Lazos redefinidos 1

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El 22 de mayo Jungkook y Nara amanecían en sus respectivos cuerpos. Ambos se sentían particularmente satisfechos con su comportamiento en el cuerpo del otro el día anterior, sin saber que, dentro de poco, se sorprenderían mutuamente con los gestos del otro.

Como si de la misma persona se tratase, dejaron instrucciones a detalle para el otro. Nara con una lista de pasos que debía seguir ese día y Jungkook, una explicación de lo que había sucedido el día anterior y su pequeño aporte.

Jungkook, fue el primero en despertar.

«Tratar de comprenderte me hizo entender que, pese a tener razones válidas para ser desconfiada y resentirte, puede que haya sido un poco más dura de lo que te merecías. Es por esto, que planeé mi redención. No puedo deshacer tu fantástico baile en el programa de Jimmy Fallon sin ponerte nuevamente en ridículo, pero he intentado reparar ciertos daños que pude ocasionarte.

El primer paso a seguir será dirigirte a esta dirección» Jungkook clicó en enlace escrito justo debajo, Google Maps se abrió mostrándole la foto de un rascacielos y los kilómetros de distancia que tenía con éste. Las instrucciones eran claras. Tomar la pequeña caja sobre su escritorio teniendo terminantemente prohibido abrirla «dejé plantadas diversas formas de vigilarte, intenta algo y a continuación encontrarás una lista con posibles consecuencias peores que tu escenita en Jimmy Fallon». Jungkook ni siquiera cuestionó sus palabras.

Nara había preparado el carro, su ausencia en las prácticas y según su estimación, su plan no tardaría más de una hora.

Al llegar, el rascacielos le resultó familiar, posiblemente debido a sets de grabación o habitaciones donde hizo algún episodio de RUN BTS.

Subió hasta el octavo piso y dirigióse a la puerta número 125 en letras doradas.

Allí se encontraría la persona a quien entregaría la misteriosa caja.

Jungkook tocó el timbre una vez estaba frente a la puerta de roble oscuro con los números tallados en placas de metal sobre la mirilla.
Un señor musculoso, alto y vestido de negro abrió la puerta, dejándolo entrar, señalándole con el brazo el escritorio frente a él.

Una mujer con anteojos aviador, el cubrebocas tapándole casi todo el rostro y el cabello atado, de unos cuarenta y tantos sentada tras un mostrador se levantó rápidamente.

—Buenos días, señor Jeon. Estamos honrados de recibirlo, puede sentarse —indicó con su mano izquierda unos sillones de cuero negro a un lado del escritorio —, ¿Gusta algo de beber en su espera? —Jungkook negó con la cabeza, y la vio marcharse por un pasillo mientras se sentaba confundido. Oyó abrirse una puerta intensificando una canción pop lejana y ruidos de cámaras fotográficas sonando. De repente, la habitación desconocida e intimidante lo llevaron a cuestionar lo rápido que había confiado en Nara considerando que siguió ciegamente todas y cada una de sus instrucciones.

El ruido de los tacones se duplicó, unos segundos más tarde, otra señorita más joven volvía junto a la recepcionista.

—Justo a tiempo, señor Jeon —dijo la mujer, indicándole que la siga a través del pasillo —. Como le informamos, no podemos brindarle más de dos minutos, así que manténgalo breve, por favor —abrió la puerta y esperó entrase, dentro, se encontraba otro hombre, musculoso y alto parado a un lado. Al otro lado de la habitación, vestida como supermodelo y con maquillaje pesado se encontraba Jennie, de brazos cruzados.

Jungkook maldijo a Nara internamente cuando cerraron la puerta a sus espaldas e inmediatamente se inclinó a Jennie, en señal de respeto. Pero sin notarlo, pasaron treinta segundos.

—¿Qué? —dijo Jennie, obligándolo a erguirse rápidamente, sin poder decir una sola palabra. Se encontraba altamente apenado y pese a saber que Nara se había comunicado con ella desde su celular para pedirle disculpas, hasta donde recordaba, Jennie había sido indiferente y hasta ligeramente seca. ¿Seguía Nara siendo la chica cruel y resentida? Fue una pregunta que se pudo haber hecho, pero estaba demasiado inquieto en esa bochornosa situación como para recordar la maldad de Nara —, te contactaste con mi agencia —continuó Jennie —, mi representante, el edificio, las chicas, el fotógrafo. ¿Todo para quedarte parado sin decir nada?, ¿buscas molestarme?, ¿es eso?

—No —se apresuró a decir Jungkook, apenado al oír todo lo que había hecho Nara en su ausencia.

—Ya acepté tus disculpas por mensaje, no entiendo que más quieres.

—Pusiste ok —dijo Jungkook con las manos atadas, la cabeza gacha y sus ojos abiertos apenados viendo a Jennie como un niño pequeño que acaba de maldecir frente a su madre.

—¿Esperabas más? —dijo Jennie, colérica. Jungkook no dijo nada y ésta se tocó la frente tratando de desarrugar su ceño sin arruinar su maquillaje, calmándose —, ¿a que viniste? —soltó en un suspiro.

Jungkook sin dejar de mirar el suelo, rápidamente alzó la caja y se la enseñó, con la intención de entregársela. No sabía que era, ni si mejoraría la situación, pero era su último recurso y con la última gota de fe que tenía en la bondad de Nara, confió en que realmente esto formaba parte de su plan.

El hombre parado a un lado de Jungkook tomó la caja, abriéndola y revisándola con la mirada. Al comprobar que no contenía ningún tipo de peligro se la dio a Jennie.
Ésta, casi sin despegar los ojos de un avergonzado Jungkook echó un vistazo dentro de la caja, sacando un sobre y dejando el cartón en la mesa que la dividía de Jungkook.

Abrió el sobre y desplegó el papel doblado que encontró dentro, comenzando a leer la carta que había escrito Nara en nombre de su compañero de viaje.

Jennie comenzó a leer con el ceño fruncido, el brazo izquierdo cruzado y el codo del derecho apoyado en éste para acercar la carta a su rostro con la mano, luego de unos segundos miró a Jungkook y siguió leyendo, separando sus brazos y tomando la carta con ambas manos mientras su rostro se relajaba.
El maknae la observaba con curiosidad mientras jugaba con los dedos de las manos expectante, no tenía idea que contenía el papel, pero parecía funcionar.

El minuto que tardó leyendo se sintió como una eternidad hasta que Jennie interrumpió el silencio al dar vuelta la hoja, terminando de leer. Miró hacia el techo respirando, como si tratase de contener unos aguados ojos y rodeó la mesa caminando hacia donde Jungkook se encontraba.

El corazón del maknae comenzó a latir hasta que la integrante de BLACKPINK abrió el cajón de un casillero junto a Jungkook, tranquilizando sus nervios.

De éste sacó dos llaveros de pequeños perritos, un cocker blanco y un Pomerania café. Con una pequeña sonrisa, tomó el pequeño regalo y sacó otro, más grande. Una caja rosa con un gran título "maquina de hacer algodón de azúcar". Jennie inmediatamente agrandó su sonrisa, mirando a Jungkook con los ojos abiertos en grata sorpresa y confusión.

—¿Ves nuestro programa? —dijo con los ojos brillosos. Pero Jungkook no tenía idea de lo que hablaba, ni siquiera sabía que el juguete fuera tan importante para Jennie. Pese a la desconfianza, la vergüenza y la confusión, muy en el fondo y apenas perceptible, la mirada aniñada de la cantante le producía ternura.

Casi al mismo tiempo, la puerta se abrió nuevamente con la misma señorita de antes ingresando para señalar que el tiempo se había acabado, con los ruidos del flash de la cámara lejana haciéndose presente. Jungkook atravesó la puerta para salir.

—Jungkook —dijo Jennie, obligándolo a voltear —, disculpa aceptada.

Jungkook salió del lugar escoltado por la recepcionista. Salió por la puerta, bajó los ocho pisos, cruzó la puerta principal y no fue hasta que se subió nuevamente al carro, que se puso a ordenar sus pensamientos.

¿Cómo supo Nara de la máquina de algodón de azúcar?, ¿era una Blink?, ¿Qué decía la carta?, ¿en qué momento puso esos regalos dentro del casillero?, ¿Cómo se contactó con todas esas personas? Y sobre todo, ¿había funcionado?

Anonadado por la situación y el ingenio de su compañera de viaje, el timbre de su celular llamó su atención.

«Gracias🖤» leyó el mensaje de Jennie en la barra de notificaciones.

Supuso que había funcionado, su pecho se infló y le nacieron las ganas de llamarla y agradecerle, pero no tenía su número. «¿Cómo no pensamos en eso?» se dijo. Pese a la situación reparada con Jennie, él sólo pensaba en que estaría haciendo Nara en ese mismo momento, temiendo por sus sentimientos al recordar lo sucedido el día anterior.

Destinos 목적지 (J. JungKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora