La estación de tren

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«Ayer visitamos un templo, gracias por avisarme por cierto» relataba Jungkook en su carta diaria a Nara, quien confundida por creer que eso le tocaba a ella comenzó a hacer cuentas mentales ignorando el sarcasmo que usualmente encontraba molesto.

«, sucedió algo extraño. En el medio de la meditación comencé a visualizar imágenes del espacio, constelaciones, planetas, el sol. Sin darme cuenta estuve meditando dos horas. Lo raro fue, que se sintió como una especie de mensaje sobre nuestra situación. Como si tú y yo hubiésemos sido elegidos para algo. Tu halmi me habló de las reencarnaciones y de metas que tienen nuestras almas en esta vida para alcanzar la sabiduría.
Siendo que técnicamente estamos reencarnando el uno en el otro, ¿y si esa es la respuesta?, ¿y si debemos aprender algo de nosotros mismos o del uno con el otro como en las películas? No sé, quizás no tenga mucho sentido, pero honestamente nada de esto lo tiene.

Creo que puede ser un indicio de algo, no estoy seguro de que funcione ni de si es cierto, pero no tenemos más opciones. El concierto se acerca, quizás podamos revertirlo antes de que eso suceda» La espina dorsal de Nara se vio recorrida por un frío desalentador. Jungkook parecía no tener fe en que pudiera lograrlo, pero también lo comprendía, ella misma no estaba segura de poder lograrlo.

En menos de un mes tendrían el Muster Sowoozoo, un concierto virtual para conmemorar el aniversario desde el debut de los chicos. El problema era que se llevaría a cabo el 13 y 14 de junio, lo que significa, que de una u otra forma, Nara estaría en el cuerpo de Jungkook para dar el concierto.

Y siendo francos, prepararse para un concierto toma meses si no es que años, en dos semanas Nara no había tenido el mejor de los desenlaces, lo hacía excelente para alguien que no sabe cantar ni bailar —ni sabe cómo manejar un cuerpo ajeno al que creció—, pero no era Nara la que se presentaba, sino un cantante y bailarín profesional. He allí el problema.
Para sumar caramelos al tarro, los ensayos no se trataban únicamente de saber bailar y cantar. Debían estar atentos a todos los problemas, el tiempo, si falla un micrófono, si algo se cae en el medio de una coreografía.

El último mes previo a un concierto, se atan cabos sueltos, se ensayan posibles complicaciones pues deben practicar como enmendar cualquier posible error. Esto intimidaba a Nara, que apenas aprendía a hacer coreografías en grupo.

Nara es buena haciendo cosas por primera vez. Se esfuerza por dejar siempre una buena impresión y hacer dar su mayor rendimiento, el problema nace cuando las cosas no le salen excelente en el primer intento. Se desanima, lo abandona.
Deseaba con todas sus fuerzas poder abandonar el concierto. Pero se veía muy comprometida para hacerlo.

La nota de Jungkook despertó cierta desesperación. La idea de poder revertir esa locura llegó a tranquilizarla y si para ello debía tener empatía con Jungkook, estaba dispuesta a arriesgarse.

Ese mismo día fue, como siempre, a su empleo en el restaurant. Esta semana le tocaba la caja y a la hora del almuerzo, los baños. La dueña se presentó de un extraño buen humor y trató amablemente a Nara, la idea de que Jungkook hubiese hecho algo para tenerla tan alegre desapareció al instante. La tía de Nara era una mujer que se había armado sola desde niña, Nara le tenía mucho respeto por ello, admiraba su personalidad. Una mujer fuerte que había hecho lo imposible para sostenerse que tiene la convicción y firmeza que Nara carecía.
Era esta misma admiración, la que la cegaba muchas veces. Porque si bien Harang era todas estas cosas, destrataba a su sobrina en el nombre de la enseñanza.

Al salir del trabajo Nara se dirigió a la estación de tren, donde se encontraría con sus amigos después de dos meses. Estaba emocionada y ligeramente asustada, su último encuentro con ellos fue enmendar un destrato de parte de ella que no había hecho.

Destinos 목적지 (J. JungKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora