Él: Ojos buscando su estrella

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El polvo y las pequeñas pelusas dispersas en la alfombra de goma bajo los pies de Jungkook jamás se sintieron tan hermosas como aquel 14 de junio con sus pensativos ojos detenidos en ellas.

Recordó el primer día, el momento donde todo comenzó.

«¿De dónde la conozco?» pensaba aquel 5 de mayo, viendo a Nara a través del espejo.

Recordó la sensación que tuvo al encontrarse con ella por primera vez. El enigmático sentimiento de resultarle familiar lo llevó a concluir que la causa se debía a que realmente la conocía, asumiendo, erróneamente, se trataba de una loca fanática.
Pero luego, tras su increíble viaje al mundo donde albergan las memorias de su alma, la misteriosa familiaridad cobraba sentido. Más que sentido, mutaba a una reconfortante sensación de pertenencia, ahora lo entendía. Su alma había reconocido el rostro de la persona cuya otra mitad poseía.

Era raro de procesar, pero se sentía tan bien.
Como si hubiera sido su destino desde siempre y solo entonces contara con la suerte de notar que había encontrado misterio en una mirada que resultaba ser la pieza faltante en su vida para morir de amor el resto de sus días.

Despertar en su cuerpo había sido una desesperante sorpresa que se intensificaba a cada segundo, viéndose interrumpida por el raciocinio de Jimin y Taehyung, que tuvieron que convencer de no marcharse a un apresurado, con lagañas en los ojos y aún en pijama, Jungkook; quien, de no ser por ellos, se había disparado hacia la otra punta de Corea del Sur con nada más que una chaqueta en mano.
Sus amigos hicieron lo imposible por traer su mente de nuevo a la tierra. Era simple, buscar a Nara tardaría lo suficiente para sacrificar el concierto, así que solo quedaba esperar.

Esperar.

Ya la había esperado toda su vida.

Pero hacerlo conscientemente fue peor.

Jungkook sabía en el fondo que opción era la correcta, cual era la egoísta y cual no. Tenía un equipo, compañeros, amigos y especialmente fanáticos y fanáticas que atesoraba con el alma.
Claro que cumpliría.
Pero vaya que fue una tortura.

El concierto finalizó siendo, entonces, el único momento en el día que había disfrutado, canalizando todas aquellas emociones que llevaba acumulando días, dejándolas salir desde el núcleo de su cuerpo por su boca en forma de notas musicales hacia millones de receptivos oídos.

Contrario a la primera mitad del día que transcurrió con una eternidad tormentosa, tras el concierto, se aferró mentalmente a los segundos deseando que no pase ni uno más mientras rememoraba el tierno pasado, fantaseaba con el esperanzador futuro y en el presente, estaba metros cada vez más cerca de ella.

Todo el día estuvo impaciente, nervioso, ansioso.
La foto en su galería de Boseong-gun donde yacen los más exquisitos campos de té verde era lo único que le servía para calmarse cuando el tiempo no pasaba más rápido y Nara no contestaba el teléfono.
De solo mirar la imagen podía sentir en la punta de su lengua el dulce sabor a cercanía, recordándole que solo debía aguantar un poco más, pues ni el té, ni el pueblo, ni Nara irían a ninguna parte.

Desafortunadamente —y con todo lo anterior— no pudo estar más equivocado.

La creciente horda de fanáticas obsesivas que se aparecían donde sea que estuvieran los chicos trajo consigo medidas de protección cada vez más ajustadas, volviendo la huida a los brazos de Nara tras el concierto, ligeramente difícil de conseguir.
Requería despistar la seguridad y dejar un rastro lo suficientemente nulo para que sus amigos no notaran su ausencia, por lo menos, hasta que fuera demasiado tarde para impedirle marcharse.

Significaba entonces gran ingenio por parte de Jungkook que el escape le resultara relativamente sencillo, no obstante, el sigilo no fue suficiente para evitar a Sejin, manager, amigo y en este momento, conductor.

Destinos 목적지 (J. JungKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora