[Las cartas sobre la mesa] (31)

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If that was casual then Im an idiot.

***


Sebastian's POV

— ¡¿Te vas a ir a dónde?! — pregunta Sam con exabrupto y molestia cuando abro la puerta de mi habitación. A juzgar por la divertida escena, juraría que ya llevaba ahí algún tiempo simplemente esperando a que le abriera.

Pobre. Un día le voy a causar un derrame o algo peor.

— Buenos días para ti también.

— Sebastian, ¿por qué me acaba de llegar un correo de confirmación de la aerolínea diciendo que vas a ir a Italia? — agita su teléfono frente a mí, pero mi atención está puesta en la vena de su frente que pareciera estar a punto de explotar. ¿Cuál es el alboroto? Para eso son las vacaciones.

— Ah, porque voy a ir a Italia. Ya sabes, pizza, pasta, tiramisú...

— Avalon Russo... — complementa con obviedad. Y a pesar de que no fui muy discreto con todo esto, hubiera preferido que no fuera tan fácil de adivinar. Sam es mi amigo, pero no quiero parecer desesperado frente a él.

Lo estoy, pero nadie tiene que saberlo.

— Es cierto, Avalon es de Italia también. No me acordaba.

Mi amigo entra a mi cuarto sin esperar invitación y toma asiento en el borde de la cama mientras me observa empacar las últimas cosas en mi maleta. Playeras, suéter, pantalones, y al fondo de mi mochila yace el separador que le había comprado a Avalon. Lo vi de reojo al pasar por la tienda de regalos del hotel, así que entré sin pensarlo para regalárselo. En mi mente hizo toda la lógica del mundo en su momento: a ella va a gustarle, así que voy a comprarlo. Y de todas formas no fue hasta que salí de ahí que me percaté de que había pasado media hora seleccionando uno que no tuviera las esquinas ligeramente dobladas, porque le causa conflicto usarlos si no están en perfectas condiciones. Dice que eso "perjudica su lectura". No sé por qué lo sigo teniendo, por qué me sigo aferrando a él como si funcionara como una especie de garantía para poder acercarme a ella sin que ruede los ojos. Después de la carrera y la estúpida fiesta de celebración cada vez veo más lejano que siquiera vaya a dirigirme la palabra de nuevo, pero de igual forma me rehúso a deshacerme de él. Ella los colecciona, así que tal vez no tenga problema en recibirlo.

— Seb, entiendo que quieras arreglar las cosas con Russo, pero tienes responsabilidades todavía. Tienes que grabar algunos videos para Red Bull, tú y Mark tienen todavía una dinámica en las oficinas, te falta una sesión de fotos más. ¡Te envié tu horario desde hace semanas!

— Adorable que pienses que revisé mi horario, Sam. — digo con sorna, porque lleva en mi correo desde hace días, pero no me había tomado el tiempo de siquiera echarle un vistazo. — Prometo no tardarme, estaré un solo día nada más y luego me tendrás de regreso en Austria en menos tiempo del que crees. Pero necesito hacer esto, en serio. — mentira. Tengo planeado quedarme el tiempo necesario en caso de no coincidir al mismo tiempo que ella. Red Bull y los videos pueden esperar. Esto no. No puedo dejar pasar estas tres semanas sin que sepa que lo sigo intentando.

Sam niega con la cabeza para hacerme saber su descontento, pero sabe que no hay fuerza en el mundo que me haga cambiar de opinión. Soy un dolor de cabeza para él cuando no hago lo que se me ordena. En la pista resulta a mi favor porque suelo ganar las carreras en las que ignoro las instrucciones de mis ingenieros, pero fuera de ella el resultado puede variar. Mi amigo sabe todo eso. Me conoce bien, por supuesto que sabe que no hay nada que pueda decirme para olvidar mi viaje y cumplir con mis obligaciones. Sobretodo cuando dichas obligaciones no tienen que ver con correr.

Golden Boy || Sebastian VettelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora