo lo que él pudiese hacerme a mi. Me daba miedo que porque la rabia se apoderase de mi, convertirme en él. Convertirme en algo peor de lo que ya soy.

El viento hacia mi cabello volar mientras daba otra calada a mi cigarro y aumentaba la velocidad en la que el coche se movía. Al parecer estaba funcionando el plan que tenía en mente, pues poco a poco solo se me venía a la cabeza la imagen de mi yo hablando con mi madre pacíficamente, viendo si en realidad había cambiado o si seguía siendo la misma persona que antes. Aunque mentiría si eso fue lo único que se me vino a la cabeza, puesto que aquella chica de ojos felinos se implantó sin siquiera preguntar haciéndome sonreír inconscientemente divertida por todas las ocurrencias que salian de su boca en las madrugadas.

Mi pie piso el freno cuando note una farmacia, dude unos instantes antes de parquear el coche correctamente cerca de allí para bajar de el y colocar el seguro. Mis pies aceleraban mientras ponía el gorro de la sudadera ahora cubriendo mi cabeza haciendo mi cabello caer por mi frente cubriendo parte de mi rostro. Entre en la tiendo haciendo que la campana sonará, me acerque a recepción algo incomoda por las miradas pero sin retroceder.

—Buenas, ¿que se le ofrece? —Preguntó cortesmente la muchacha de cabello rubio y ojos verdosos.

—¿Hay pastillas para dormir... para el insomnio?

Desconocidas (JENLISA G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora