Destinos 목적지 (J. JungKook)

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El 13 de junio por la noche, intentarían la forma de volver, sin embargo, ambos dudaban al respecto.

Nara no estaba del todo segura, y sus dudas estaban tres veces más presentes que cuando escribió la nota proponiendo la idea. Quizás estaba exagerando, quizás había encontrado un amigo en Jungkook, pero los mensajes de Jennie flotaban en su cabeza, las citas, las risas. Podía mentirse todo lo que quería, decir que eran buenos amigos, pero la verdad era que a Jungkook le gustaba otra persona. Lo veía en sus amigos molestándolo por la supuesta chica misteriosa, lo veía en los mensajes que leyó, oyendo una y otra vez su voz mental repitiendo en forma de bucle la insinuación de un beso. Uno que el le había regalado a alguien más.

Sentía mucho, pero la densidad de la sangre que circulaba sus venas con afecto de solo pensar en él, se volvía pesada y oscura, y volvía al corazón con forma de dolorosas espinas de solo imaginarlo sintiendo lo mismo que ella, pero por otra persona.

No podía tolerarlo. Y si algo sabía hacer Nara cuando tenía miedo por sentir algo lindo, eso era huir. Claro que no tenía los mejores ejemplos.
La persona que creía admirar y ser un modelo a seguir la explotaba y ejercía violencia, en su hogar, su madre, la persona cuyo cariño y comprensión más anhelaba de todas las personas del mundo, no era cariñosa con nadie, excepto una sola persona: su padre.
Y bien sabemos cómo va eso. Una trágica historia de amor en la que el dolor y el duelo son inevitables.

Claro que no lo hacía conscientemente, de hecho, desde que conoció a Jungkook no eran solo sus cuerpos los que estaban cambiando. Se encontraba más motivada, con la guardia más baja y con una extraña confianza ciega. Más, toda la situación con Jennie, le daba tantas inseguridades que todos sus miedos se volvieron más presentes que antes.
Y por esto, la mejor opción resultaba en huir.

Jungkook, por otro lado...

También dudaba y reflexionaba respecto a qué era más importante: sus deseos o los de Nara.
No quería perderla, todo lo contrario, quería tenerla y no soltarla jamás. Pero resultaba injusto, siendo que ella, claramente, no sentía lo mismo.

Hace unas semanas, Jungkook hubiera estado con dolor de cabeza del dilema moral que se le presentaba: dejar ir a la chica que le gustaba o hacer lo imposible por no perderla.

Sin embargo, este Jungkook era diferente. Claro que no la quería dejar ir, pero no estaba dispuesto a lastimarla conseguirlo. Eso sería egoísta de su parte.
Sabía de primera mano lo que sentía Nara al trabajar con su tía, su memoria muscular reflejaba pánico de solo oír su voz, no podía hacerle eso, no se perdonaría jamás que su estrés y angustia hubiera sido provocada por él, que clase de cariño era si estaba dispuesto a lastimarla. No importaba cuanto confiara en que era capaz de dar el concierto igual y hasta mejor que él, si ella no lo creía, no la obligaría a hacer algo que claramente temía.

Trataba de aferrarse al hecho de que se habían prometido verse si su situación alguna vez terminaba, quería creer que no la perdería pese a esto y si así sucediera, lucharía para encontrarla. Supo que así sería cuando la sola idea de elegir entre tenerla y dejarla ir le producía náuseas, pero Jungkook estaba creciendo y con él, la importancia de hacer lo correcto.

La idea de Nara no tenía bases, fundamentos y quizás hasta lógica, de hecho, su fuente era un hilo que había encontrado en Twitter; pero con dudas y miedos, ambos lo intentaron.

El plan fue simple: no dormir.

El razonamiento era, si al dormir cambiaban de cuerpos, quizás al quedarse despiertos podrían ver sus almas cambiar y atraparlas antes de que suceda. Nara no contaba con más pruebas que una historia "basada en hechos reales" encontrada en una red social masiva llena de personas que escribían millones de cosas todo el tiempo, muchas de estas, falsas. Sin embargo, tenía un presentimiento y por esto, mucho miedo.