And I despise my jealous eyes and how hard they fell for you***
Las cosas se nos salen de las manos a veces. La vida tiene formas muy curiosas de demostrarte que ella es la que manda, y que así será siempre. Que no importa cuánto quieras mentirte a ti mismo, o cuánto fuerces las cosas para que jueguen a tu favor, la vida, junto con su particular forma de dejar las cosas en claro, hace lo que quiere.
Muchos dicen que hay cosas por las que vale jugarse la vida, pero no es así. Es ella quien juega contigo. Siempre tan segura de ganar que te da años de ventaja y tantas opciones a escoger, burlándose de ti porque, en realidad, ella lo sabía de antemano. Toda la baraja de posibilidades las tienes porque ella así te lo permite. Juegas con sus cartas, corres con tu auto pero estando en su circuito.
Y yo creía haberla dominado, creí haber encontrado el truco para salirme con la mía, un glitch en la Matrix, pero ese terminó siendo mi castigo, mi karma.
Su cabellera dorada, muy a mi pesar, se había convertido en un precedente, en un punto de control, y al mismo tiempo, en uno de no retorno. Estar o no estar. Ser o no ser. La palabra dorado comenzó a hacer ruido en mi cabeza desde que todos lo señalaban y comenzaron a referirse a él de esa forma. Ese sobrenombre que jamás me ha pertenecido, pero se siente robado de mis dominios de todas formas.
Is this guy the new Golden Boy we've been looking for?
La pregunta del millón de dólares haciendo eco en los altavoces de la pista durante F2, carrera tras carrera. Es difícil enfocarte en lo tuyo cuando prácticamente le están adjudicando el título del futuro del deporte a alguien con exactamente mi mismo desempeño.
Le están regalando la corona antes de siquiera poder disputarla, como un puesto prometido por generaciones, nepotismo aun sin disfrutar de los conectes, pero está bien. Mi oportunidad llegará. Eventualmente. Y no necesitaré de un estúpido título que me respalde porque mis acciones se encargarán de eso.
A veces hay carreras que quisieras poder tatuarte por siempre en tu memoria, tenerlas a la mano para saborear la victoria, el sentimiento ganado ese día. La forma en que el trofeo del primer lugar se ajusta perfectamente a tu agarre, como si lo hubieran hecho a tu medida, o el orgullo que te llena el pecho cuando tu himno nacional se reproduce en las bocinas para que todo mundo lo escuche, para que quede claro quién fue quien ganó. Porque cuando ganas, todo, hasta la forma en que te sabe el agua, es especial, diferente y único.
Pero en otras ocasiones simplemente deseas olvidar, que nada hubiera pasado. Encerrarte en tu cuarto de hotel hasta que sea lunes y tengas una hoja en blanco para empezarlo todo de nuevo. Eliminar el fin de semana, desear no existir, pero al mismo tiempo, reproducir en tu mente los errores que cometiste, eso que salió mal. Aquello que te lo costó absolutamente todo.
Y es curioso cómo la victoria se queda contigo durante toda una semana, pero no dejas de atormentarte con aquella que pierdes por el resto de tu vida. Mis malas carreras me atormentan cuando duermo, a pesar de que ya pasaron años.
De alguna manera u otra, Sebastian Vettel terminó siendo ambas para mí. Odio al pendejo, ¿cómo resultó tan involucrado en mi vida?
Él es esa curva en la que te vas a la grava, o la carrera que no pudiste terminar. Las palabras que me digo a mí misma antes de dormir solo para recordarme que no importa que haya ganado, nunca va a ser suficiente.
Pero se las arregló para ser también la sensación de la champaña impregnándose en mi piel durante el festejo de un podio, la sonrisa de los fans al entregar otro resultado satisfactorio para el equipo. Y supe que se convertiría por completo en mi perdición cuando Sebastian Vettel dejó de significar términos de automovilismo, y se convirtió en mucho más. Traspasó esa línea que divide los dos aspectos de mi vida, esa que había tardado tanto en construir, la desdibujó y reescribió sobre ella, amoldándola cómodamente a su margen y semejanza como suele hacer con absolutamente todo lo demás.
¿Y cómo llegamos a esas instancias? ¿Cómo permitimos que eso pasara?
La situación escaló hasta ser demasiado grande para cualquiera de los dos, escapándose de mis manos hasta convertirse en una cascada enorme imposible de parar.
Ambos siempre demasiado presentes en la vida del otro, sin importar lo mucho que nos odiábamos o cuánto nos jodiera. Su nombre ligado al mío, el mío grabado junto al suyo. Ese era nuestro castigo, nuestra penitencia; destinados a estar juntos siempre, de una forma u otra. Aunque no nos agradara, o aunque nos terminara gustando demasiado.
Creo que esa fue la forma que tuvo la vida de dejárnoslo bien en claro: que ella manda. Eso, y que una cosa siempre es segura: Sebastian Vettel, siempre será parte de ella, para bien o para mal.
Lo quiera o no.
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— Andrómeda🏎
YEEEES baby lets goooooo. Este fue el prólogo! Espero que les haya gustado porque todo va a ir subiendo de ahora en adelante. El primer capítulo ya está disponible para que lo lean💛
Si quieren conocer un poco más la vibra y los hobbies de los protagonistas, vayan al insta: Andromeda1655. Ahí tengo una carpeta con sus vibes✨
Recuerden votar y gracias por leer❤️
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Golden Boy || Sebastian Vettel
RomanceOh, I love it and I hate it at the same time 💛🏎️💛🏎️💛🏎️ El odio entre Avalon y Sebastian va mucho más allá de sus equipos y de la rivalidad que conlleva el deporte. Ambos lo saben, los dos lo admiten y ninguno se esconde. Dispuestos a todo por...