—Bien si, no hice mucho. Ayudé a la abuela, pasé tiempo con papá. La mañana fue tranquila, Yeseo no hizo mucho escándalo cuando la levanté, tengo la teoría de que elige los días en que utilizará la escuela para ser una pesadilla. En fin, hoy me tuvo piedad. Pasé la primer parte del día en el restaurante, no hubo mucha gente así que me dejaron ir más temprano y aproveché para leer en Daehan. Por la tarde ayudé a Yeseo con su tarea y creo que recordó que la mañana fue tranquila así que lo compensó volviendo la tarde una tortura. Que más... ¡Oh! En el camino a casa pasé por esa tienda de dulces que te gusta, ¿sabes quien trabaja alli?— Nara sonrió al celular como si Ara pudiese escucharla mientras esperaba su "¿quién?"— Minho.
—¿Minho?, ¿El que rechazó tus gomitas en la primaria?— podía imaginar su cara sonriendo tras escuchar una risa sarcástica salir por el parlante— Cuando eres idiota, el universo te paga con ironía.
—Teníamos diez años, creo que lo podemos perdonar. Pero si, es un idiota. En fin, la abuela ya tenía sus cosas místicas en mano cuando volví, cenamos junto a papá en su cuarto, mamá comió las sobras cuando regresó y sip. Eso es todo. Aburrido, ¿quien lo diría?. Oye, ¿que tal Minji?, ¿se amigaron de la última vez?
—Tuve que ceder para cuidar la convivencia, no es agradable ni inteligente enemistarme con mi compañera de cuarto, donde habitan —a continuación, en mayúscula— todas mis pertenencias.
—Suena lógico.
—¿Y como están los chicos?— preguntó con inocencia, Ara apenas tenía espacio para las llamadas, el único espacio que encontraron era por la noche.
—Tratamos de vernos seguido pero Soomin se prepara día y noche para su examen de admisión y Chul siempre está trabajando en el negocio familiar. Pareciera que fuiste de las afortunadas que pudieron escapar a una vida fuera de aquí.
—Oye, aquí hay lugar para ti, yo sigo esperando.
—Si, yo también— no quiso, pero no pudo evitar sonar algo entristecida al decir esas palabras. Hubo un silencio incómodo, inusual entre ellas, que Nara se apresuró a irrumpir antes de profundizar el tema —La abuela acaba de tocar la puerta, es mi señal, debo irme.
—Oh, yo también, probablemente me quede hasta tarde para terminar con este ensayo así que, será mejor que me vaya también. Bueno, espero que todos se encuentren bien y — hizo una pausa— realmente creo que todo mejorará pronto, te extraño mucho.
Nara, en el borde de su cama, apagó la luz, enchufó su celular y se acostó «La extraño» pensó, mientras imaginaba como sería su vida en Seúl, estudiando junto a ella, si tuviera dinero y no necesitara trabajar mañana, ni pasado o el resto de su vida. Seguro pasearían por cafés para probar diferentes postres, se encontrarían con celebridades, habrían chicos y chicas por doquier vistiendo prendas modernas, el ruido de la ciudad sería molesto, pero había algo mágico en él cuando se sumergía en su imaginación. Sin darse cuenta se había hipnotizado con las líneas de las maderas en el techo, eran largas, no parecían conectarse entre sí pero de alguna forma parecían una. Cuanto más buscaba los finales de la línea, más sueño le daba.
«Nara» susurró una voz en su sueño, en el medio del campo tomaba una mano pálida, la de un chico. Corrían por un prado, reían.
«Nara...» cantó una voz «Nara... Se acaba el tiempo Nara... Pronto anochecerá y será muy tarde, corre Nara. Corre. ¡Corre!»
Una molesta y chillona alarma despertó a una sudada Nara. Se sentía extraña, el sueño se sintió real pero ¿que sueño?, ya lo había olvidado. Solo recordaba una melodiosa voz, un campo, un chico. Mientras procesaba un raro sentimiento de vacío, se frotaba los ojos. Esta era la realidad, donde comienza su mañana levantando a su hermanita y yendo a servir pescado en el restaurant del pueblo.
Sin poder parar de frotarse los ojos «Se sienten salados», descendió de la cama cuasi-arrastrándose por la misma con una mano tanteando el terreno y con la otra tratando de clarificar su vista. Camino a duras penas hacia el baño compartido de la izquierda antes de que Yeseo lo ocupara, pisando ropa que juró levantar y chocándose con un piano. Alto, ¿Un piano?
Con los ojos entrecerrados miró a su al rededor, este no era su cuarto. Era de arquitectura moderna, había instrumentos, con una cama y espacio mil veces mayor a su habitación. Su corazón comenzó a latir y sus ojos se abrieron, la adrenalina de pensar que había sido secuestrada por la noche omitían la picazón.
Miro a su al rededor, sin poder creerlo, en una habitación de colores claros sin techo de madera. Se llevó una mano a la boca, impidiendo cualquier paso del sonido y otra a la cabeza, dando vueltas en círculos pensando «¿¡Donde carajo estoy!?». Cuando notó, su corto, cortísimo, cabello. Trató de llevar las puntas a su campo de visión, en lo que notó sus manos, muchísimo más grandes. Miró hacia abajo, no había notado lo pequeño que se veía todo, estaba más alta, su cuerpo, se veía raro desde esa altura. Sus pies, su pecho. «¿Que es esto?» dijo mientras tocaba sus tonificados abdominales.
Corrió tropezándose con las cosas en el suelo hasta la pared del fondo, cerca de una puerta donde colgaba un espejo. De la prisa, se posó cerca, muy cerca de este, asustándose con un hombre del otro lado que apareció al mismo tiempo. «No es un espejo» gritó internamente dando un salto y alejándose a toda costa del secuestrador. Hasta que la empezó a copiar. No, no la copiaba, hacía exactamente los mismos movimientos que Nara. Era un reflejo de Nara. Tenía la ropa de Nara, las manos y el cabello corto de Nara. Se quedó inmóvil, viendo a esta persona, también congelada.
Con los ojos clavados en el hombre, se preparó mentalmente, «1... 2...», una parte de ella lo veía estúpido, y otra parte, deseaba con el alma no haber sido secuestrada «3». Sacó una mano y al ver la misma acción en el espejo, corrió a la cama del miedo, comprobando, que Nara no era Nara.
Se tapó con las mantas y cerró los ojos con fuerza «Es un sueño, es un sueño» se dijo mientras pellizcaba sus brazos en búsqueda de despertar. Su corazón latía, su estómago se dio vuelta y sus manos temblaban; cuando oyó la puerta abrirse. Se paralizó, esperando lo peor.
Unos pasos lentos se acercaban, aumentando el ritmo cardíaco de Nara, sin dejar de pensar que era su fin.
Entonces pararon. El cuarto se inundó con el mismo silencio de antes y su ruidoso corazón, cuando se preparaba para salir nuevamente sintió un dolor agudo en su trasero al grito de —¡Arriba Kookie!— y un cuerpo saltándole encima.
Nara gritó, dándose cuenta de su nueva voz masculina. No se dio cuenta en ese momento, pero no sonó precisamente varonil para el resto de oyentes. Pateó el cuerpo lejos de ella, parándose frente a él, estática.
—Oye, tranquilo— dijo el cuerpo levantándose entre unas risas que frenaron al ver a Nara pálida del miedo. —¿Estás bien?, ¿tuviste una pesadilla?
—¡¿Que sucede, Jimin?!— gritó una voz tranquila pero paternal en el fondo de la casa.
—¡¿Puedes venir?!— respondió Jimin acercándose a Nara y sujetándola de los brazos, sin despegar los ojos de ella, que miraba hacia todos lados.
De repente la habitación se llenó de puntitos, puntitos que resaltaban en los colores de las cosas, haciéndose cada vez más grandes y oscuros. Nara trató de aferrarse a todo en su alrededor, pero la habitación daba vueltas cada vez más borrosas.
—¡Namjoon!, ¡Algo le sucede a Jungkook!— fue lo último que escuchó antes de desmayarse en los brazos de Jimin.
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Destinos 목적지 (J. JungKook)
FanficJeon Jungkook, miembro de BTS y Shin Nara, una chica de pueblo, se verán enredados en una curiosa anomalía: cada vez que duermen, cambian de cuerpos. En su búsqueda por descubrir la causa sin estropear la vida del otro, aprenderán el significado de...